A riesgo de ser repetitivos, la falta de gol continúa lastrando a una Real Sociedad que ha mejorado en bastantes cosas en Valladolid. Pero no fue suficiente. Y la explicación es bien sencilla, porque lo que no deja de ser recurrente, sobre todo desde la pasada temporada, es que al equipo se le escapan demasiados puntos al no demostrar la puntería suficiente como para marcar diferencias y plasmar en el luminoso su manifiesta, o al menos supuesta, superioridad. En condiciones normales, la Real se hubiese llevado los tres puntos del Nuevo Zorrilla, aunque haya varias cuestiones que ponen en entredicho esta afirmación. El equipo txuri-urdin no suele ser capaz de cosechar muchos éxitos en Pucela, donde no gana desde 2002. No se sabe muy bien por qué, ya que estos últimos años ha comparecido con bloques bastante mejores que el que presentaban los locales, pero, por una cosa o por otra, no regresó con la victoria. Cuando se repite tantas veces, deja de ser casualidad. Es más, es el único campo junto al Metropolitano en el que aún no ha ganado Imanol.
El Valladolid ha sufrido y visto cómo le encerraban durante muchos minutos en su área, sobre todo en el tramo central de la segunda parte, pero no se puede discutir que dispuso de sus opciones, además de una de las mejores ocasiones, por no decir la más clara, ya que Moro sí ha finalizado con un disparo entre los tres palos y solo el pie de Remiro ha salvado el empate. De haber acertado parecía muy complicado que los donostiarras llegasen a igualar en la media hora que quedaba por delante. Y, por último, en otro regalo por un error flagrante al nivel de los de las últimas semanas, en este caso de una pareja, ambos internacionales, la Real se queda sin marcar un gol que estaba hecho en el minuto 68.
Zubimendi se encuentra con un balón suelto, pero lo controla fatal y se ha puesto demasiado nervioso, lo que ha provocado que perdiera un tiempo precioso y cuando ha querido servirle en bandeja el tanto a Oyarzabal, este se había metido en fuera de juego. Por muy poco, su pie talla 48 no ayuda para estas cosas, aunque indiscutible porque lo ha corroborado el videoarbitraje. Así es muy complicado ganar partidos en Primera sea quien sea el rival que tengas enfrente.
Y estos tres argumentos ratifican que también es cuestionable la sentencia de que la Real fue mejor y debió llevarse los tres puntos. Si no marcas un gol al arcoíris, tal y como lo demuestra la demoledora estadística de solo tres dianas en siete partidos, el proyecto va a seguir avanzando con un rejón de muerte. No para torturarse con peligros trágicos que este equipo no va a correr, pero sí para quedarse muy lejos de las metas con las que se soñaba, como la sexta clasificación europea por primera vez en la historia del club. Lo más increíble de todo es que la dirección deportiva estaba dispuesta a comenzar con los mismos delanteros del curso pasado si no llega a salir Carlos al Cádiz. Un error de planificación que le va a perseguir hasta que Oyarzabal y Óskarsson empiecen a ver puerta...
Imanol ha sido consecuente con sus palabras de la víspera y ha movido al equipo. El técnico ha recuperado el rombo en un 4-4-2 que se puso tan de moda tras la lesión de Oyarzabal para concederle todos los galones posibles a Silva. En total ha hecho tres cambios, con la entrada de Aramburu por Aritz y de Becker y Óskarsson, que formaron pareja en la delantera. Sergio Gómez ha vuelto a variar de posición para actuar de lateral izquierdo y Kubo ha centrado su posición para ejercer de 10.
Aunque no ha estado brillante y ha sufrido una vez más un apagón bastante menor al de Mallorca, lo cierto es que la Real ha acreditado una notable mejoría y se tenía que haber ido en ventaja a la caseta. En los diez primeros minutos Becker, en un intento de vaselina, y Óskarsson, a pase de Kubo, que ha salvado Cenk bajo palos, y la posterior finalización con la zurda de Aramburu, que ha salvado un gran Hein, han podido marcar, pero ambas jugadas las hubiese anulado Cuadra Fernández por fuera de juego y por mano, respectivamente.
Moro, en una diagonal que culmina con un chut alto, y Óskarsson, en un servicio magnífico de Zubeldia que ha querido finalizar con el pie en lugar de con la cabeza, como parecía más sencillo, han sido los siguientes en estar cerca del gol. En el minuto 27, un gran pase de Kubo ha dejado a Becker solo desde su propio campo, pero, a pesar de que su gran velocidad le ha permitido alcanzar en clara ventaja el área, se ha empeñado en finalizar con la derecha, su último toque se le queda corto y se ha cruzado Amallah. En el descuento, un buen centro de Aramburu lo cabecea Becker y lo salva un atento Hein.
De la espesura al frenesí
Ya en la reanudación, lo que había sido un partido espeso y trabado se ha convertido en un continuo y frenético carrusel de ocasiones. Kubo no ha encontrado rematador a su fuerte centro; Sucic no ha enganchado un gran servicio de Sergio; Latasa ha buscado sorprender a Remiro casi desde su campo; Turrientes ha puesto un buen servicio, al que debió llegar el croata; y Remiro ha salvado el disparo de Moro, que se ha plantado solo desde la medular.
Todo eso antes de que saliera Oyarzabal. En el primer balón que ha tocado el 10, ha cabeceado fuera un servicio perfecto de Becker. En una jugada embarullada en el área local, Zubimendi no ha logrado esquivar a Hein para anotar, y un poco más tarde ha llegado la jugada clave, en la que los dos internacionales dejaron escapar un gol de forma incomprensible.
Pocos segundos después, Kubo ha encontrado a Becker y su gran chut a la media vuelta lo ha escupido el larguero. En el minuto 73, un testarazo muy forzado de Oyarzabal ha acabado con la ofensiva txuri-urdin demasiado pronto en la evidencia de que los cambios no han funcionado. En los minutos finales, el Valladolid ha reclamado un penalti de Sergio a Sánchez, que no lo pareció, y a Latasa se le ha escapado un cabezazo en boca de gol.
Solo dos equipos han marcado menos tantos que esta Real, el Getafe y el Valladolid. O lo que es lo mismo, los dos equipos podían haber estado jugando hasta que la expedición txuri-urdin partiera hacia Niza y el resultado hubiese el mismo 0-0. El optimista dirá que el punto es una buena base para la esperanza y el pesimista, que sin gol no hay esperanza. El término medio suele ser la actitud más apropiada cuando pintan bastos debido a una crisis en el comienzo del curso. La Costa Azul acogerá el miércoles la siguiente búsqueda del tesoro realista...