El trabajo ocupa buena parte de nuestro día, y cuando llegamos a casa las preocupaciones surgidas durante la jornada laboral tendemos a dejarlas en la puerta, para recogerlas de nuevo al día siguiente y retomar la rutina. Sin embargo, durante el confinamiento, que obligó a muchas personas a convertir sus hogares en puestos de trabajo, marcar y definir precisamente esa diferenciación se volvió una tarea más complicada. ¿Dónde quedaba la vida laboral y dónde la vida hogareña?
Y, precisamente, situaciones como ese confinamiento que nos llevó al teletrabajo, son las que han encaminado a Bélgica a aprobar el derecho a la desconexión, por el que los empleados que forman parte de empresas de más de 20 trabajadores no tendrán que estar conectados respondiendo a llamadas o mails fuera de su horario laboral.
Pero, ¿cómo se aborda la situación en el Estado español? Tal y como recuerdan desde UGT, a pesar de que la Unión Europea no cuenta con una legislación que regule este derecho, en España los trabajadores y trabajadoras sí tienen derecho a la desconexión digital, incluidos todos aquellos que trabajan a distancia, tal y como se recoge en el artículo 88 de la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, que establece que los trabajadores y los empleados públicos tendrán derecho a la desconexión digital a fin de garantizar, fuera del tiempo de trabajo legal o convencionalmente establecido, el respeto de su tiempo de descanso, permisos y vacaciones, así como de su intimidad personal y familiar. Por su parte, en el artículo 18 de la Ley 10/2021, de 9 de julio, de trabajo a distancia se recoge que las personas que trabajan a distancia, particularmente en teletrabajo, tienen derecho a la desconexión digital fuera de su horario de trabajo, y que el deber empresarial de garantizar la desconexión conlleva “una limitación del uso de los medios tecnológicos de comunicación empresarial y de trabajo durante los periodos de descanso, así como el respeto a la duración máxima de la jornada y a cualesquiera límites y precauciones en materia de jornada que dispongan la normativa legal o convencional aplicables”. Asimismo, el Gobierno español plantea además una ley de usos del tiempo que mejore la calidad de vida de los trabajadores, regulando sus horarios y la conciliación laboral.
Y es que el tiempo es un valor que se tiene en cuenta a la hora de, por ejemplo, implementar otra de las ideas que se encuentra sobre la mesa, que es la reducción de la jornada laboral para tener semanas de cuatro días o de 32 horas, para lo cual tener garantizada esa desconexión digital al final de la jornada es esencial. En ese sentido, el profesor de Economía Jon Bernat Zubiri explicaba a ON que la reducción del tiempo de trabajo es “sobre todo una reivindicación feminista, en el sentido de que cuando el feminismo ya desde los años 70 habla del reparto igualitario entre hombres y mujeres del trabajo de cuidados, el tiempo que se trabaja para el mercado por un sueldo es una pieza clave de las posibilidades del reparto igualitario del trabajo de cuidados en los hogares”.
Pero, ¿cómo conseguimos regular que esta desconexión concebida como derecho se respete? Al fin y al cabo, no basta con que lo regule una ley, sino que es la empresa también la que tiene que implementar mecanismos para garantizar que el trabajador no tenga que responder a correos y mensajes fuera de su horario laboral programando los mensajes y las reuniones con antelación, etc.
Inspección de trabajo
También la Inspección de Trabajo cuenta con una ley de infracciones y sanciones que, si bien no aborda directamente la vulneración por parte de las empresas del derecho a la desconexión, sí estipula que los incumplimientos en materia de jornada, vacaciones y tiempo de trabajo, “pueden dar lugar a la infracción grave prevista en el Art. 7.5 de la LISOS (Ley sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social)”, y que procede esta infracción grave cuando se compruebe que “las empresas han cometido una transgresión de las normas y los límites establecidos por la legislación o por los convenios colectivos en materia de jornada, trabajo nocturno, horas extraordinarias, horas complementarias, descansos, vacaciones, permisos, registro de jornada y, en general, el tiempo de trabajo”.
Consecuencias
Pero, ¿cómo puede afectar la hiperconexión, el no poder desconectar al llegar a casa? El escritor y psicólogo Francisco Gavilán, explica que la influencia de los medios tecnológicos -el mail, el WhatsApp- y la falta de desconexión del trabajo es “perjudicial para la salud, eso es evidente. La influencia es tal que no te das cuenta de que te están robando vida. Tú tienes que tener un espacio de ocio, de reflexión y estar ocupado constantemente con mails, teléfonos y no poderte desconectar de esta actividad, te está robando tiempo”, explica, para pasar a recordar que el tiempo es de lo que se compone la vida.
Y esto, señala, puede derivar en “angustia, ansiedad... porque te falta diálogo contigo mismo. Te falta un diálogo interior. Porque si no tienes tiempo para ti, tampoco lo tienes para los demás”. Es por eso que explica que es necesario “recuperar el espacio de libertad”.
Además, recuerda que como nos encontramos inmersos en esta era de la inmediatez, en la que las preguntas y las respuestas vuelan a gran velocidad por el ciberespacio, todo se espera pronto y rápido, pero “tenemos que poner coto a eso si estimamos nuestra salud en la medida que se merece”. Asimismo, Gavilán considera que la inmediatez nos supera, y “si nosotros nos alejamos de esa normalidad en la que todo se tiene que hacer rápido, la gente tiene miedo de apartarse de lo que es la normalidad. Hay que tener mucha voluntad y mucho diálogo interior para lograrlo”.
También para Álex Rayón, vicerrector de Relaciones Internacionales y Transformación Digital de la Universidad de Deusto, existen tres planos en los que se notan las consecuencias de la hiperconexión. El primero es precisamente el de la salud mental, aunque también hace referencia al derecho laboral y al derecho al ocio pleno -esa sensación de estar disfrutando algo por no tener la sensación de estar faltando a algo-. “Hemos construido sociedades muy esclavas de la notificación, de la interrupción y del ocio digital, y yo creo que este tercer plano hay que recuperarlo”, reflexiona finalmente el vicerrector de Deusto.