Buscar imágenes sexuales para excitarse no es un fenómeno nuevo, sin ir mas lejos en las ruinas romanas de Pompeya, sepultada tras la erupción del Vesubio, se encontraron cientos de frescos y esculturas sexualmente explícitas.
Hoy con la globalización del uso de internet el consumo pornográfico se ha disparado alcanzando niveles asombrosos. Pornhub, la web de contenido para adultos más grande de la red, recibió -solo en 2018- más de 33.500 millones de visitas de todo el mundo.
Primeras búsquedas voluntarias a los 12 años
La pornografía -dependiendo del tipo de imágenes que se busquen - puede tener usos lúdicos, estimulantes y hasta didácticos. Sin embargo, un uso incorrecto o su consumo a edades demasiado tempranas (Save de Children situa en los 12 años la media a la que se accede a estas páginas por primera vez de forma voluntaria) lo lleva a cruzar fronteras legales o morales que ponen a la industria del porno en el disparadero.
Los principales efectos nocivos del mal uso pornográfico son la cosificación de la mujer, la presentación de unas relaciones, cuerpos y formas de vivir el sexo que no se corresponden con la realidad cotidiana y la normalización de modelos de sexualidad erróneos e irrespetuosos basados en encuentros ficticios o prácticas de riesgo. En Onda Vasca la sex coach internacional Lola Dacosta lo tiene muy claro "el debate está más abierto que nunca".