Durante todo el recuento el número mágico, los 68 escaños estuvo en el aire. Finalmente, a falta de lo que determine el voto del exterior en Lleida, con el asiento en disputa entre el PSC y Junts, la suma de los socialistas con ERC y los Comuns llega por los pelos a la mayoría absoluta.
Sin embargo, al candidato de Esquerra, Pere Aragonès, le faltó tiempo para proclamar que, tras sus desastrosos datos, no le quedaba otra que irse a la oposición. Si en las próximas fechas no hay cambio de postura, no habrá tripartito de izquierdas.
El otro pacto aritméticamente viable es el que conformarían el PSC y Junts+. Entre ambas fuerzas suman una mayoría absoluta amplísima, con 77 escaños. Sin embargo, a lo largo de la campaña Carles Puigdemont dejó claro que bajo ningún concepto haría president a Illa. Es más, llegó a comprometerse a que no pactaría con un partido que no es “amigo de Catalunya”.
Por su parte, el candidato del PSC cambió de postura respecto a un acuerdo con los postconvergentes. Si en un primer momento dio a entender que, bajo determinadas condiciones no lo descartaba, apemas 24 horas después reculó. Las críticas recibidas desde sus propias fila y, especialmente, las de los opinadores de izquierda le obligaron a rectificar.
Eso sí, al hacerlo, invirtió la carga de la prueba y señaló a los de Puigdemont. “Con Junts, no habrá pacto. Es obvio. Ellos mismos se autoexcluyen. Están en la lógica perdida de esta década y la mía es la de un gobierno fuerte. Son dos lógicas incompatibles”, afirmó, antes de acusar a la ahora primera formación del soberanismo de estar apostando por el bloqueo. “Puigdemont es bloqueo y década perdida”.
El soberanismo, lejos de la suma
Si prácticamente todas las encuestas, incluidas las dos que se hicieron a pie de urna, apuntaban a una mayoría, siquiera justa, de Junts, Esquerra y la CUP, los pésimos resultados de estas dos últimas fuerzas lo acabaron haciendo imposible.
Entre las tres formaciones que han liderado el procés suman 59 escaños, nada menos que 9 por debajo de los 68 necesarios. Y la pérdida porcentual es todavía más visible. De haber alcanzado más del 50 por ciento del voto independentista en 2020, ahora apenas llegan al 40, o al 43 si se incluye a Alinça Catalana, que se autodefinie también como soberanista, si bien pesa bastante más su ADN de extrema derecha.
Así las cosas, ocurra lo que ocurra con el disputado voto de Lleida, y tras escuchar a Pere Aragonès descartando el tripartito de izquierdas, salvo giro inesperado de los acontecimientos, no quedará más opción que repetir las elecciones.
Es el escenario que decía no querer nadie, pero el que se han trabajado a pulso todos los líderes de los partidos con alguna posibilidad de conformar un gobierno.
Es obvio que, si finalmente se vuelve a las urnas, ERC lo pagará con un nuevo desgarro, mientras que no queda claro que Junts, incluso beneficiándose del voto republicano, consiga un resultado que le sirva para volver a la Generalitat.
En cuanto al PSC, la lógica indica que que puede aumentar su ventaja de ayer, aunque de nuevo, sin posibilidades reales de gobernar.