Hace más de 50 años que los pamploneses y visitantes disfrutan de un minizoo en el centro histórico de Pamplona, un sistema que forma parte de las vivencias de los ciudadanos desde hace décadas, y del patrimonio cultural y naturalístico de la ciudad. Aprovechando el espacio de zonas verdes que se intercalan en los elementos de la fortificación moderna de la ciudad, en el revellín de San Roque, se puede asistir día a día al paso de las estaciones desde el punto de vista botánico, pero también desde el del ciclo natural de vida de los animales.
En estos momentos 281 animales forman actualmente el minizoo de Taconera, entre rumiantes (8 ciervas), diversas especies de anátidas (148), gallináceas (123) y el grupo de roedores representado por tres ardillas. Son animales supervisados desde el punto de vista veterinario y a los que se cuida y alimenta desde el Servicio de Inspección Alimentaria y Zoonosis del Ayuntamiento de Pamplona.
Esta dotación municipal está atendida por personal veterinario del servicio y por tres cuidadores. Las labores diarias del personal a cago consisten en limpieza y mantenimiento del recinto, alimentación y vigilancia del estado de los animales, además de realizar algunas labores de jardinería. Las estaciones, en el minizoo, traen afanes diferentes, como tareas de jardinería en primavera, limpieza en verano o recogida de hojas y mantenimiento de las instalaciones en otoño e invierno, respectivamente.
ZONA ACOTADA
El día empieza muy temprano en Taconera porque a las ciervas se les alimenta con pienso especial a primera hora del día en una zona acotada para evitar que accedan al alimento del resto de animales, aunque luego a lo largo del día pastarán por su cuenta en las praderas del revellín. Las aves, sin embargo, comen cereal dos veces al día, aunque a cada tipo de animal se le presenta el alimento de forma diferente: hay quien la come en tierra y quien prefiere “pescarla” remojada en el agua del estanque. Mochas de las aves complementan su dieta con algas y pequeños crustáceos que nacen en el fondo de los estanques, unos espacios que también requieren de mantenimiento y limpieza periódica.
Actualmente cisnes, ocas, ánades, pavos reales, gallinas de guinea, pavos comunes, faisanes, ardillas y ciervas, entre otros, conviven y se desarrollan ante una ciudadanía que antaño también podía contemplar en este espacio ciervos machos con grades cornamentas, cabras hispánicas que con su tendencia a trepar para ramonear hacían peligrar el cordón de piedra que remata la muralla, e incluso hubo gamos, conejos y jabalíes. Más de seis décadas de manejo del espacio han dado para muchos cambios, algunos voluntarios, pero otros forzosos como la eliminación de los ciervos macho que habían llevada a la manada a una consanguinidad excesiva.