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Elegir los vinos adecuados para acompañar el menú realza la experiencia gastronómica, puede hacer que la comida sepa más rica, y contribuye a mantener el espíritu festivo de estas fechas.
Si hablamos de celebración, los vinos espumosos se han impuesto como compañeros indiscutibles en los momentos de festejo. Una copa burbujeante ayuda a abrir el apetito antes de sentarte a la mesa y preparar el cuerpo para lo que viene.
Las burbujas funcionan como abrebocas, y por su acidez combinan muy bien con ensaladas, pescados y mariscos, e incluso, dependiendo de cómo fueron elaborados, la variedad o coupage, y crianza a la que fueron sometidos, pueden funcionar muy bien con el plato fuerte.
Basondoa Brut Nature Blanc de Noirs 2017 es un espumoso navarro elaborado con Garnacha Tinta por el método tradicional y una crianza prolongada de 48 meses sobre lías, que le otorga profundidad con distintas capas de complejidades. Su cremosidad y un carácter intenso lo hacen perfecto como aperitivo, para combinar con los entrantes a base de espárragos, pimientos rojos, gambas y hasta preparaciones con carnes blancas.
Otra opción de burbujas de gran complejidad, capaz de hacer frente a varios platos por su intensidad, boca impresionante y generosa es el Pere Ventura Gran Vintage 2015 Cava de Paraje Calificado. Está elaborado con Macabeu, Xarel·lo, y tiene una crianza muy larga. No tengan miedo de servir los vinos con burbujas en copa de vino, blanco o tinto. El vino espumoso sigue siendo un vino y, como tal, necesita una buena copa que permita expresar todo su potencial.
Para los pescados
Para el momento de los pescados, sobre todo aquellos intensos, como por ejemplo los azules, o los que se sirvan con salsas a base de nata, mantequilla, o en salsa verde, se puede continuar con el espumoso, o bien volcarse por vinos blancos de buen volumen de boca. El Frontonio La Loma y Los Santos 2021 Macabeo y Garnacha Blanca, proveniente de Aragón, conjuga salinidad, sapidez, y elegancia; es de esos vinos que realzan la calidad de cualquier plato. Debido a su complejidad es mejor no servirlo tan frío, y de ser posible, en una copa de cáliz grande.
Otra gran opción para vestir la mesa navideña es el Suertes del marqués Vidonia VP 2022, de Valle de la Orotava, en Tenerife. Se trata de una partida limitada elaborada con Listán Blanco, de viñas centenarias al estilo bourgignon, de potencia y profundidad. Este tipo de blancos armonizan muy bien con pescados y mariscos, aunque también con carnes blancas, patés, arroces y pastas. Es de esos vinos que uno desearía que fueran eternos, pero que rápidamente se acaba la botella.
Para las aves como el pato, carnes rojas más magras, pastas con salsas a base de tomate, txistorra o boloñesa, y preparaciones de pescado como el bacalao al ajoarriero, tintos delicados y buena presencia de fruta, como el Cellers de Scala Dei Sant Antoni 2020 son una gran opción. Este es un Priorat atractivo, floral y refinado, elaborado con raspón durante la fermentación, que le aporta un costado fresco y textura de boca. Los tintos de tanino suave y estilo delicado son comodines ideales cuando se desea beber vino tinto y el menú tiene un poco de todo.
Si servimos carnes de caza como cordero, carnes en cocción larga, por ejemplo, carrilleras, braseados o estofados, o carnes a la parrilla, un tinto con tanino más elevado y una crianza mayor ayuda a contrarrestar la untuosidad, proteínas y colágeno en las preparaciones. Una buena opción es el Marqués de Murrieta Reserva 2020, un rioja que conjuga clasicismo y modernidad, ideal para cerrar la parte salada de la mesa navideña. Con su concentración de fruta y buen uso de madera brinda calidez al alma, y armoniza bien con estos platos ideales para el frío.
De postre
Para apreciar bien los matices de los grandes vinos dulces, me gusta servirlos con quesos, pero antes de los postres. Esta combinación salado–dulce–ácido queda genial, y puede actuar como si fuera el postre mismo. Prueben el Unsi Dulce Garnacha, un vino dulce navarro de crianza oxidativa, con un queso Roncal o Idiazabal, y unas poquitas nueces. Después no se si quedará lugar para algo más.
Mas allá de la elección de los vinos, cuidar la temperatura (blancos y tintos frescos, 10º a 13º y entre 14º y 17º respectivamente) y servirlos en una buena copa, hace que la experiencia en sí sea más placentera. Beber vino siempre debe ser un placer, por lo cual cuidar las cantidades también es parte de la ceremonia.
No olvidar beber agua entre copa y copa, y mejor si la jarra está en la mesa desde el comienzo.
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