Ya en lo personal, siendo esta su primera etapa en un filial, ¿cómo se ha sentido usted dirigiendo al Miniglorias?
–Muy bien. En mis anteriores experiencias, había tenido la oportunidad de dirigir a varios jugadores sub-23 que llegaban cedidos; sin embargo, estos muchas veces venían como descartes de sus clubes de origen. Aquí he tenido un grueso joven, pero con talento y ambición, y esto, sumado a los buenos resultados, ha provocado que el año haya sido buenísimo. Además, hemos tenido la ventaja que desde el club siempre nos han apoyado y nos han dejado trabajar con tranquilidad.
A grandes rasgos, ¿qué diferencias hay entre entrenar a un primer equipo y a un B?
–La presión, especialmente. No es cierto eso que se dice de que en un filial no es importante ganar, porque no es así, pero sí es cierto que no es el único objetivo. También se deben desarrollar futbolistas y personas para que, con un poco de suerte, puedan dar el salto. Asimismo, reiterando lo que he comentado previamente, aquí todos los chavales tienen ambición y en los A, por el contrario, te puedes encontrar jugadores que ya han pisado el fútbol profesional y tienen otras prioridades.
Para finalizar, aunque, probablemente, prefiera no hablar de su futuro, ¿le gustaría dirigir al Alavés B en Segunda RFEF?
–Sinceramente, y pese a que uno quiera centrarse en su trabajo y en el partido de mañana, es imposible no pensar en que esto se acaba y no sabes qué te deparará la próxima temporada. Por desgracia, no hay nada para evitar esa incertidumbre, pero lo que sí tengo muy claro es que no quiero estar en un lugar donde no tengan muchas ganas de que esté. Es decir, si el Glorioso está muy interesado en que yo continúe trabajando para la entidad a cualquier nivel, al que ellos crean que puedo aportar con mis servicios, evidentemente lo voy a valorar. Mientras tanto, pues aún no han hablado conmigo, solo pienso en ganar al Anaitasuna.