“Era abrumadoramente la mejor”, advertía la directora Estibaliz Urresola en una entrevista concedida a este periódico al hablar de Sofía Otero, la actriz de 20.000 especies de abejas que despuntó en un casting realizado a más de 500 niñas. Esta impresión fue refrendada ayer por la Berlinale, que otorgó el Oso de Plata a la mejor interpretación a la pequeña basauritarra de 9 años, quien ha debutado en el cine dando vida a una niña trans. No ha sido el único galardón que se ha llevado la película de la cineasta alavesa, que ayer recibió el premio Guild Film Prize, que otorgan los exhibidores alemanes a la mejor película en competición en la Berlinale, previos a los oficiales del festival, además del premio de los lectores del diario Berliner Morgenpost.
La pequeña intérprete, que viajó hasta Berlín acompañada por su familia, además del equipo de la película, dio muestras de su naturalidad al subir al escenario y agradecer, muy emocionada y con lágrimas en los ojos, a todos aquellos de los que se acordó. “Gracias al jurado por concederme este premio tan -huy, no me lo creo- tan especial para mí”, dijo la niña, que subió a las tablas acompañada por la directora del filme. Dio las gracias, asimismo, al equipo técnico, a peluquería, maquillaje, dirección, producción, y a su familia. “A mis padres, a mi padre, Fernando Otero, el mejor padre del mundo entero, a mi madre, que la quiero con locura, a mis hermanos”, dijo, y agregó con desparpajo a abuelos, abuelas, tíos y tías, lo que arrancó las risas del público. El galardón fue entregado en la gala de los premios oficiales del jurado internacional, presidido por la actriz estadounidense Kristen Stewart, y con la presencia de la catalana Carla Simón, ganadora el año pasado del Oso de Oro por Alcàrras.
Estibaliz Urresola no dudó en confiar en las dotes interpretativas de la niña de 8 años en cuanto la vio actuar: “Vimos a más de 500 niñas pero Sofía Otero hizo unas pruebas asombrosas. Conseguía sorprenderme en cada sesión de casting, ofreciéndome nuevos registros. Su personaje hace un 90% de la película y pasa por muchos estados emocionales. Sofía Otero se desenvolvía con inmensa facilidad, integraba todas las indicaciones y variaciones. Era abrumadoramente la mejor Lucía posible con la que se podía soñar”, reveló a DEIA antes de partir hacia la capital alemana junto a otras actrices del reparto como Patricia López Arnaiz, Ane Gabarain, Itziar Lazkano o Sara Cózar.
El reto interpretativo al que se ha enfrentado la niña no ha sido cualquiera. Sofía Otero se pone en la piel de un niño que no se reconoce ni con el género ni con el nombre que se le ha adjudicado, Aitor, sino que siente nacer en sí la identidad de Lucía. Su madre Ane, sumida en una crisis profesional y sentimental, aprovechará las vacaciones para viajar con sus tres hijos a la casa materna, donde reside su madre Lita y su tía Lourdes, estrechamente ligada a la cría de abejas y la producción de miel. Ese verano que cambiará sus vidas obliga a estas mujeres de tres generaciones muy distintas a enfrentarse a sus dudas y temores.
“El filme narra el tránsito en la mirada de los demás hacia una niña trans, especialmente el de la madre, que está interpretada por Patricia López Arnaiz”, afirmaba la propia Estibaliz Urresola en la reciente entrevista concedida a este periódico, sobre la película que llegará a las salas de cine del Estado el próximo 21 de abril. A su juicio, “la película es un canto a la diversidad de identidades, de formas de quererse, de relaciones humanas y de creencias”. Según relató, el filme fue inspirado por el suicidio de Ekai Lersundi el joven ondarroarra trans que se quitó la vida en 2018. Este suceso, además de la carta que el adolescente de 16 años dejó escrita, conmocionó tanto a la cineasta que decidió poner su granito de arena para facilitar el camino a todos los niños trans que vinieran por detrás. “El cine puede ser una herramienta transformadora de las miradas y ayudar a romper límites mentales”, considera la cineasta, que entrevistó, a través de la asociación Naizen, a más de 20 familias con niños trans del rango de la edad de la protagonista de su película antes de escribir el guion.
