Ganadero en Navascués desde hace 15 años, hace tres se hizo también carnicero, porque “tenía que cerrar el círculo”. Daniel Begué es el último propietario de la carnicería ahora llamada Azcona en plena cuesta de Santo Domingo. La coincidencia le hace mucha gracia, porque “ser carnicero en la cuesta donde antes corrían los carniceros es lo más”, señala y añade que, como recoge la historia sanferminera, se dice que de ahí viene la vestimenta de blanco, porque los carniceros salían a correr con el traje blanco de faena y la mandarra. Hoy aquella cuesta de carniceros es la cuesta de Santo Domingo, y para Daniel Begué van a ser sus primeros Sanfermines “detrás del escaparate” de esta calle tan especial. “Empecé aquí en mayo de 2021. Lo elegí por la zona, porque es paso de turistas y un punto emblemático”, reconoce. Begué ya tiene otra carnicería en Monasterio de la Oliva, que mantiene .
La de Santo Domingo es quizá la fachada más grande con vistas a la carrera (“mide unos 10 metros de frontal y lateral”), pero este año no va a abrir como carnicería, sino que se va a readaptar como bocatería: “Me lo recomendó el dueño anterior. Como estos días se vende poca carne, la idea es vender bocatas de jamón y fiambre, de mi género, y tortillas precocinadas, bebidas en lata y café”. Pero, lo más emocionante, lo va a vivir en primera persona, el encierro desde su tienda: “Coincide que ahí solo hay un vallado para sanitarios”, sin gente, así que vivirá la carrera detrás del cristal, lo justo para ver por encima de la cabeza de los toros y los corredores: “Tengo un cristal blindado tipo los bancos”, explica y ya tiene invitados para disfrutar de la carrera: “Siempre vendrá alguien de la familia a ver el Encierro. Yo creo que algo se verá y sobre todo se sentirá la emoción”, explica.