El nuevo obispo de Donostia, Fernando Prado, tomará posesión de su cargo este sábado en el Buen Pastor en una celebración religiosa que ordenará el cardenal Aquilino Bocos. Será una jornada de importantes emociones para Prado, que vuelve a Donostia, donde se ordenó sacerdote dos décadas atrás, y donde la música tendrá un papel fundamental
Según ha informado la Diócesis de Donostia en un comunicado, a las 10.15 horas, las tamborradas de Mariaren Bihotza y del colegio Larramendi darán la bienvenida al obispo electo tocando la Marcha de San Sebastián en la puerta de la Catedral. También participarán representantes de los colegios Aldapeta Maria, Mary Ward, Jesuitinas, San José, Iraurgi, Mundaiz y La Salle. Cabe destacar que Prado fue profesor de Primaria y Secundaria en el centro escolar del barrio donostiarra de Gros y miembro de la parroquia.
A las 10.30 horas, el nuevo obispo hará su entrada en la catedral si bien la celebración litúrgica comenzará media hora más tarde. Esta comenzará con el saludo del Administrador Apostólico, Francisco Pérez, y unas palabras del Nuncio Apostólico, Bernardito Azua. En el altar mayor se encontrarán, además, las imágenes de san Ignacio de Loiola y la Virgen de Arantzazu (la última vez que salió del santuario fue en 1982 con motivo de la visita del papa a Gipuzkoa), patrones de la diócesis de Donostia y de Gipuzkoa.
Tras la liturgia tendrá lugar, como tal, la ceremonia de ordenación y, una vez concluida la consagración un grupo de dantzaris subirá al altar y bailará la danza que se hace, desde 1541 durante la procesión del Corpus Christi de Oñati.
Además, durante la celebración participarán la Capilla Gregoriana del Coro Eso, la coral Mariaren Bihotza, el trompetista Iñigo Ocón Sagastume, la Banda de Txistularis de Donostia y el grupo de txalaparta Ugarte Anaiak.
No será hasta el día siguiente, domingo, cuando el nuevo obispo celebrará su primera eucaristía en la catedral del Buen Pastor.
Periodista y euskaldun
Licenciado en Periodismo en 1993 por la UPV/EHU y en Estudios Eclesiásticos en 1998 por la Universidad de Salamanca, nació en Bilbao, es euskaldun y está muy ligado a Donostia, donde fue nombrado sacerdote en el año 2000. Actualmente era el director de la editorial Publicaciones Claretianas. En su presentación, reconoció que volver a Donostia supone para él “regresar” a su “primer amor”: “En esta diócesis fui ordenado y di mis primeros pasos sacerdotales hace ya más de 20 años. El Señor ha querido que vuelva al amor primero, al lugar donde comencé mi ministerio como joven misionero claretiano”
El nuevo obispo dice sentirse “muy limitado y pequeño” ante esta responsabilidad, confía en la “ayuda y colaboración comprometida” de la diócesis para afrontar este reto. Además, se muestra conciliador y de talante abierto: “Toda ayuda y contrastes serán bienvenidos. Necesito a la gente y disfruto de los encuentros personales. Confío en vosotros, en vuestra oración, así como en vuestra ayuda y colaboración comprometida”.
Simbología
Prado, que fue designado por el papa Francisco el pasado 31 de octubre, escogerá como lema episcopal In corde Matris (en el corazón de Madre), porque, según ha defendido, "la Iglesia tiene que ser siempre una madre con sus hijos, y nadie te puede querer más que una madre".
En el escudo, figurará, entre otros, el puente colgante de Bizkaia, una imagen de gran simbología para este bilbaino de 53 años que cuya misión principal en la diócesis de Donostia será la de "tender puentes".
Además, durante la celebración de su toma de posesión, Prado recibirá las siguientes insignias: el anillo, signo de su desposorio con la Iglesia; el pectoral (cruz sobre el pecho), signo de que Jesús debe estar en su interior y ser el dueño de su corazón; el báculo o cayado, símbolo del pastor que es solícito con sus ovejas; la cátedra, de Maestro del Evangelio lugar desde el cual preside el culto y dirige la oración (se encuentra en la catedral, en el centro del presbiterio y solo es ocupada por él); el solideo, pequeño gorro morado; y la mitra, sombrero en forma de punta, con dos tiras que salen por el costado, antiguo signo de dignidad entre los romanos y que representa su contacto experiencial con Dios.