El desastre ecológico provocado por el vertido de millones de bolitas de plástico en la costa de Portugal, que en las últimas semanas está llegando a las costas del norte del Estado, se podría haber evitado.
Así lo asegura el delegado de Greenpeace en Galicia Manuel Santos, que afirma que dada la toxicidad que pueden tener estos materiales deberían haber sido transportados de forma más segura.
“La Organización Marítima Internacional no los considera mercancía peligrosa, y sí lo son”, asegura el experto. Defiende que “si los consideraran, la regulación para su transporte sería más estricta”, y en ese caso no podría haber caído un contenedor al mar, porque tendría que ir en bodega, no en cubierta. Asimismo, sometidos a dicha consideración los sacos tendrían que ser “mucho más resistentes” y “estarían mejor etiquetados”, y “sabríamos qué composición tienen exactamente”. De hecho, el delegado de la ONG adelanta que han mandado a un laboratorio de Greenpeace en Reino Unido muestras para saber “qué son, qué contienen exactamente”.
Ante esta realidad y la de catástrofes masivas con pellets de plástico como la de Sri Lanka, en 2021, con millones de plásticos que inundaron sus costas y afectaron a la mitad de la población que vive de la pesca, la Organización Marítima Internacional tiene sobre la mesa una propuesta para que estas bolitas se consideren materiales peligrosos o dañinos. Una catalogación análoga a la del petróleo y otros químicos inflamables. El asunto se abordará en los próximos meses.
Y es que según datos del Consejo Mundial del Transporte Marítimo (WSC, por sus siglas en inglés), asociación empresarial que reúne a grandes navieras de todo el mundo, entre 2008 y 2022 se perdieron en mares y océanos una media de 1.566 contenedores al año.
Sólo en 2022, la cifra bajó de 661 unidades de un total de 250 millones de contenedores transportados en barci, materiales que aún permanecen en el mar. “El océano es muy, muy grande, pero tiene su límite también”, zanja Manuel Santos”.