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“Solo nos acordamos de la salud pública en pandemia, y detrás hay mucho que no se ve”

“Solo nos acordamos de la salud pública en pandemia, y detrás hay mucho que no se ve”
“Solo nos acordamos de la salud pública en pandemia, y detrás hay mucho que no se ve”

Donostia - Con una trayectoria de una década de trabajo en la Organización Mundial de la Salud (OMS), la carrera profesional de Itziar Larizgoitia abarca más de treinta años en organizaciones y sistemas de salud. Tras una dilatada experiencia en la mejora de la calidad de la atención médica y la seguridad del paciente, o la gestión estratégica de organizaciones sanitarias, ahora está a los mandos de la nueva Ley de Salud Pública que esta misma semana ha aprobado el Gobierno Vasco y que será sometida al Parlamento.

Han hecho falta 25 años para que Euskadi cuente con una ley de Salud Pública.

—En 2019 estaba muy avanzado un anteproyecto de ley que no pudo progresar porque se desencadenó la pandemia.

¿Qué retos persigue esta norma que acaba de recibir el visto bueno del Gobierno Vasco?

—Lo que intenta es poner en valor la salud pública, ordenar las funciones y las competencias de la salud pública en la CAV. También establece mecanismos de coordinación entre las instituciones y reconoce los derechos y deberes de la ciudadanía en este ámbito. Hasta ahora se carecía de un instrumento legislativo en Euskadi aunque sí hay una norma básica a nivel del Estado.

Abarca muchas disciplinas e integra a todas las administraciones, sociedad civil... Quieren ustedes acabar con la idea de que la salud pública es una cosa que solo le compete a Osakidetza.

—Exacto, y eso es muy importante reconocerlo y clarificarlo. Porque la salud pública es la del conjunto de la población. Cuando hablamos de salud, se visualiza un hospital o una bata blanca, pero la salud no se obtiene exclusivamente a partir de las actuaciones del nivel asistencial. Eso es solo una parte. En realidad, es el resultado de muchos factores. La salud depende de nosotros, de cómo vivimos, de lo que comemos, del ejercicio que hacemos.

¿Y cómo comemos? ¿Son nuestros hábitos de vida saludables?

—Estamos asistiendo a grandes cambios de patrones alimenticios. Y los índices de obesidad continúan aumentando y lo que es más grave, sucede entre población muy joven, por eso hay una elevada tasa de sobrepeso entre niños y jóvenes. Y eso es resultado de la alimentación y también de que el nivel de actividad física ha disminuido en términos globales. Pero la salud pública también depende de nuestro entorno, de nuestro bienestar emocional, y de muchas políticas públicas.

Sin embargo, y perdóneme la expresión, solo nos acordamos de la salud pública cuando truena. Siempre se termina asociando a una gran emergencia sanitaria como ha sucedido en los últimos dos años y medio con la pandemia de coronavirus.

—Sí, parece que solo nos acordamos de la salud pública en pandemia, porque ha servido para darle visibilidad, pero detrás hay mucho más que no se ve. Cuando vamos a un bar y comemos un pintxo, no vemos todo el trabajo que hay en seguridad alimentaria para que esté bien. Eso que se hace de puertas adentro forma parte de la salud pública como, por ejemplo, que tengamos unos sistemas de saneamiento eficientes con un agua de calidad. Hay mucha tarea por detrás. Lo que pasa es que no se ve y es mejor que no se vea porque eso quiere decir que la salud de la población está protegida.

¿Han aprendido de la experiencia de la pandemia para incorporar mejoras a la nueva ley?

—Por supuesto. La pandemia ha sido única en nuestra generación. En cien años nunca había habido algo de esta dimensión. Y eso nos ha permitido darnos cuenta qué hace falta desarrollar para poder dar respuesta a una alerta de esta magnitud y, por ello, se ha adecuado el texto en este sentido porque no se preveía que en el siglo XXI pudiera ocurrir algo de semejante gravedad. Por eso se han incorporado nuevos aspectos, por si ocurriera algo parecido en los años venideros, que ojalá no suceda.

¿Como cuáles?

—Por ejemplo la respuesta ante emergencias sanitarias, que se ha actualizado completamente. Y la respuesta tiene mucho que ver también con la intersectorialidad, y la coordinación entre diferentes instituciones. Y sobre todo hemos aprendido a reconocer de una manera clara la interrelación de la salud con el medio ambiente. La relación que hay entre los seres vivos, la fauna, con la salud humana. Lo que ahora se está llamando una sola salud para reconocer que para que las personas tengan salud hay que contar con la salud de todo el planeta.

En pleno verano no puedo evitar preguntarle sobre el hecho de que muchas playas estén siendo declaradas libres de humo. En Barcelona, de hecho, no se deja fumar en ninguna. ¿Qué sucede en Euskadi?

—En Euskadi lanzamos una campaña de sensibilización y una invitación para que hubiera espacios libres de humo. Se invitó a entidades locales, y a la ciudadanía a respetar esos espacios. Son, por ejemplo, espacios donde acuden menores y el objetivo es desnormalizar el consumo del tabaco. Dentro de esos entornos municipales, hay unas 16 playas cuyas corporaciones las han designado como libres de humo. Y estamos también haciendo una campaña de seguimiento para ver el grado de cumplimiento.

¿Y la ciudadanía colabora? ¿O van a optar por penalizar a los infractores?

—Nuestra intención en estos momentos no es la de prohibir sino la de establecer alianzas, la de invitar y convencer de que es mejor no fumar. Para las personas y para el medio ambiente. Además de los peligros del humo del tabaco, hay que ser conscientes de los daños que generan las colillas en un medio tan vulnerable como la arena de las playas y los océanos.

2022-08-01T08:24:03+02:00
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