Los equipos son un estado de ánimo. Hace semanas hubiese sido inviable que el Baskonia saliera vivo del Astroballe, pero la inercia positiva en la que anda sumido ahora el conjunto de Neven Spahija le permitió edificar su tercer triunfo consecutivo. Tras un amago de desfondamiento en el cuarto final (62-57), llegó a tiempo la reacción que posibilitó una nueva alegría ante un mermado Asvel que, eso sí, llevó al límite a los gasteiztarras.
Porque tuvo que bajar al barro el Baskonia para hacer realidad su objetivo en una pista que estuvo a punto de atrangantársele. Sin embargo, con buenas dosis de oficio y un triple letal de Giedraitis a falta de un minuto sorteó la emboscada que le tendió el anfitrión galo. Las matemáticas todavía hacen posible el sueño del Top 8, más si termina consumándose la expulsión de los clubes rusos de la Euroliga.
No fue un éxito tan vistoso como ante el Real Madrid o el Anadolu Efes, pero igual o más valioso apreciadas las apreturas de un partido en el que, si bien el Baskonia fue por delante durante más de 30 minutos, nunca se sintió cómodo ante los pesados grilletes galos.
El cansancio hizo mella y los recursos en manos de Spahija no son ilimitados, pero ello no fue óbice para rescatar otro triunfo que mantiene intactas las esperanzas continentales.
El partido amaneció con sobresaltos en el plano físico en ambos bandos. Si Spahija perdió por precaución a Granger por un golpe en el dedo de un pie, mucho más severas fueron las ausencias de Kahoudi, Jones (fiebre) y Fall (molestias en el pie) en las filas del Asvel, también privado desde hace semanas de su estrella en el timón (Okobo).
El arranque no fue prolífico en cuanto a producción anotadora, especialmente en el anfitrión, aunque el Baskonia no fue capaz de abrir una brecha importante en el marcador pese a dos triples iniciales de Baldwin. El estadounidense se vio obligado a jugar los trece primeros minutos por la falta del uruguayo y eso lo acusó con un rendimiento más intermitente que en jornadas precedentes. En su lugar, Kurucs sufrió lo indecible para dar criterio al baloncesto azulgrana pese a alguna conexión esperanzadora con Costello.
El encuentro resultó soporífero en muchas fases, con dos equipos atascados en estático e incapaces de salir al galope salvo en contadas ocasiones. Wembanyama, el niño prodigio del baloncesto francés, causó por momentos estragos en las defensa alavesa y demostró que es carne de la NBA a corto plazo. Gracias a su colosal envergadura y un juego aéreo sin parangón a estos niveles en Europa, propició los momentos de mayor agobio en la velada.
Si bien amagó con el despegue en ciertos tramos y Peters brindó esporádicas soluciones desde el 6,75, el Baskonia no acabó de satisfacer su objetivo pese a las evidentes limitaciones ofensivas del Asvel. Las ventajas para los alaveses se estabilizaron en el tercer cuarto en torno a la decena de puntos gracias a la fase más dulce de Fontecchio, cuyas plásticas suspensiones abrieron el principal socavón en el engranaje defensivo galo.
El italiano –omnipresente en todas las facetas y brillante incluso en las facetas más oscuras– y el citado Peters suplieron la falta de mordiente de Giedraitis, un visto y no visto en la primera mitad debido a su tempranera segunda falta pero que se rehizo con el triple que brindó el colchón de seguridad imprescindible en el último minuto. El Asvel, agarrado a la exuberancia física habitual de los equipos franceses, casi nunca se dio por vencido y vendió cara su piel en el clásico partido de pico y pala.
Por primera vez en su segunda etapa en Vitoria, Spahija simultaneó la presencia de Enoch y Costello bajo los aros y ante los problemas de faltas de Baldwin también jugó sin un base puro concediendo la manija a Marinkovic. Decisiones sorprendentes que no redundaron en la estabilidad soñada y allanaron el camino hacia la remontada del Asvel.
El Baskonia, que cocinó a fuego lento numerosos ataques para anotar casi sobre la bocina, afrontó los diez minutos finales con un pequeño colchón que invitaba a la esperanza. Sin embargo, la clarividencia de Lacombe le hizo verse por debajo mucho tiempo después.
Los errores en ataque se multiplicaron en el epílogo y algunos despistes atrás permitieron al Asvel estirar su renta hasta un inquietante 62-57, pero el conjunto vitoriano supo contener su desplome y finalizar la velada con una sonrisa. Bienvenida por fin esta renovada solidez.