Iraitz Gulías, Aida Agra y Aitor Cortabarria ponen cara a las decenas de emprendedores que el año pasado decidieron dar un paso adelante y poner en marcha su propia empresa; fueron 185 los que lo hicieron con el apoyo de Bilbao Ekintza, la cifra más alta de los últimos siete años, permitiendo crear 234 nuevos puestos de trabajo. “Todos vosotros y vosotras contribuís a hacer, día a día, esta gran ciudad”, les ha agradecido este lunes el alcalde, Juan Mari Aburto, en la gala Bilbao Emprende en la que se les rindió homenaje.
Iraitz Gulías trabajó muchos años en gimnasios tanto públicos como privados, polideportivos… La sensación que acumuló en todos ellos fue la misma. “Mueven mucha gente y la atención a cada persona queda en segundo plano. Y hay mucha precariedad, como en tantos otros sectores, da igual lo bueno que seas; yo sabía que podía ofrecer algo más”, reflexionó.
Fueron los detonantes para, como dice, dar “un manotazo encima de la mesa” y decidirse a establecerse por su cuenta. En su cabeza comenzó a tomar forma su sueño: un espacio en el que poder atender de forma personalizada a cada cliente, con servicios de entrenamiento personal y clases dirigidas y de pequeño formato, con un máximo de 5 o 6 personas. Y decidió poner en marcha la que era “su ilusión”: Ntrenate, un negocio que inauguró en julio del año pasado en Begoña, a un paso de la Basílica.
No oculta que los inicios son duros. “Emprender es muy complicado. Es mucha presión, porque estás tú solo, para lo bueno y para lo malo”, reconoce. A ese desafío emocional, “para el que nadie te prepara”, se suman las dificultades económicas lógicas en los inicios y todos los ámbitos que supone una empresa, desde el marketing hasta el propio plan de negocio. Suerte que, en este ámbito, contó con el apoyo de Bilbao Ekintza. “Te llevan de la mano en todo el proceso, que es lo que necesitaba yo”, afirma. “Cuando estaba buscando el local una arquitecta vino conmigo a verlo. Te da muchísima seguridad, porque sabes que no te van a meter gato por liebre”, cita a modo de ejemplo.
“ Emprender es muy complicado; estás solo, para lo bueno y lo malo, pero lo volvería a hacer ”
Iraitz Gulías - Ntrenate
Con todo no puede sentirse más satisfecho de la decisión. “Cuando tú ofreces lo mejor de ti mismo, la gente lo valora; estoy muy contento, vamos para arriba”, cuenta, orgulloso. Por ello no duda en recomendar la aventura del emprendimiento a todo aquel al que le ronde la cabeza. “Esperas, esperas y esperas pero nunca vas a estar preparado, y el tiempo pasa. Hay que pegar un manotazo y tirar para adelante. Si sale, salió, y si no, por lo menos lo has intentado, que es más de lo que tenías”, anima.
Con el mismo ímpetu habla de su experiencia Aida Agra. En su caso, llevaba un tiempo sin trabajar y rondando los 40 años y sin estudios superiores, apostó por emprender sin esperar que alguien le ofreciera un contrato. Convirtió los “pequeños favores” que le pedían sus conocidos en una empresa de servicios: Kudeatzen lo mismo pasea mascotas que hace la compra a personas a las que no les da la vida, acompaña a otros a sus citas médicas o les ayuda con trámites administrativos. “Me lancé; si te implicas en trabajar para otros como si fuera para ti, mejor hacerlo para una misma, ¿no?”, plantea. “Siempre había tenido esa espinita de montar mi propio negocio; no quería quedarme con la sensación de no haberlo intentando. ¿Que fracasamos? Pues a otra cosa. Tropezaremos veinte veces e intentaremos levantarnos”.
“ Me lancé; no quería quedarme con la sensación de no haberlo intentado ”
Aida Agra - Kudeatzen
Lo hizo con “muchísima ilusión” y ahora acaba de abrir una pequeña oficina para su negocio, que está a punto de cumplir un año desde que lo puso en marcha en su propio domicilio. “Vamos tirando; los autónomos sobrevivimos. No debo nada a nadie y con eso respiro tranquila”, afirma, “feliz” de haberse lanzado a perseguir su sueño. Su espíritu optimista sale a relucir –“haremos todo lo que podamos para hacerla crecer y que siga así muchos años”– destacando además la necesidad de que los barrios de Bilbao sigan alojando negocios de proximidad. “Hace falta vida en las calles; vivimos a la carrera y hacemos todo por internet. Los barrios se mueren”, advierte.
El propio Aitor Cortabarria reconoce que su caso no es el de un emprendedor al uso. Y es que después de trabajar “toda la vida” en el sector de banca, en primavera de 2020, en pleno confinamiento, le llegó la oportunidad de prejubilarse. No tenía ninguna necesidad económica de seguir trabajando pero, cumplidos ya los 58 años, decidió empezar a hacerlo como autónomo. ¿Por qué? “A finales de ese año me surgió la oportunidad de colaborar con una consultora, Connecting Visions, un poco distinta a lo que estamos acostumbrados”, rememora. “Soy un poco inquieto; me sigue gustando estar en el mundo de la economía y el mundo empresarial, y tengo mucho interés en el ámbito de la digitalización, las nuevas tecnologías... Si ganas un euro, bienvenido sea, pero ninguna de mis razones era económica”, explica.
“ Soy un poco inquieto; me gusta el mundo de la empresa, no emprendí por una razón económica ”
Aitor Cortabarria - Freelance en Connecting Visions
Y es que a él, eso de estar mano sobre mano, no le convencía. Tampoco, admite, trabaja las 50 horas que trabajaba cuando esta en activo, “ahora busco tiempo también para hacer cosas que me gustan, como pasear o ir al monte, que también lo hago”, y no tiene la urgencia de saber que su futuro depende de su empresa. “Veo otros emprendedores y sé la presión que supone”, reconoce. “No es nada sencillo, hay que echarle muchas ganas; es un salto al vacío”.