Sodupe se despojó ayer domingo del casco y la chupa de cuero después de tres días cargados de actividades. El Harley Eguna culminó con la entrega de premios del octavo campeonato estatal de constructores y customizadores de motos en el que atronaron los aplausos para los participantes y la organización del Harley Davidson Club de Euskal Herria, que celebra su vigésimo aniversario. Qué mejor ocasión que hacerlo arropados por sus clubes hermanos de Catalunya y Canarias, otras agrupaciones llegadas a Enkarterri desde el resto del Estado, Alemania, Francia o Portugal y los vecinos que tomaron las calles para ver de cerca estas joyas del motor.
“Ya había ganas” de recuperar el evento en su formato habitual tras las fases más duras de una pandemia que mantuvo las motos aparcadas más tiempo del que los aficionados hubieran deseado, confesó Txema Lanzagorta, presidente de Harley Davidson Club de Euskal Herria, que pasó la mañana recorriendo la distancia que separa la Herriko Plaza, donde se instaló el escenario y tuvo lugar la entrega de premios, y el pabellón multideporte de la calle Pedura, sede de la exposición de talleres y de los aspirantes al torneo. El palmarés consta de “19 categorías” entre las motocicletas construidas prácticamente desde cero y otras transformadas con todo lujo de detalles a gusto de sus propietarios. “Nunca en las ocho ediciones del concurso nos había costado tanto deliberar, el sábado por la tarde nos pasamos tres horas pero, eso sí, estamos satisfechos con el resultado”, admitió el presidente del jurado, José Luis Sánchez, a quien acompañaron otros seis expertos. Pasadas las 12.30 horas la muestra a cubierto fue clausurada y los ganadores se dirigieron a la plaza en una vistosa procesión motera escoltados por el numeroso público a ambos lados de la carretera. Así, pudieron sacarse la espina del certamen de 2019, cuando el mal tiempo aconsejó organizar la clausura bajo techo. Los asistentes dispusieron de voz y voto en una categoría popular que se dirimió con la ayuda de un sonómetro que registró desde el escenario los decibelios alcanzados con los aplausos.
A lo largo de dos décadas, el Harley Eguna ha rodado por “Durango, Bilbao y Balmaseda” antes de asentarse en el núcleo urbano de Sodupe, perteneciente a Güeñes, que ya es sobradamente conocido entre los amantes del motor. Desde Catalunya Tere Montesinos y María Perea hace las maletas “todos los años” para tres días sobre dos ruedas en Enkarterri. El ambiente “nos encanta” y aprovechan “para quedar con las amistades que vamos haciendo entre otras agrupaciones”. Para ellas la Harley Davidson resulta imprescindible también en sus desplazamientos habituales “durante todo el año; mientras van en marcha se conducen muy bien y no importa el peso de la persona”. Ambas se encuentran “cómodas y seguras con la moto”. No tanto con el estado de algunas carreteras “con baches” y los guardarraíles que a veces representan “un peligro” para la integridad física.
Desgraciadamente, en este apartado “aún nos queda por trabajar”, asume el presidente del Harley Davidson Club de Euskal Herria. Aunque este fin de semana era para disfrutarlo. Cuando el ruido de los motores se aleja de Sodupe, en el club devuelven la visita a los amigos en sus respectivas concentraciones.
Ruta a El Pobal
Acrobacias con el piloto de stunt riding Edu Rodríguez, una ruta a la ferrería de El Pobal, Galdames y Balmaseda en la que rodaron más de 200 personas, un conmovedor desfile nocturno con antorchas en memoria de los motoristas fallecidos, parque infantil y conciertos animaron un evento en el que no faltaron puestos de venta de artículos relacionados con el mundo del motor. Como el del alicantino Ricardo Labrador. Sus imprescincibles para circular: “casco, guantes, pantalón y botas siempre adecuados, porque hay quien presta más atención a la moto que a la seguridad personal”. Últimamente “se vende mucho el material kevlar, que va bien contra la abrasión”. Ya se sabe, que la carrocería es el propio cuerpo.