El virus está ahí, provoca muchos contagios, pero casi vivimos igual que antes de la pandemia. ¿Lo pagaremos?
Si, claro, no nos estamos adecuando a esta realidad. Hemos banalizado su presencia y consideramos que infectarnos no nos va a producir ningún problema de salud, incluso que es beneficioso en todos los sentidos. Esto no es así. Las consecuencias de las infecciones repetidas y crónicas están afectando la salud y bienestar de muchas personas, destacando los casos de long covid que ya se considera que van a suponer el evento mundial causante de mayor nivel de discapacidad en los seres humanos que se conoce hasta el momento.
¿Qué se sabe de la actual variante?
Lo más importante es que escapa a la inmunidad tanto natural como de la vacuna. Esto supone que cada dos o tres meses, incluso en algunas personas menos, nos podemos volver a reinfectar.
¿Deberíamos volver a la mascarilla en interiores?
Sin duda, sí.
¿Qué otras medidas aconsejaría?
Yo creo que hay que poner énfasis en reducir aforos y eventos masivos, espacios ventilados, higiene de superficies y lavado de manos. Y por supuesto, si alguien se ha contagiado, medidas estrictas para no contagiar, mascarilla siempre, mantener distancia, etc. Seguir teniendo estas precauciones evitaría un gran número de infecciones y que el virus siguiera transmitiéndose y mutando con tanta rapidez.
¿Tenemos motivos para pensar que la vacunación nos ha librado de consecuencias mucho más graves?
Bueno, sí, si hablamos en términos de muertes y hospitalizaciones. Si hablamos de consecuencias a más largo plazo, los datos ya no están tan claros porque no se ha hecho una recogida sistemática a nivel mundial de información del grado de inmunidad en la población ni tampoco de manera diferenciada, por ejemplo, cómo afecta a hombres y mujeres, etnias, etcétera.
¿Serán necesarios nuevos procesos de vacunación o, incluso, vacunarnos cada año?
En principio, esa es la sensación que tenemos. Sin embargo, si nos encontramos con olas cada tres meses y las nuevas variantes escapan, no es sostenible. Lo ideal sería desarrollar una vacuna que evite la infección a nivel de puerta de entrada.
¿Hay factores que indiquen que el virus se ha ido debilitando desde que apareció?
Más que debilitarse, se va adaptando a transmitirse mejor, a escapar de la inmunidad y a mantener infecciones crónicas. Incluso se ha comprobado que puede vivir en células del sistema inmunitario y dar reactivaciones. En mi opinión, a esto no se le puede llamar debilitarse.
¿Por qué unas personas lo pasan como si fuera un resfriado y otras, perfectamente sanas y jóvenes, arrastran consecuencias durísimas?
Fundamentalmente, por dos razones. La primera, el sistema inmunitario individual que depende de nuestra dotación genética, sexo, etnia y microbiota. La segunda, factores de riesgo individuales, tabaquismo, obesidad, colesterol alto, consumo de alcohol, etcétera. Todo esto aumenta la posibilidad de infectarse y de tener consecuencias graves. Llevar una vida saludable nos va a permitir infectarnos menos y enfrentar mucho mejor la infección.