Las redes sociales compiten por nuestro tiempo y atención para obtener información y venderla. ¿Cómo lo logran?
—Tenemos un pequeño Las Vegas en el bolsillo. Eso dicen los expertos. De hecho, ingenieros importantes contratados en esos casinos fueron empleados para mejorar las técnicas de persuasión de las redes sociales. Hay mil técnicas tecnológicas y psicológicas que se usan para mantenernos delante de la pantalla el máximo tiempo: notificaciones, el tiempo de espera del refresh (actualización), aplicaciones que tapan la hora… Por ejemplo, el uso estratégico de los colores. Aun así, alguno de los más destacables son la lógica algorítmica o, por ejemplo, el amoldado acondicionamiento operante de Frederic Skinner.
¿Podría ahondar algo más sobre alguna de ellas?
—Optemos por la lógica algorítmica. El algoritmo no es más que una serie de instrucciones especializadas en ti que recibe una supercomputadora con el objetivo de utilizar todo lo que haya a su alcance para mantenernos pegados a la pantalla. Se monitoriza absolutamente todo lo que haces con el móvil. Nos conocen mejor que nuestras propias madres. Por eso saben qué tipo de vídeos mandar y en qué momento hacerlo para que nos quedemos. Pero cuidado que esto tiene trampa. En YouTube hay un consumo de contenido mundial de mil millones de horas al día ¡y el 70% de dicho consumo viene de vídeos recomendados! Esto quiere decir que la población mundial recibe y consume 700 millones de dosis de contenido de algo que en principio no ha buscado. Pero va más allá. En YouTube hay más de 800 millones de vídeos, pero solo se nos exponen unos 10 vídeos como recomendación, es decir, el 99,99% de lo que vemos está predeterminado. ¿Esto da qué pensar, verdad?
La verdad que sí, pero me da la sensación de que hay algo más.
—Sí. Como explicó Guillaume Chaslot, uno de los creadores de esta lógica algorítmica, la tendencia que tiene es la radicalización y la negatividad del contenido. Si me gusta ver aterrizar aviones, la lógica algorítmica empezará recomendándome vídeos parecidos. Después, los impactantes y acabará recomendando accidentes aéreos.
¿Por qué?
—El ser humano tiende a atender y recordar mejor algo negativo o que nos pueda poner en riesgo. Es algo que hemos desarrollado desde la prehistoria y nos ha ayudado a sobrevivir: recordar aquello que nos ha puesto en riesgo para reaccionar debidamente si vuelve a ocurrir. Es así como nuestro hipocampo cerebral está entrenado.
Ponga un ejemplo.
—Si hemos sufrido una violación y el agresor usaba una colonia muy fuerte, años más adelante, si olemos ese perfume, es probable que se activen mecanismos de defensa automáticamente en nuestro cuerpo como la amígdala y lo rechacemos. Si subimos una foto a las redes sociales y tenemos 19 comentarios positivos y uno negativo, muy probablemente muchos de nosotros recordaremos solamente el negativo sobre los positivos. Todo esto la supercomputadora lo sabe a la perfección por lo que tenderá, independientemente de la temática, en muchos casos a recomendar vídeos cada vez más extremos, impactantes y con tinte negativo, ya que tendemos a prestar más atención a ello y ese es el objetivo último.
¿Y eso pasa?
—Sí, es el efecto burbuja, que en algunos casos resulta ser una combinación muy nociva. Solo recibiremos contenido de una temática y no conoceremos otra perspectiva en nuestra realidad virtual. Esto hace que lo que estemos consumiendo en la red, un contenido extremadamente personalizado y en muchos casos radicalizado, lo identifiquemos como verdad. Incluso muchas veces como la única verdad, ya que la verdad es nuestra percepción de la realidad y si el algoritmo no nos enseña otra realidad… Esto lo puedes aplicar para entender parte del extremismo político de hoy en día, la polarización social, el éxito de teorías conspiranoicas… Aunque hay más factores a tener en cuenta, como el sistema de recompensa del algoritmo, creo que con lo comentado nos podemos hacer a la idea.
¿Y cómo afecta esto a los adolescentes?
—Quizás alguien puede pensar lo siguiente: A mí me gusta ver gatos bailando y YouTube me recomienda eso. Eso está estupendo y ahí el algoritmo tiene poco margen. Sin embargo, si lo aplicamos en otros contextos la cosa cambia. Aplica todo lo comentado en la siguiente casuística: Leire ha recibido insultos sobre su físico en el colegio. Al llegar a casa ha buscado en YouTube: ¿Qué debería comer una niña de doce años para adelgazar? Si Leire sigue con esta dinámica, al cabo de tres semanas, ¿qué contenido estará recibiendo exclusivamente de YouTube y cómo influirá en ella? Aun así, la red social que más estragos está causando entre los más jóvenes, probablemente, sea Tik Tok.
