Cuesta creer que Froome y Dumoulin, referentes hace solo cuatro años, puedan regresar a su mejor nivel
Ganó Mohoric la Milán-San Remo y enseguida surgieron comentarios respecto a la supremacía eslovena en el ciclismo mundial. El muy buen corredor del Bahrain Victorious situó un monumento en la cúspide de su sobresaliente palmarés, mientras los dos grandes de su país consolidan año tras año un dominio que ya podíamos empezar a intuir allá por 2018. Durante aquella temporada, Primoz Roglic ganó Itzulia y Romandía, y además fue cuarto de un Tour de Francia en el que se llevó la etapa pirenaica de Laruns. Mientras, Tadej Pogacar vivía su segundo curso en edad sub-23 venciendo el prestigioso Tour del Porvenir y exhibiendo músculo con motivo de puntuales incursiones en el campo profesional: enfundado en el maillot del modesto Ljubljana Gusto Xaurum, se quedó a un paso del podio del Tour de Eslovenia. Solo le superaron en la general los citados Roglic y Mohoric, primero y tercero, así como Rigoberto Urán. Poca broma.
'vueltómanos'
En cualquier caso, si por aquel entonces nos preguntan a cualquiera quiénes eran los dos mejores vueltómanos del mundo, no habríamos dudado en señalar a Tom Dumoulin y a Chris Froome. Así lo apuntaban las sensaciones que ofrecían ambos en carrera, y también sus resultados. Venían de ganar Giro y Tour (respectivamente) en 2017, manteniendo ambos el nivel una campaña después: el británico se adjudicó entonces la corsa rosa con el neerlandés segundo, y transcurridos apenas dos meses volvieron a coincidir en el podio de los Campos Elíseos, plata el del Jumbo Visma y bronce el del antiguo Sky. Solo han pasado cuatro años y, precisamente por lo que fueron, duele verles penar así en el pelotón. Esta semana les está tocando hacerlo en Catalunya e Italia.
¿líder para el giro?
Comencemos por Dumoulin, debido a lo que su caso tiene de relevante. Al fin y al cabo, inició la temporada con el cartel de candidato al Giro de Italia. No tiene pinta ahora de que vaya a poder pelearlo. Disputando el de 2019, el neerlandés se pegó un leñazo que le dejó tocada la rodilla. Y así comenzaron los problemas actuales para recuperar un nivel óptimo. Estos, eminentemente físicos primero, se trasladaron luego a lo mental cuando Dumo dijo "basta" en enero de 2021 y colgó la bicicleta, lastrado por la presión. Varios meses de paréntesis le permitieron resetear y regresar con ganas de marcha, pero la cosa no termina de funcionar. Y eso que este año empezó bien. Tom fue tercero en la contrarreloj del UAE Tour, detrás de dos grandes especialistas como Bissegger y Ganna, para después reventar en la montaña y concluir 41º en la general. Superado ya el covid que le apeó de la Strade Bianche, esta semana volvía a ponerse un dorsal, en la Volta, concluyendo únicamente las dos primeras etapas. Abandonó en la tercera porque, según su equipo, "no se sentía bien".
133º del tour
Si el porrazo que ha determinado la carrera de Dumoulin se produjo en mayo de 2019, el que ha marcado la de Froome llegó un mes más tarde, en junio, reconociendo una crono del Dauphiné. Sufrió lesiones lo suficientemente graves como para dificultar de forma extrema su posterior puesta a punto. Pero es que parece que ha habido más. Tras tocar fondo en el pasado Tour (133º de la general en París superando solo a ocho ciclistas), Froome supo que compitió infectado de bilharzia, un gusano parásito que acostumbra a hacer de las suyas en África, Asia y América del Sur (el ciclista pasa largas temporadas de entrenamiento en Sudáfrica), y que estaría detrás de su bajo rendimiento durante todo el curso.
salarios
Conocida la causa de los últimos males, el británico encaraba el presente 2022 con ánimos renovados, hasta que una dolencia de rodilla durante el invierno le ha devuelto a la calle de la amargura. Todavía es pronto, pero su estreno competitivo en la Coppi e Bartali no invita al optimismo. Tras la tercera etapa de ayer, es 109º a 58:41 del líder Dunbar, aunque el problema no esta ahí. Reside, más bien, en que el rendimiento que ofrece contrasta con su astronómico salario. Mientras el citado Dumoulin no figura entre los 20 ciclistas mejor pagados del mundo, Froome percibe del Israel Premier Tech un sueldo anual de 5,5 millones de euros, solo por debajo de los seis que cobra Pogacar.
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