Una amiga de María José a la que conoció en 2008 cuando los hijos de ambas iban a Infantil, diez años de relación de amigas casi diaria y de confidencias hasta que el 20 de abril de 2018, Javier R. asestó 33 puñaladas a su exmujer en el antes domicilio familiar de Julián de Arrese, en Lakua-Arriaga.
En el juicio con jurado popular por el doble asesinato, esta testigo ha narrado que María José le contó que no estaba a gusto con su marido, que no se entendían, que ya no sentía lo de antes y que no quería seguir casada con él. "Ya intentó separarse cuando nació el niño porque él tenía muchos celos de su hijo", le confesó una vez tomando un café, aunque la ruptura matrimonial definitiva no llegó hasta 2017, aproximadamente medio año antes del asesinato de María José y de su madre.
Pocos días antes del fatídico día, María José dijo a su amiga que su ex le llamaba bastantes veces por teléfono, pero que no le cogía. Recordó que en una ocasión, a las puertas del cole de sus hijos, "María José me pidió que me estuviera con ella para no quedarse a solas el acusado, él intentaba acercarse a ella, pero ella no quería, estaba tensa".
Fue ella misma quien le había pedido cita el mismo 20 de abril de 2018 para hacer la declaración de la Renta. "Por eso le envié un wasap para ver cómo le había ido, pero María José no respondió ni vio el wasap".
Define a su amiga como una mujer fuerte, un poco agobiada por la situación que vivía con su ex tras la ruptura matrimonial, pero no en exceso. "Era muy fuerte, igual estaba más agobiada de lo que mostraba", intuye. "Daba clases de cocina en el centro cívico Hegoalde y eso le hacía feliz porque estudiar cocina fue lo más para ella, es lo que le gustaba".
El acusado, "celoso de su hijo"
Del acusado, declara que era hablador y se comportaba normal cuando iba a recoger a sus hijos al colegio mientras aún estaba casado con María José, al igual que cuando se relacionaba con las amigas de la víctima y sus parejas, "un padre más", "no oí jamás nada de que hubiera padecido depresión o desequilibrio mental alguno".
Explica, además, que María José se quería separar de Javier, pero también quería que él fuera feliz, por los niños, y que había decidido darle a su ex todo el dinero ahorrado del matrimonio para que pudiera cogerse un piso cerca del domicilio familiar y así estar cerca de los hijos de ambos.
Con el testimonio de allegados a las dos mujeres asesinadas, las acusaciones pretenden mostrar que el acusado no tenía ningún trastorno mental cuando mató a su ex mujer y a su exsuegra y que no fue impulsado por un arrebato como argumenta la defensa sino que se trata de un hombre que decidió acabar con la vida de su exmujer porque ella se divorció y con la de su exsuegra por apoyar a su hija en esta decisión.
Para la abogada de la familia, se trata de dos asesinatos de género de los de libro, de los de "la maté porque era mía", manifestó la letrada Cecilia Piris el primer día del juicio.