Las vueltas grandes hay que valorarlas en su conjunto, asumiendo que los días de tedio vienen en el paquete
El Giro de Italia celebró ayer su 12ª etapa y el panorama de la clasificación general dibuja un pañuelo de seis favoritos en solo 42 segundos. Carapaz, Bardet, Landa, Hindley, Almeida y Pozzovivo demostraron con creces en el Blockhaus ser los ciclistas más fuertes de la carrera. Sin embargo, superado ya el ecuador, puede decirse que nada reseñable ha sucedido aún entre ellos, dentro de una prueba que hasta la fecha ha significado un ejercicio de eliminación: no sabemos quién ganará, pero sí tenemos claro quién ha quedado descartado. A Simon Yates, Tobias Foss, Tom Dumoulin y al retirado Miguel Ángel López, el rosa final de Verona les suena a chino.
lo normal
El balance hasta la fecha resulta más o menos el habitual a estas alturas de una vuelta grande, sobre todo del Giro, cuya última semana acostumbra a quitar el hipo (la de este año lo hace con todas las de la ley). Y también podemos tildar de muy normal el desarrollo de la carrera durante estas dos primeras semanas, incluidas esas etapas largas, prácticamente llanas y tediosas que tantas críticas despiertan hoy día. Eso sí, parece lógico también que encuentren semejante censura, en la era de YouTube y de los productos audiovisuales cortos. Si aseguran que las generaciones más jóvenes ya no aguantan los 90 minutos de un partido de fútbol, ¿qué decir de una carrera ciclista de seis horas con el pelotón tranquilo?
al revés del mundo
En este último sentido, cabe destacar que la dirección adoptada por el deporte de las dos ruedas durante los últimos años es justo la contraria a la que dictarían las nuevas tendencias. Para impactar y enganchar, los vídeos que circulan en las redes sociales deben resultar cuanto más breves mejor. Mientras, las pruebas ciclistas se abren a emisiones íntegras en directo, con horas de contenido casi vacío. Mucha gente pone ahora el grito en el cielo cuando presencia la clásica jornada de fuga intrascendente, ausencia de batalla y esprint final. Lo que pasa es que las grandes vueltas han sido siempre así. Nadie se quejaba cuando la televisión conectaba a 65 de meta, con el pelotón comenzando ya a acelerar. Y ojo, no se trataba de una cuestión de ignorancia: todos sabíamos o podíamos intuir cuál había sido el guion previo. Sin embargo, no nos lo teníamos que tragar. Ojos que no ven, corazón que no siente.
equipos invitados
Quizás la gran diferencia esté en que antaño, en Giro, Tour y Vuelta, competían casi una decena de equipos italianos, franceses y españoles respectivamente, todos con el cuchillo entre los dientes en la carrera de casa. Ahora, por el contrario, el elitista sistema World Tour reduce la presencia de escuadras modestas: acuden en número reducido, como invitadas y además se lo toman como se lo toman. De cara al presente Giro, el director del Bardiani advirtió de que sus ciclistas no iban a intentar entrar en fugas de esas que no van a ninguna parte, abocadas al fracaso, reservándose para escapadas de mayor calidad y mejores opciones. Los corredores empezaron haciéndole caso. Pero todo apunta, visto lo visto estos días, a que ha habido un cambio de chip en el conjunto transalpino, de puertas para adentro.
la conclusión
Los ciclistas del Bardiani se filtran ya en cortes poco llamados al éxito. Su director tenía toda la razón desde el punto de vista deportivo, pero es de suponer que el patrocinador lamentaría, en la primera semana del Giro, cómo su marca estaba pasando desapercibida. Con sus maillots verdes y morados dando guerra por fin, todo está en su sitio ya, aburrimiento incluido. Porque hay etapas que se nos hacen pelota a cualquiera. Pero toca asumir que los días de tedio vienen también en el pack. Las grandes vueltas deben analizarse de forma global. Y en esta falta todavía lo mejor. Paciencia.
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