El Betis-Sevilla, partido de los octavos de final de la Copa del Rey, ha sido suspendido por el árbitro Ricardo de Burgos Bengoetxea después de que una barra -aparentemente de plástico- lanzada por un aficionado desde la grada impactase en la cabeza del jugador del Sevilla Joan Jordán, que quedó aturdido y tuvo que ser atendido durante varios minutos sobre el césped del estadio Benito Villamarín.
El colegiado del encuentro estuvo dialogando con los delegados y entrenadores de ambos equipos durante más de diez minutos hasta que decidió detener el partido a los 40 minutos de la primera mitad. El técnico nervionense Julen Lopetegui no dejó de pedirle explicaciones y finalmente optó por la suspensión del encuentro.
De Burgos Bengoetxea envió a todos los futbolistas al vestuario a la espera de una decisión definitiva, que -tras 45 minutos de reunión con entrenadores y capitanes- fue la suspensión del partido y su reanudación en una fecha a comunicar por la Real Federación Española de Fútbol.
El Betis, que tardó varios minutos en meterse en los vestuarios, acabó también en la bocana y finalmente salió al césped para saludar a sus aficionados y agradecer que no abandonasen el estadio durante esa incertidumbre. El partido se interrumpió con 1-1 en el marcador tras los goles del Papu Gómez y Nabil Fekir.
La RFEF anunciará una nueva fecha y es posible que sea este domingo cuando se retome el choque a partir del minuto 39, justo cuando fue detenido por la agresión de un aficionado. El lanzamiento se produjo desde el fondo sur del estadio bético, que será sancionado tras lo acontecido este sábado.
Hasta la suspensión, el partido estaba siendo precioso. El Betis puso más argumentos que su rival, pero acabó encajando el 0-1 tras un disparo sensacional del 'Papu' Gómez tras un robo de Óliver Torres. El equipo de Manuel Pellegrini siguió por el mismo camino y encontró el empate con una auténtica obra de arte: un gol olímpico.
Su autor fue Nabil Fekir después de un golpeo exquisito y sorprender al meta sevillista Alfonso Pastor. Ese gol generó el éxtasis de la grada y el lanzamiento de la barra que acabó impactando en Jordán y con la suspensión del derbi sevillano.