El 8 de septiembre de 2022 se cumplieron cinco siglos desde que Juan Sebastián Elkano culminase la primera circunnavegación, después de una accidentada travesía que se prolongó durante tres años. Desde su fundación en 2017, la organización ha impulsado más de 120 proyectos centrados en crear y divulgar nuevo conocimiento sobre la sociedad vasca de la época y, por supuesto, el marino de Getaria y su gesta. Con el fin de 2022, Elkano Fundazioa, que dirige Ion Irurzun, cesa hoy su actividad. Después de plantar la semilla, la labor divulgativa queda ahora en manos de otros agentes que “han cogido el testigo”.
La Fundación Elkano tenía fecha límite pero, desde un punto de vista personal, ¿le apena la conclusión del proyecto?
Sí, es un proyecto en el que he disfrutado mucho. He tenido miedos, contradicciones... he tenido de todo en este proyecto. Cuando me senté había una hoja en blanco que había que rellenar. Ese proceso creativo me gustó mucho. Vimos que había diferentes Elkanos, maneras de entender a Elkano y de mirar al pasado; eso me ha apasionado, porque demuestra nuestra complejidad como sociedad. Las diferentes voces de la sociedad han expresado su manera de ver las cosas y, con mayor o menor acierto, hemos tratado de cuidar eso.
¿Qué balance hace de estos tres años?
Es positivo. Desde un inicio sabíamos que el proyecto de la Fundación Elkano tenía fecha de caducidad. Siempre he considerado que era positivo porque eso te obliga a pensar permanentemente en qué quieres dejar como fundación y qué apuestas haces.
¿Está satisfecho?
Satisfecho y contento con el trabajo realizado. Hemos mantenido un grado de coherencia razonable con lo que decíamos que íbamos a hacer. Hemos llevado a cabo más de 120 proyectos pero siempre quedan espinitas clavadas. Han sido años condicionados por la pandemia, pero como el resto de la gente; no sirve como argumento para justificar nada. En cualquier caso, estoy muy contento con el trabajo realizado. Cuando tendemos a hacer balance miramos a los proyectos que hemos llevado a cabo, pero yo valoro tanto lo que hemos hecho como lo que no hemos hecho, porque alguno de los proyectos en los que estábamos trabajando no se han acabado de ejecutar. Hay que valorar qué no se ha hecho y por qué no se ha hecho.
¿Han dicho que no a muchos proyectos?
Hemos dicho muchos noes. Cuando dices no, expresas que tienes claro lo que quieres hacer. Hemos dicho que no a proyectos aparentemente muy golosos, grandes y atractivos, sobre todo desde el punto de vista mediático, pero que, sin embargo, no se ajustaban a los criterios de la Fundación. Desde un inicio hemos apostado por crear nuevo conocimiento. El término conmemoración se relaciona con algo positivo, con algo que es digno de conmemorar y que acaba con festejos y este tipo de cuestiones que hemos buscado superar para tratar de aprender: si nos hubiésemos quedado en que Elkano es perfecto, no hubiésemos aprendido nada. La apuesta de la Fundación ha sido crear nuevo conocimiento y espacios de reflexión y debate. El reto ha sido cómo socializar ese conocimiento. Hemos tenido que adaptar a distintos formatos el conocimiento académico para poder socializarlo.
Habla de socializar el conocimiento sobre la gesta, ¿considera que tres años después el nombre de Elkano y la aportación de los vascos a la primera circunnavegación es más conocida?
Diría que sí. En estos años se ha oído hablar de Elkano, aunque a mí no es lo que más me interesa. Elkano para mí siempre ha sido un pretexto. Elkano o cualquier marino de aquel entonces lo que representaba era una sociedad arraigada a la cultura marítima. De cualquier modo, creo que la labor de la Fundación, como de otros agentes relacionados con la conmemoración, ha permitido que se escuche más sobre Elkano y sobre la circunnavegación.
¿También fuera de Euskal Herria?
Desde el inicio hemos tenido presentes proyectos que tuviesen impacto tanto en Euskal Herria como fuera. Una de nuestras preocupaciones ha sido escribir en inglés. En el último número de National Geographic de septiembre se incluyó un artículo en inglés sobre la vuelta al mundo de Elkano. Cuando me reuní con ellos en 2018 en Barcelona, les trasladé que mi aspiración era llegar más allá de Euskal Herria.
No existe el riesgo de que tras el cese de las actividades de la fundación el nombre de Elkano vuelva a disiparse.
Otra de las cuestiones que nos ha preocupado es la de llevar a cabo procesos que, de forma autónoma, puedan seguir adelante. En el ámbito académico, si escribes una tesis, esta lleva a otras; se crea una cadena de conocimiento. En el mundo académico creo que se seguirá. Aunque la Fundación Elkano haya cerrado, durante 2023 va a haber un programa cultural bastante amplio y relativo a cuestiones de la circunnavegación. Tú haces un trabajo que tiene una fecha de caducidad, pero otros muchos agentes no la tienen; han cogido el testigo. En el ámbito de la didáctica hay un proceso en marcha que llegará a las ikastolas.
