Vecinos y vecinas de Sorauren aseguran vivir “intranquilos y con miedo” desde que se inauguró, el pasado mes de abril, uno de los tramos del nuevo trazado de la N-121-A (el denominado 2+1), que llevó consigo la construcción de dos rotondas, una a la entrada y otra a la salida de la localidad. “Ahora los coches salen de la carretera nacional y entran al pueblo para adelantar a los camiones, en paralelo. Lo atraviesan a toda velocidad y se ahorran dos o tres vehículos, aunque también hay camiones que entran para adelantar a otros que van más lentos o, simplemente, porque se despistan. Es una locura”, denuncian.
Todo para ganar tiempo, a cualquier hora del día y en plena travesía principal, una en la que se condensa la vida residencial y que sirve, muchas veces, como espacio para el juego de los más pequeños. En un municipio que cuenta con apenas 200 habitantes, “es una calle con mucha vida porque une las casas con el frontón, la posada y el río. Separa el pueblo de la única plaza de la que dispone Sorauren. En varias ocasiones ha habido riesgo extremo de atropello a niños y niñas que se encontraban cruzando la calle –los vehículos en ocasiones superan los 100 kilómetros por hora–, puede ocurrir una desgracia y cuando ocurra ya será tarde para hacer nada”, lamenta la vecina Andrea Bella.
Y es que “ya ha habido varios avisos, hemos tenido más de un susto. Hace unos días casi atropellan a tres adolescentes. El lunes por la noche a otra niña, y hace poco hubo un accidente de tráfico: un vecino que se iba a meter en el garaje fue embestido por un coche que iba a toda velocidad, se lo llevó por delante y el coche fue declarado siniestro total”, relata. Es un problema que ha surgido desde que hicieron el desdoblamiento, dice, “antes no existía”.
Denuncian los vecinos que “se realizan carreras de coches ilegales, incluso se ha necesitado en ocasiones la intervención de la Policía Foral”, y demandan una solución. Intentaron ponerse en contacto con el Defensor del Pueblo, “recogimos más de 100 firmas y presentamos un escrito al Gobierno de Navarra en el que les pedíamos que redujeran la velocidad de la vía a 30 km/h máximo. Es de 50 pero no lo respeta nadie”, señala el presidente del concejo, Fermín Orbegozo.
También pidieron colocar señalización convencional y una señal luminosa con detector de velocidad-presencia, que se ilumine al paso de vehículos (similar a la existente en Lizaso) o un semáforo, y la colocación de 4 badenes o pasos elevados, reductores de velocidad a lo largo de la calle principal, desde el inicio del pueblo hasta la salida. Un radar, pasos de peatones señalizados, iluminados (y con badén previo) ya que desde la nueva urbanización hasta el centro del pueblo no hay posibilidad de caminar por una acera ni cruzar por un paso de peatones e incluso prohibir a los camiones el tráfico por las calles del pueblo y colocar una señal que así lo detalle. “Aunque con los badenes nos bastaría, se trata de tomar alguna medida –reconoce Orbegozo–. Es necesario, desde que abrieron la carretera cada día está aumentando más la velocidad de los coches, son vehículos de gente habitual que pasa todos los días y no respeta las señales. En verano hay mucho crío y les da igual”, critica.
El Gobierno foral les “denegó” esa petición, “nos dijeron que no procedía”. Vamos a hacer otro escrito, estamos en contacto con el alcalde del valle para encontrar una solución. Estás tranquilamente sentado en un banco y de repente oyes el ruido, la velocidad, te levantas de golpe pensando que ha pasado algo... Y así todos los días, estamos con miedo. No harán nada hasta que pase algo, y después ya será tarde”.
El último sobresalto se lo ha llevado el vecino Daniel Iribarren, después de que un vehículo casi atropellara a su hija de 8 años. “Iba con un patín por un extremo de la carretera y al cruzar vino un coche. No frenó, así que ella se tuvo que tirar a la acera. Recriminamos al conductor pero pegó un acelerón y salió zumbando”. La pequeña se quedó en el suelo “y con el susto en el cuerpo”.
Cuenta Iribarren que son conductores “que conocen la carretera y saben que por ahí pueden adelantar, pero para eso hace falta ir a una velocidad imprudente. Pasa todos los días”, asegura, y señala que “los coches se pueden encontrar con niños en bici, con un tractor que está saliendo y con cualquier cosa. Para los vecinos y vecinas es una calle más del pueblo en la que antes no había apenas tráfico. Y ahora te puedes encontrar un camión, que a 60 km/h por medio del pueblo impone bastante. Tenemos miedo porque ha cambiado mucho la dinámica, está saltando la alarma. Se han pedido soluciones pero se nos ha denegado todo, y no entendemos porqué”.
Titularidad de la vía
Desde el departamento de Cohesión Territorial del Gobierno foral, conocedor de esta problemática, han avanzado a este periódico que han estudiado las medidas propuestas por los vecinos y el Consistorio. La reducción de la vía a 30 kilómetros por hora será posible cuando el Ayuntamiento solicite la titularidad de la travesía, explican, ya que al existir ahora una variante es posible realizar el cambio, que la vía urbana pase a ser de titularidad municipal, y limitarla. De lo contrario, como sucede en la actualidad, se considera carretera general y su velocidad no puede estar limitada.
Sobre la instalación de paneles, señales y pasos elevados, han comunicado que corresponde a la entidad local su colocación y financiación, previa autorización del emplazamiento por parte de la dirección general de Obras Públicas, aunque de momento el departamento “no ha recibido ninguna propuesta, por lo tanto no puede autorizar estas medidas”.
No obstante, a raíz de las quejas vecinales, Policía Foral ha establecido este miércoles un control en la travesía para detectar velocidades superiores a 61 km/h, lo que no ocurrió en ningún caso mientras estuvo activa la medición.