Arrate asistió el domingo a una carrera femenina de primer nivel mundial que apenas tuvo repercusión
Imaginen que el estadio de Anoeta alberga un partido de fútbol entre el Manchester City y el Bayern de Múnich. Que las pistas del Tenis donostiarra, en Ondarreta, acogen un duelo entre Nadal y Djokovic. O que Fernando Alonso y Lewis Hamilton se montan un pique de karts, un día de estos, en el circuito de Olaberria. Hablamos de ciencia ficción, cierto. Tan cierto como que dicha ciencia ficción, trasladada a la realidad, gozaría entre nosotros de un tirón incalculable. Y no. No proceden aquí las distinciones entre deporte masculino y femenino. Se trata de deporte, a secas y con mayúsculas. Un deporte que el pasado domingo celebró en Gipuzkoa un evento de primerísimo nivel mundial.
A eso de la una del mediodía, sobre el asfalto de la carretera que sube al Santuario de Arrate, andaban dándose mamporros ciclistas Anna Van der Breggen, Annemiek Van Vleuten y Elisa Longo Borghini, quienes completarían por este orden el podio del III Eibarko Hiria Sari Nagusia. El espectáculo que ofrecieron, sin embargo, terminó pasando más bien desapercibido para el gran público. El aficionado txirrindulari conoce bien cuál es la dimensión de los tres nombres citados. Pero, si hay algún despistado que haya caído por estas líneas, la captará con un simple vistazo a las dos fotografías adjuntas. Una de ellas corresponde a este fin de semana (arriba), al mencionado podio de Eibar. La otra (abajo), mientras, rebobina al pasado septiembre y plasma el resultado del Mundial de Imola. Sí, las protagonistas son las mismas.