Días atrás, después del estallido de Pogacar en San Luca, cuya onda expansiva derribó a todos menos Vingegaard, Mikel Landa comentó con la sonrisa pegada en el rostro, con ese deje tan suyo que no se sabe si habla en serio o bromea, que esperaba a la montaña, donde se sentiría mejor. No era un farol lo que expuso el escalador de Murgia, era un anuncio, una declaración de intenciones. El alavés estuvo con los mejores del Tour en el primer test en las alturas, que barrió algunos nombres ilustres. En el Galibier, solo Pogacar, cuando atacó con todo, y Vingegaard, que respondió como pudo hasta que se marchitó en el descenso, ofrecieron mejores sensaciones que él. Landa tiene como misión en este Tour cuidar de Remco Evenepol. Es su guía de montaña. En el Galibier estuvo siempre cerca del belga, que ofreció muy buenas sensaciones.
Landa es una garantía siempre que la montaña exige de verdad. Es un escalador puro el de Murgia, que se maneja de maravilla en las cumbres. Sin la presión de liderar a su equipo, en un segundo plano, Landa se ha situado en el 7º puesto de la general entre la nobleza que persigue al esloveno. Conviene recordar que el ciclista vasco fue cuarto en el Tour de 2017 tras completar una fantástica labor para Froome, que se llevó su cuarta corona francesa. Aquel año, un segundo separó al murgiarra del podio final en los Campos Elíseos de París. Repitió la cuarta plaza en 2020. En 2018 logró el séptima puesto y en 2019 fue sexto.
Su mejor pose
Eso sirve para fijar la solidez y regularidad del murgiarra en la carrera más exigente del mundo. En el Galibier mostró su mejor pose. “Las diferencias no son definitivas, queda mucho Tour y es bueno que Evenepoel se vea segundo a 45 segundos de Pogacar. Es pronto para sacar conclusiones definitivas, pero estamos ahí”, analizó Landa a la conclusión de la jornada en Valloire. El murgiarra sabe que en caso de que Evenepoel ceda, él será la opción de su equipo. Con todo, Landa tiene clara cuál es su función. El goce de Landa fue sufrimiento para Pello Bilbao, que se desgajó de los aristócratas del Tour. El gernikarra padeció en el Galibier. Perdió contacto con los mejores y se dejó cuatro minutos. El vizcaino, que quería otear la general, deberá aparcar esa idea y centrar sus prestaciones para tratar de alcanzar la gloria en alguna etapa. Comienza para Pello Bilbao otro Tour.