Somos lo que comemos y, con el auge de procesos más industrializados, que permiten abaratar costes y ahorrar tiempo, nuestra salud ha cambiado. La industria alimentaria ha vivido una auténtica revolución aunque, desde la pandemia, los negocios artesanales están viviendo un nuevo florecimiento. A la elaboración artesanal -y diaria- de pan se dedican en Tahona Uribe, un negocio familiar con locales en Santutxu, Erandio, Astrabudua, Derio y Barakaldo a los que, próximamente, se sumará una nueva apertura en Sestao.
Ibon Ojinaga, que regenta el negocio junto a su padre Pablo, ha defendido en Onda Vasca con Txema Gutiérrez la importancia de la materia prima y la calidad de los ingredientes: "Antes se trabajaba de forma más tradicional pero, con la industrialización y la llegada de aditivos, conservantes y lo que viene siendo lo químico, nos van saliendo enfermedades derivadas del consumo moderado y reiterado de esos aditivos". Hablamos de resistencia a la insulina, alergias, inflamación, malas digestiones...Por ello, insiste, "es importante que nos demos cuenta de qué estamos comiendo".
La diferencia, en el caso del pan, es abismal. Frente a las harinas refinadas y un tiempo de elaboración de, en algunos casos, una hora, en Tahona Uribe dedican un mínimo de 12 horas -y un máximo que puede llegar a las 24 horas- a este proceso. Sin aditivos ni aceleradores de fermentación, con harinas de calidad y gran aporte nutricional y un catálogo que incluye panes 100% integrales, de espelta, pasas y nueces, maíz, centeno, y trigo sarraceno, entre otros.