Otros Premios
“El País Vasco es una parte importante de la película. Estamos muy orgullosos de haber traído el euskera a la Berlinale”, aseveró ayer la cineasta laudioarra al recoger el premio, previo a la gala en la que se leyó el palmarés, Guild Film Prize, que otorgan los exhibidores alemanes a la mejor película en competición en la Berlinale. La producción de la cineasta vasca fue distinguida “por su visión innovadora y su inspección del interior de una familia confrontada a la transexualidad infantil”, según destacó el jurado que representa a los exhibidores. “Es un placer recibir estas flores como símbolo de la diversidad”, señaló Urresola al levantar el galardón que reconoce a un filme rodado en castellano, euskera y francés, lo que ha supuesto que esta sea la primera ocasión en la que se escucha el euskera en dicho festival.
La película de Urresola recibió, además, el premio de los lectores del diario Berliner Morgenpost, que valoraron el “mensaje auténtico y fuerte” que lanza esa producción sobre la sociedad, a través de una niña que pide a su madre que la escuche. El anuncio de estos dos galardones precedieron a la gala de la noche en la que se entregaron los premios oficiales de la Berlinale. Sin embargo, el reconocimiento internacional a la película comenzó en su estreno, el pasado miércoles, cuando hubo una ovación de cerca de diez minutos en la sala de cine.
“Lo bueno de estrenar en un festival del calado de la Berlinale es que visibiliza mucho la película, hace que otros festivales miren hacia tu filme y lo consideren en sus programaciones. Al final hacemos cine para eso, para que se vea”, aseveró Estibaliz Urresola cuando tuvo conocimiento de que la película, producido por Gariza Films, Inicia Films y Sirimiri Films, iba a estrenarse en la Berlinale. “Es una puerta que te abre otras puertas. Espero que así sea”, señalaba la cineasta, quien, no obstante, se mostraba recelosa ante la posibilidad de que proporcione facilidades de cara a conseguir financiación para futuros proyectos: “La experiencia de otros compañeros me dice que no siempre allana el camino. He escuchado decir que hacer la segunda película muchas veces es más complicado que la primera”.
Es en el festival alemán, precisamente, donde se estrenó el año pasado -aunque no en la Sección Oficial- la película Cinco lobitos, de la cineasta barakaldarra Alauda Ruiz de Azúa, que desde entonces ha aunado el éxito de la crítica y del público. A punto de estrenar su segundo largometraje y pensando ya en su segundo guion original, la cineasta vizcaina demostró que se puede pisar fuerte con una ópera prima. La experiencia de Carla Simón, ganadora del Oso de Oro con Alcàrras, fue quizás más paradójica. La película de la catalana, nominada a 11 premios Goya, se fue de vacío en la gala celebrada hace dos semanas. “Vamos a ver qué resultados nos da pasar por la Berlinale para no anticiparnos”, apuntaba Urresola al respecto.
Por otro lado, la Berlinale ha premiado en la sección Encounters al film Samsara, en el que el cine vasco cuenta con participación. Este largometraje, dirigido por el gallego Lois Patiño y producido por Señor y Señora, se ha llevado el premio especial del jurado. En esta película, el director realiza una reflexión sobre la muerte desde el enfoque de la religiosidad budista. Asimismo, es reseñable el premio a la película del filósofo burgalés, asentado en París Paul B. Preciado, quien obtuvo el premio al mejor documental en los Teddy, orientados al cine LGTBI por Orlando, ma biographie politique. Además, el filósofo, que el año pasado comisarió una exposición en Azkuna Zentroa, se llevó el premio de los lectores del diario Tagesspiegel.