¿El mal uso de las redes puede provocar, por ejemplo, anorexia y otros tipos de enfermedades mentales?
—Hay que tener mucho cuidado con esto porque frecuentemente se utiliza para causar pánico moral, que vende mucho y me parece muy peligroso. Hay que ir con pies de plomo. Es verdad que existe una correlación muy fuerte entre el aumento de las enfermedades mentales y el mal uso y/o uso excesivo de las redes sociales. Sobre todo entre los adolescentes, en especial entre las jóvenes de Estados Unidos. Pero correlación no necesariamente significa causalidad ya que hay muchos factores a tener en cuenta. A día de hoy, hay prácticamente unanimidad entre los expertos sobre el mal uso de las redes sociales, que especialmente entre los (pre)adolescentes ayuda a desarrollar y a ahondar en dichas enfermedades mentales.
¿En qué medida?
—En qué medida lo hace y su factor de causalidad no está todavía claro, ni mucho menos consensuado, aunque haya importantes estudios apuntando hacia ello. En todo caso, sería una pieza más de un puzle muy complejo, como dicen los expertos Greg Lukianoff y Jonathan Haidt.
¿Cuál sería el papel del adulto en la protección del adolescente con las redes sociales y los ‘smartphones’?
—Ya que todos somos diferentes, hay que tener en cuenta el principio de individualización. Los expertos sí que practican y recomiendan fervientemente ciertas pautas como respetar la edad mínima (catorce años), que no sea un regalo (ya que estos se dan sin condiciones) intentar actuar en comunidad (grupo de amigos, escuela, familia…), formar a los adolescentes y a sus educadores sobre esta temática, poner en práctica las medidas y hábitos saludables para tener una buena relación con el teléfono y acompañar al menor en este camino.
¿Cuál es su punto de vista?
—Estoy de acuerdo. Esto que ocurre no es nuevo. La imprenta, la radio, la televisión... Todo nuevo medio de comunicación ha traído un periodo convulso que siempre hemos sabido paliar y afrontar para poder hacer un buen uso de ellos. En eso estamos. Esta herramienta tan potente necesita de una formación seria, medidas y hábitos saludables para poder hacer un buen uso y reducir sus riesgos.
¿La educación es clave?
—Totalmente. Sobre todo si se enfoca desde una motivación intrínseca. A nadie nos gusta que nos manipulen, ¿no? A los adolescentes tampoco. Si nuestros jóvenes, y nosotros mismos, somos capaces de entender cómo funciona todo esto, partimos de una base muy buena para entablar una relación sana con el teléfono y las redes. ¿Los adolescentes necesitan normas sobre el uso de las redes en un principio? Sí, pero hay que buscar la motivación intrínseca (que sean ellos mismos quienes sepan lo que hay y quieran controlar ellos el móvil y no al revés). Esto funciona mejor que la extrínseca (los castigos) y además no podemos protegerles constantemente. Hay que darles conocimiento y herramientas para que lo puedan llevar a cabo por ellos mismos. En ello se basa el éxito que tuvo el proyecto escolar No Phone Challenge y que, a día de hoy, parte de los participantes tengan una relación saludable y hayan reducido el uso del dispositivo a la mitad por voluntad propia.
¿Las formaciones se basan en ello?
—Sí. Trabajamos con profesores y padres de los jóvenes, y con ellos también (a distintos niveles). Se da una formación especializada a las necesidades de cada grupo, un conocimiento esencial sobre lo que realmente son las redes sociales y sus mecanismos de acción. Sobre todo, se otorga herramientas prácticas y material para que ellos lo puedan usar de manera en la que vean más conveniente para establecer una relación sana con el teléfono móvil y educar sobre ello.
Imparte charlas sobre estos temas...
—Sí, el 2 de febrero tengo una conferencia en Deba (a las 17.30 horas) y el 6 en Ignacio Aldecoa Kultur Etxea (Gasteiz) convocada por la Diputación de Álava. Me gustaría mencionar el gran trabajo que está realizando la iniciativa ciudadana Altxa Burua de Tolosa sobre esta temática.
Y además está escribiendo un libro...
—Estamos trabajando muy duro en ello, la coach Maitane Ormazabal y yo. El libro, que saldrá en octubre, tiene como objetivo ser una herramienta práctica para familias y docentes con el objetivo de dar respuestas a las necesidades psico-emocionales más comunes entre adolescentes. Trataremos en profundidad y de manera pragmática temas como el dilema de las redes sociales y las principales enfermedades mentales que acontecen a los jóvenes de hoy en día.