Tres orejas por coleta se repartió únicamente la terna que se enfrentó en Pamplona a una notable corrida de la divisa gaditana de Fuente Ymbro, en la que destacaron especialmente los bravos y enclasados ejemplares lidiados en los lugares impares, que propiciaron un éxito mucho mayor.
Daniel Luque se enfrentó ya en primer lugar a uno de ellos, un toro hondo y cornalón que rompió a embestir con profundidad desde que salió a la arena y al que el sevillano hizo una faena aseada pero de escaso poso, por la que, pese a todo, se le pidió una oreja que no concedió la presidencia.
La Monumental la toma con el presidente por negarle la oreja a Luque
Si se la cortó al cuarto, cuya muerte brindó a Jesulín de Ubrique, por un trasteo de mayor mérito, una vez que, sin quitarle la muleta de la cara, supo sujetar la acusada querencia del animal hacia chiqueros hasta conseguir que incluso sacara su mejor fondo y poder lucirse así en la segunda parte de la obra.
Tampoco obtuvo trofeo José Garrido del segundo, un toro escarbón y al que faltó clase y celo, sin que, pese a su empeño, el extremeño lograra con él nada lucido.
Pero para compensar le cupo en suerte "Infortunado", con más trapío por delante que en los riñones y que será uno de los toros que cuenten a la hora de elegir al más bravo de la feria, dados el ritmo, la entrega y la profundidad que tuvo en sus repetidas y prontas arrancadas.
Descolgó siempre el bravo toro su hocico a ras de arena sin encontrar una respuesta adecuada de su lidiador, que lo pasó con ligereza y sin apurar su largo recorrido salvo en un puñado de naturales, mientras que el de Fuente Ymbro siguió arrancándose de largo hasta a las manoletinas finales con las que Garrido buscó por la vía del efectismo esa insuficiente oreja.
Tampoco Álvaro Lorenzo apuró la rítmica bravura del tercero, un astado abierto de pitones al que pegaron mucho en varas, pero que aguantó un largo trasteo sin guardarse ni una sola embestida a una muleta que el toledano manejó con pulcritud pero sin el suficiente mando y con visible distancia en los embroques.
Se llevó Lorenzo otra oreja por los pelos tras matar a la primera -lo que en esta feria provoca automáticamente la petición del trofeo- que ya no pudo doblar con el sexto, el único de los de Fuente Ymbro que no corrió el encierro y que, de feas hechuras, se movió sin celo y de manera tan insulsa como lo toreó su matador.