Se lo preguntaba porque una de las conclusiones que se extrae de estos tres años es que si uno no escribe su historia, otro la escribirá por él.
Entre las espinitas clavadas que se me han quedado, una es esa. Uno de los proyectos que teníamos abordaba la cuestión del relato. Dejando a un lado a Elkano y la circunnavegación, queríamos poner en marcha un proceso para estudiar qué es un relato, para qué sirve, cómo se construye, qué aporta a la sociedad... Como dices, si tú no cuentas lo tuyo, otro lo hará, y así se ha venido haciendo. Eso nos ha traído cierto trabajo, porque detrás de cada relato cada uno tiene sus intereses, sus ambiciones, deseos, sus miedos y sus todos. Hemos tratado de estar abiertos a lo que se escuchaba y acoger toda la diversidad de hay para tratar de convivir con ellas.
¿Cómo ha vivido las relaciones con otras instituciones?
Siempre he dicho que los proyectos son una cuestión instrumental. Más que los hayamos podido culminar, pongo en valor la interacción con diferentes agentes e instituciones, que son las que, en último término, permiten que los proyectos existan. A nivel local, en Getaria y Euskal Herria, la red que hemos tejido es bastante consistente y sólida. A nivel estatal, principalmente con Andalucía, hemos entablado un grado fuerte de relación. Cuando comenzamos estuvimos abiertos a todo, pero siempre ajustándote a los propios objetivos de la Fundación.
¿Y con la Fundación V Centenario?
Cuando entré a la Fundación Elkano sabía bien poco del marino y de la circunnavegación. Estuve abierto a escuchar otras voces. La comisión del V Centenario, en Madrid, está compuesta por dos ministerios, el de Cultura y el de Defensa, concretamente, la Armada. Efectivamente, en todo esto la Armada española es la que ha tomado peso en todo esto. Estuve con ellos en varias ocasiones pero cuando estableces colaboraciones, tienes que tener muy claro en qué cooperas y en qué no. Llegó un momento en el que vi que había mucha distancia entre la forma que la Armada entendía la circunnavegación y la figura de Elkano y la nuestra. Cada cual ha hecho su camino. Aunque con algunos como con Ignacio Horcada nos hemos entendido bien, hemos entendido que cada uno tenía sus diferencias y hacía inviable algunas cuestiones, sobre todo, por los criterios que tenía la Fundación.
¿Por ejemplo?
Ellos han ido repartiendo bustos de Elkano en regatas náuticas. No digo que no hubiese que hacerlo, pero la Fundación jamás iba a apostar por un proyecto así.
Comenta que han auspiciado más de 120 proyectos, ¿guarda alguno con especial cariño?
Hay muchos... Se me hace difícil responder. He estado muy a gusto en la vuelta en bicicleta que hemos hecho a Euskadi, por mi afición por la bici, claro, pero sobre todo por todo lo que hemos aprendido en ese viaje. Con Andalucía hemos hecho buenos trabajos y hemos acertado en qué sí y en qué no cooperar. Estoy también muy contento con el libro que hicimos con Sarrionaindia... Más que los proyectos, estoy contento, como decía, con las relaciones que hemos entablado: en el proyecto Elkano Itsas Herria hemos tenido la adhesión de 30 ayuntamientos de Hegoalde e Iparralde y han participado multitud de agentes.
La pandemia pilló de lleno en la conmemoración, ¿lo vivieron con frustración?
No. Como todos, cuando llegó la pandemia nos cogió con incredulidad. Mi primera reflexión, la que compartí con el grupo de la Fundación, fue que no era tiempo de celebraciones. Eran momentos duros en los que entendí que los recursos había que destinarlos a otros entornos. Pensé que cerraríamos la Fundación, pero no fue así, las instituciones apostaron por mantenerla. Es verdad que tuvimos que ser muy creativos para hacer cosas en un contexto en el que se podía hacer muy poco y de ahí salieron proyectos muy chulos. Es el caso del de las postales en la vuelta al mundo: pusimos en contacto siete colegios de la Patagonia con otros tantos de aquí para que los chavales intercambiasen postales. En pandemia también, en un momento que se abrió una ventanita, hicimos la travesía entre Getaria y Sevilla. La pandemia, claro que nos afectó y lo que más me dolió fue que saliese perjudicado el proceso colectivo sobre el relato.
Entiendo que las aportaciones institucionales, como en otros sectores, se redujeron.
Sí. Hubo una bajada sustancial, pero no tengo nada que decir; mantuvimos la actividad, que no es poco