Una vez más, el calor ha intentado amenazar a la Fiesta Joven del parque Padre Baztán, el emplazamiento desde donde hace cinco años se celebra una de las pocas fiestas destinadas en exclusiva al público joven. Y una vez más, el calor ha fracasado y no ha conseguido desanimar a la increíble multitud de jóvenes que, desde las 18.00 de la tarde y hasta cerca de la medianoche, se acercaron a disfrutar de la fiesta acompañados de abanicos, gorras y bebida fresca para hacer frente a las altas temperaturas.
Este año, han sido los Dj’s Juan P., Alberto Rodrigo y Marcos Rodríguez los encargados de pinchar los últimos hits de Bad Bunny, Aitana, Bad Gyal y Rauw Alejandro. Ellos, jóvenes pero curtidos en mil fiestas, supieron compaginar los nuevos éxitos con los temazos de siempre. Desde la Gasolina de Daddy Yankee hasta Tití me preguntó de Bad Bunny. Grandes éxitos, en su mayoría de reguetón, que satisficieron las demandas de un público entregado, pero exigente.
Imán Masfene, una joven de 24 años, destacó especialmente que “pusieran música vieja”, algo que le encanta. Un comentario que, en general, fue muy repetido entre otros jóvenes, que preferían bailar Lo que pasó pasó o Baila Morena a cualquier otra cosa. Aun así, tampoco faltaron las críticas. Andrea Elizondo, que lleva acudiendo desde hace casi una década al evento, criticó que “hubiera pocos baños para tanta gente”, lo que provocaba largas filas de espera, especialmente para las chicas, que tienen más difícil encontrar un lugar entre el monte si las filas se acumulan. Por su parte, otra joven llamada Arantxa Rodríguez destacó que “a partir de las 21 se podía estar mejor gracias al cierzo”, que casi duplicó la valiente multitud que se había acercado a primera hora de la tarde.
La heredera de la extinta comida popular, que terminó muriendo de éxito, obligada a trasladarse de Herrerías ante la multitud congregada y despreciada ante el cambio de localización, ha conseguido hacerse un hueco entre los jóvenes riberos a pesar de que este ha sido el segundo año que no se ha celebrado la tradicional comida organizada por las peñas. Debido al parón pandémico, una importante mayoría de asistentes se estrenaban en estas fiestas y pudieron comprobar de cerca la dureza del calor, que en otros años ha convertido a Tudela en el decorado perfecto para rodar un capítulo de The Walking Dead.
A media tarde, numerosos jóvenes subían con sus carros y cestas las bebidas, vasos y hielos para hacer botellón, preparados para su día grande. Sin embargo, muchos comprobaban desilusionados que debían hacer botellón fuera del recinto, porque dentro no estaba permitido introducir botellas de ningún tipo. Por ello, era fácil encontrarse a chicos y chicas apurando con rapidez el katxi si sonaba una canción que les gustaba y que tenían “la obligación” de bailar. Algunas incluso tuvieron que sacrificar su bebida en las inmediaciones, deseosas de entrar dentro para no perderse ni un solo “temón”. Para muchos, este acontecimiento es el único destinado a los jóvenes y reclaman que, por lo menos, se organice un evento diario que sea para ellos.
Lo cierto es que, en esta ocasión, el Ayuntamiento ha preparado varios conciertos con Dj’s, que han venido a sustituir a las desaparecidas celebraciones de Ribotas, que fueron canceladas por falta de seguridad. Sin embargo, las alternativas a este modelo brillan por su ausencia y son las peñas y asociaciones como Tuteran Jai las que promueven actividades propias que potencien otra forma de entender las fiestas y que están destinadas a otro tipo de públicos.
Al llegar la noche, cuando el alcohol surgía efecto y el calor desaparecía, los jóvenes se desperdigaban por las calles de la localidad, dispuestos a continuar la fiesta y de seguir sudando juventud.