Solo tiene diez años. Se llama Garazi. Nada más se sabe de ella, excepto que tiene un gran corazón y que quiere ayudar a quien lo está pasando mal.
Lo ha demostrado de una forma muy sencilla, la que está a su alcance. A la altura del número cinco de la avenida de Zumalakarregi, en el donostiarra barrio de El Antiguo, ha sujetado con cinta aislante un contenedor en el que, quien así lo quiera, puede depositar tapones de plástico que ella, a buen seguro con alguna ayuda, recoge para conseguir fondos con una muy buena causa: ayudar a un niño de su edad "que tiene una enfermedad especial".
Poco más que añadir. Con cariño Garazi ha escrito con su puño y letra la nota que ha pegado al recipiente, en la que pide y agradece la ayuda que puedan brindar quienes pasen por la zona.