¿Necesita un recambio para cualquier puesto entre el tres y el cinco? Llame a Tadas Sedekerskis. ¿Busca a un muro defensivo que plante cara al mejor jugador del equipo rival? Pregunte por Tadas Sedekerskis. ¿Echa en falta a alguien disciplinado que cumpla con las órdenes del técnico y sea además capaz de desatascar partidos, anotar en penetraciones y amenazar desde el perímetro? Su hombre es el alero lituano. ¿Quiere tirar abajo un tabique de casa o aún no ha decidido quién será el maestro de ceremonias de su boda? Tadas Sedekerskis. El hombre para todo. La prolongación de Dusko Ivanovic sobre la cancha y un modelo a seguir para la cantera azulgrana en cuanto a carácter, filosofía de trabajo y esfuerzo. En definitiva, el último ídolo de la parroquia baskonista.
Sedekerskis se doctoró el pasado domingo en la agónica victoria del Baskonia sobre el Unicaja, que sirvió para poner fin a una racha de cinco derrotas consecutivas, salvar el pellejo de su entrenador Dusko Ivanovic e insuflar algo de oxígeno en los pulmones de un equipo al borde de un paro cardiorrespiratorio. En dicho encuentro el lituano completó el mejor partido de su carrera deportiva, registrando nuevos récords personales de anotación (22 puntos), valoración (35) y triples (3) en todas las competiciones, a lo que hay que sumarle también dobles dígitos en la faceta reboteadora con 11 capturas.
Su aportación, sin embargo, fue mucho más allá de sus excelentes estadísticas, ya que también fue junto al capitán Jayson Granger el líder espiritual del equipo. Cuando parte del plantel ya había bajado los brazos y se limitaba a lamentarse con cada lanzamiento fallado o con cada canasta anotada del Unicaja, Sedekerskis siguió creyendo en la victoria y contagió a sus compañeros, ayudando además a recortar distancias en el marcador con siete puntos consecutivos antes del descanso.
Lo hizo, además, jugando en la posición de pívot, en una última vuelta de tuerca a su versatilidad. Un tres transformado a cinco. Sus virtudes físicas y su capacidad para defender a jugadores más altos que él ya le llevaron a jugar muchos partidos como interior acompañando a Peters y Polonara en el recurso de Ivanovic de jugar sin un pívot puro, y ahora ha demostrado estar también capacitado para cumplir con esa labor de ser el hombre más alto del Baskonia en la cancha, a pesar de medir 'solo' 2,06 metros.
Con él en esa posición, el equipo, al contrario de lo que dice la lógica, fue capaz de solventar una de sus mayores lacras del arranque de la temporada y capturar más rebotes en los dos lados de la pista. En defensa se vio un equipo agresivo, intenso e implicado, mientras que en ataque fue mucho más rápido y vertical, encontrando mejores situaciones de tiro y anotando canastas fáciles en transición.
EVOLUCIÓN CONSTANTE Tadas ha sido un jugador al que el club siempre ha tenido en alta estima desde su aterrizaje en Vitoria-Gasteiz en 2013, cuando solo tenía 15 años. En 2015 debutó con el primer equipo y en el partido inaugural del curso 2016-17, con Sito Alonso como entrenador, anotó 12 puntos y recogió 5 rebotes, aumentando las expectativas acerca de su potencial. Sin embargo, aún habría que esperar mucho para encontrar la mejor versión del lituano. A pesar de debutar tan joven, le costó muchísimo hacerse un hueco en la plantilla azulgrana. De hecho, desde aquel curso 2016-17 pasó por varias cesiones en Burgos y en la liga de su país antes de que la temporada pasada, con Dusko Ivanovic como entrenador, lograra al fin establecerse en Vitoria-Gasteiz. De hecho, gran parte de lo que es ahora mismo se lo debe al técnico montenegrino.
Sedekerksis, jugador fino y espigado en sus inicios, se convirtió en un asiduo del gimnasio y ganó en musculatura y presencia física, algo atractivo para la filosofía de Ivanovic, que decidió darle una oportunidad en la temporada 2020-21. El lituano fue ganándose un hueco en la rotación a base de seguir a rajatabla las indicaciones de su entrenador y no intentar hacer más cosas de las necesarias sobre la pista. Su entrega y sus virtudes en la contención lo convirtieron en un especialista defensivo, lo cual le permitió contar cada vez con más minutos y a partir de esa confianza ir atreviéndose a hacer más cosas en ataque.
Con su velocidad e inteligencia para encontrar grietas en la defensa rival, comenzó a sumar puntos en transición y con cortes a canasta por la puerta de atrás. Canastas fáciles con las que se fue en varias ocasiones por encima de los 10 puntos el año pasado. A ello le ha sumado ahora el lanzamiento de 6.75 metros (lleva ya 6 triples en ACB este curso frente a los 11 de toda la campaña pasada), desde donde ahora lanza sin complejos. En definitiva, se ha convertido en un soldado de garantías para Ivanovic, capaz de hacer de todo y que, a sus 23 años, no tiene intención de dejar de crecer.