Por mucho que pasen los años, hay costumbres que no cambian y el olor a café recién hecho sigue siendo algo habitual en las cocinas de muchos hogares. Al levantarnos, a media mañana, después de comer, a media tarde o después de cenar, cualquier momento es bueno para degustar un rico café.
Para prepararlo, podemos elegir entre distintas opciones: las cafeteras de goteo, de cápsulas, de filtro de papel, expreso o la ya nonagenaria moka o cafetera italiana son algunas de las más conocidas. Esta última fue inventada en 1933 por el italiano Alfonso Bialetti y es una forma muy sencilla, asequible y rápida de hacer un café expreso.
Además de ser una cafetera económica, está disponible en distintos tamaños para adaptarse a las necesidades de cada uno. Consta de tres partes: la base, donde se pone el agua; el embudo o cacillo, donde se coloca el café, y la parte superior, con forma de jarra y un filtro más fino, donde aparece el café ya listo para tomar.
Su mecanismo es muy sencillo: cuando el agua de la base alcanza los 90 grados, la presión del vapor hará que suba por el embudo, llegue al café molido y pase a la cámara superior ya convertida en café.
Consejos de uso
Hay ciertos aspectos que van a influir en el resultado final. Sin duda, utilizar una materia prima de primera calidad, es decir, un buen café, recién tostado y molido, será una de las garantías de éxito.
Puedes echar el agua ya caliente a la cafetera o ponerla primero a fuego fuerte y bajarlo después, cuando empiece a salir el café, para evitar que este se queme. Al poner el café en el filtro, nivélalo con el borde de una cuchara sin prensarlo para que el agua pueda pasar bien a través de él.
Una vez hecho el café, remuévelo para que quede más homogéneo, puesto que el del principio suele ser más concentrado que el del final.
Tapa, ¿abierta o cerrada?
Y te preguntarás: mientras se hace el café, ¿cómo debe estar la tapa de la cafetera, abierta o cerrada? Pues bien, aunque la principal función de la tapa es evitar que el café caliente salpique fuera de la cafetera, los expertos señalan que dejarla abierta es bueno para que el café respire.
Frente a quienes piensan que con la tapa abierta el café puede perder aroma, al no estar cerrada al vacío su pérdida en cualquier caso sería mínima.
Los entendidos aseguran que mantener la tapa abierta también es vital para controlar el proceso de elaboración del café. Es importante detectar cuándo empieza a borbotear el agua para poder cortar la cocción a tiempo y evitar que el café, al hervir, coja sabor a requemado y se vuelva más ácido.
Si la tapa está cerrada, la temperatura subirá mucho más rápido, el filtrado se hará antes de tiempo y el café estará menos rato en contacto con el agua, por lo que no saldrá tan sabroso.
Además, el calor excesivo que alcanza la cafetera italiana con la tapa bajada podría volver el café más amargo. Para evitar esto también es importante pasar el café una vez hecho a otro recipiente.
Es importante después de cada uso lavar la cafetera con agua, pero nunca con jabón. El aluminio con el que está fabricada, al ser un material poroso, podría absorberlo y perjudicar al sabor del café.
Una advertencia: nunca caigas en la tentación de poner leche en la base de la cafetera para hacerte un rico café con leche. Los minerales y la nata de la leche en contacto con las altas temperaturas pueden atascar el conducto de salida de la parte superior de la cafetera creando una presión excesivamente alta, con lo que además de cargarte la cafetera corres el peligro de que explote.