¿Qué características tiene que cumplir el miembro de un jurado a la hora evaluar películas?
No lo sé (ríe). Responder eso corresponde más a quienes tienen la tarea de conformar los jurados.
Pero a usted, ¿qué tipo de jurados le gustan?
A mí me gusta cuando veo que un jurado está conformado por personalidades diversas, con distintos roles a la hora de hacer una película: un director, un productor, una actriz… Me gusta mucho que haya presencia de productores porque no suele ser lo habitual. Incluso debería abrirse más a directores de arte, fotografía… eso enriquecería la expresividad de los jurados. Por supuesto, es determinante que cuenten con la capacidad de dialogar y de escuchar, de no ser soberbios, y de poder dialogar en términos de absoluta honestidad intelectual pero también con mucho respeto y horizontalidad.
¿Sintió presión cuando le nombraron presidente tras la renuncia de Glenn Close?
En el inicio sí, pero, por suerte, me encontré con un jurado que me apoyó muchísimo en la gestión de la presidencia y en ningún momento me hizo sentir que estuviese ocupando un lugar que no era mío: no nos pesa la ausencia de Glenn Close. Naturalmente, a cada uno de nosotros nos hacía ilusión poder compartir esta experiencia con ella, la respetamos y la admiramos pero entendimos que teníamos que sobreponernos a ese hecho y hacernos presentes nosotros mismos sin padecer su ausencia.
Generalmente, en el Zinemaldia el fallo del jurado suele ser muy cuestionado. ¿Es consciente de ello?
Yo ya sé que el fallo del jurado va a ser absolutamente cuestionado, ya vine con el trauma elaborado de casa (ríe).
¿Un jurado puede vivir ajeno a las polémicas que rodean a una película? En esta edición tenemos las de ‘Sparta’ y ‘Pornomelancolía’, por ejemplo.
Las películas decantan con el paso de las horas y con el paso de los días. Evidentemente, los factores adyacentes pueden estar presentes o, incluso, en el algún momento pueden llegar a influir. Inevitablemente va a llegar el momento en el que uno esté reflexionando de forma directa y honesta sobre la película. De pronto se revela lo que necesitas saber y reconocer en la película. Toda esa información que circula, la controversia y los factores adyacentes que citaba desaparecen y dejan de contar. Entiendo la pregunta y reconozco que es un tema sobre el cual reflexionar que no tiene una única respuesta. Incluso, puedo estar equivocado en mi parecer, pero tengo la sensación de que, finalmente, la relación es directa con la película y no hace falta esforzarse para aislar el vínculo como espectador con la cinta. Es algo que ocurre de forma natural. Hay distintas películas, hay algunas que generan una impresión inmediata e inequívoca y que nos transmiten una idea que se presenta con claridad en el momento mismo y hay otras que se van revelando en esa especie de diálogo que permanece luego en uno y donde creo que terminan de adquirir su forma definitiva.
En el discurso que ofreció en la inauguración, habló de los festivales como lugares de debate y también de discrepancia, siempre, desde el espíritu crítico. ¿Cree que esto se está perdiendo?
No. Es algo que afortunadamente sigue sucediendo, lo que creo es que hay que ser conscientes de que es una capacidad, un derecho y una riqueza que hay que apreciar, valorar y proteger. Me preocupa el nivel de manipulación que existe en este momento en los que generan discursos que influyen en la opinión pública. Vemos que están dividiendo a la sociedad en antinomias y enfrentamientos vacíos de contenido y de sustancia, complejidad y reflexión. Mientras eso sucede, el cine continúa siendo un espacio que no está a salvo, pero que sigue siendo rico en debate, en diversidad, en riqueza de ideas, en discusiones… Sigo encontrando mucha riqueza dialéctica en el cine, profundidad, y sigo encontrando miradas que me hacen reflexionar y me permiten llegar más lejos y más profundo en mis propias consideraciones. El cine, en ese sentido, le sigue sacando ventaja a la realidad. Tenemos que ser conscientes de ello y no permitir que se pierda. El cine sigue siendo un campo creativo muy democrático.
Sigue siendo muy democrático, pero no todos disponen de los mismos recursos para levantar una película.
Estoy de acuerdo. Es cierto que hay voces y realizadores que pueden encontrarse en una situación de desigualdad en el acceso a los recursos a la hora de hacer una película. A su vez, las fuentes de financiación, en muchos países del mundo, se están concentrando. En ese sentido es muy importante que los Estados estén muy alerta y muy activos para garantizar que pueda existir todo tipo de propuestas de cine y que puedan producirse películas que no estén sujetas a algoritmos. Finalmente, es en ese campo creativo donde siempre van a aparecer las nuevas ideas y lo más innovador, y lo que va a hacer que el lenguaje cinematográfico pueda progresar y evolucionar. No veo el cine, ni la producción audiovisual, como un terreno de unos contra otros, pero que los países tengan políticas cinematográficas.
El Zinemaldia siempre ha sido una buena ventana para el cine latinoamericano. ¿Cuál es el estado de salud del séptimo arte al otro lado del Atlántico?
La pandemia nos pegó muy fuerte y la recuperación está siendo lenta y ardua. La reconstrucción de la trama productiva y creativa está costando muchísimo esfuerzo. Veo la riqueza de la producción española durante el último año con mucha alegría y advierto que la diferencia en cantidad y diversidad es enorme. También me alegra ver que aparecen una, dos o tres películas hechas en las circunstancias más adversas que demuestran que hay una capacidad creativa que sigue en pie. l