Aladino Colín Rodríguez (León, 12 de febrero de 1958) contesta cuando le preguntan que él lo que siempre quiso ser es abogado. Pero ha sido más cosas: jefe de gabinete, letrado del Parlamento, portavoz del PSN y consejero de Presidencia e Interior del Gobierno socialista al que le tocó desarrollar el recién aprobado Amejoramiento. “Fui un auténtico privilegiado porque estaba todo por hacer”, dice, recordando aquella época, a la que cree que muchas veces no se le hace justicia y que compara en magnitud histórica con 1512 o la Ley de Confirmación de Fueros de 1839. Para él, ese verano de 1982 fue el salto definitivo a la administración democrática. Cuarenta años después, cree que a la Lorafna hay que juzgarla por sus hechos: “Ha hecho que seamos una de las comunidades más prósperas, y lo mejor que se puede decir es que ha hecho que toda la vida política haya transcurrido con normalidad”. Si por él fuera, dejaba el Amejoramiento como está por lo menos “otros cuarenta años”.
En 1982 usted tenía 24 años. ¿Cómo recuerda aquella época?
–Terminé la carrera en 1980 y recuerdo aquella época como un momento histórico irrepetible. Vivíamos la caída de una dictadura y podíamos participar de la llegada de la democracia. Para mí, la promulgación del Amejoramiento fue un éxito de la democracia. Tanto del país como de Navarra.
¿Nos cuesta entender la efervescencia de aquella época?
–Algo de responsabilidad tenemos los que protagonizamos aquello. Fue un cambio de paradigma pese a la pervivencia del terrorismo. Creo que aquella época fue mucho más importante de lo que hemos sido capaces de explicar a nuestros hijos. Quizá dentro de 100 años se reconozca la importancia de esos días.
¿Falta algo de perspectiva?
–Quizá sí. Pero es un acontecimiento que está al nivel de 1512, de la Ley de Confirmación del Fuero, de la ley paccionada. La mirada más aguda y crítica quizá se deba a que los protagonistas de aquello todavía están vivos, y siempre hay gente más y menos contenta. Mientras los protagonistas están vivos, siempre es más difícil sedimentar la historia.
Estuvo en la primera línea de la política desde 1984, cuando obtuvo acta por el PSN.
–Estaba absolutamente todo por hacer. Fue fascinante. Siempre lo digo: fue un honor histórico, algo que ocurre una vez en la vida de una generación. En Navarra sedimentó en una ley orgánica los deseos de autogobierno en un pacto con el Estado. Me parece algo importantísimo. Nosotros tuvimos el privilegio de poder ponerla en marcha. Transformar la Diputación foral, que venía del antiguo régimen, en un gobierno democrático y nuevo.
Una administración democrática no se parece en nada a una franquista.
–La Administración era más pequeña. El gran salto se produce con las transferencias de Educación y Salud. Lo importante era crear una estructura de Gobierno que estuviera bajo control parlamentario. Y todos, desde el presidente hasta el último funcionario, debía saber que su actuación iba a ser fiscalizada. Ese es el fundamento del Estado de derecho.
Tras cuarenta años, ¿qué balance se hace del Amejoramiento?
–El mejor juicio son sus resultados. Y están ahí. El Amejoramiento ha facilitado la convivencia entre nosotros pese al problema del terrorismo. Ha hecho que seamos una de las comunidades más prósperas, el funcionamiento de las instituciones ha sido normal. En esta normalidad han gobernado la derecha, la derecha en solitario, la derecha con el partido socialista, el partido socialista, el nacionalismo… Y desde el punto de vista de la economía, tenemos una de las mayores rentas per cápita. El balance tiene que ser positivo.
¿Recuerda las voces en contra? Se hablaba de cesión de soberanía, de falta de transparencia y participación, de que era un traje a medida de la derecha.
–Se vivió como muchas de las cosas que hemos vivido en nuestro país, con mucha pasión, con mucha carga emocional. Veníamos de la dictadura. Pero creo que el producto final es una buena síntesis. Creo que recoge un mínimo común denominador bastante racional.
¿Cree que esos hechos han motivado cambios de opinión en los sectores que eran reacios en 1982?
–En las jornadas que organizó el Parlamento con motivo del aniversario, desde UPN hasta EH Bildu valoraron positivamente la Lorafna. Obviamente, algunos pensamos que no hay ninguna necesidad urgente de reforma. Otros piensan que sí, y que faltan muchas cosas. El socialismo navarro creía que la bilateralidad del Amejoramiento era una fortaleza. Pasado el tiempo, creo que lo hicimos razonablemente bien. Soy de los que piensa que, con su armazón fundamental, puede vivir otros cuarenta años tranquilamente.
¿Necesita una reforma el Amejoramiento?
–Honestamente, no lo creo. El mejor favor que se puede hacer a nuestro autogobierno es profundizar en la mejora de nuestros servicios públicos. Y creo, por lo demás, que todas las fuerzas del Parlamento esto lo tienen bastante interiorizado. Tenemos un sistema de salud fantástico, pero tenemos que hacer un esfuerzo por que no baje el nivel un milímetro. Tenemos tres universidades, un sistema concertado y público potentísimo. El Amejoramiento nos da herramientas para afrontar los nubarrones que vemos en el horizonte, como el envejecimiento y la situación de la pirámide poblacional. Prefiero hacer autogobierno que pensar autogobierno.
En los últimos años ha habido atasco de traspasos competenciales, incluso con recursos ante el Constitucional. ¿Por qué se producen?
–En realidad, como comunidad hemos tenido pocos recursos de constitucionalidad. Tampoco tenemos que rehuir el conflicto: en las sociedades democráticas no es un problema, porque solo desde ahí se avanza. A mí nunca me ha preocupado.
¿Ha seguido el traspaso de Tráfico?
–No conozco los pormenores ni sé por qué no se ha hecho. Pero también creo que hay algo importante: y es que la transferencia va a llegar. ¿Que puede haber resistencias por cuestiones de organización y porque es un tema sensible que tiene que ver con la seguridad? Pues puede ser. Pero lo relevante es que va a llegar.
El discurso de aquel verano del 82 estaba copado por UCD, por UPN, ¿qué papel tuvo el PSOE?
–El PSOE siempre ha aportado un papel, desde el punto de vista de la sociología electoral, muy centrado. El Amejoramiento buscaba el punto de equilibrio entre el centro derecha, la izquierda a nuestra izquierda y el nacionalismo. Nuestro papel siempre fue, y creo que hay que valorarlo, el de buscar la posición de equilibrio en una tierra que es el paradigma de la diversidad.
Habla de nacionalismo. ¿Cómo se veía entonces la transitoria cuarta y cómo se ve hoy?
–Se buscó una solución que facilitara aprobar la Constitución. Insisto: hemos vivido sin sobresaltos. En aquel momento, en el que se tenían que tomar decisiones, se tomó una decisión sensata. Y el ejemplo es que ha servido. La prueba es que no ha habido ningún choque de trenes. Ahora, de vez en cuando, por razones de coyuntura política, sobre todo electoral, se pone encima de la mesa. Pero es un debate que no está en la calle. Se puede poner encima de la mesa de los políticos. Pero es un debate inexistente, y para mí las cosas están bien como están. Así que acabaría diciendo que larga vida al Amejoramiento.