"La nueva medicación me ha dado la vida". Bego Jiménez comienza a ver el final de esta pesadilla que le acompaña desde el 20 de marzo de 2020. La riboflavina es la responsable, una vitamina que le ha ayudado a superar el dolor muscular. "Todavía me ahogo pero por fin he superado el dolor muscular y ya no tengo ese cansancio que hacía que no pudiera con mi vida. Aún tengo insomnio pero duermo mejor", relata Bego que estuvo diez días ingresada en Basurto tras lo que apenas podía andar. Ha tenido pérdidas de memoria, insomnio, depresión, falta de coordinación, ruidos en la cabeza.....Reconoce que tuvo suerte de ser llevada al hospital porque desde entonces tiene un seguimiento.
Precisamente Isabel Delgado que se contagió en febrero de 2020, lamenta no haber tenido esa "suerte". "Fuimos abandonados. Yo estuve dos meses sin salir de casa, muy mal. Si hubiera sido ahora, me hubieran llevado a planta y estaría mejor", lamenta. Subraya que no es lo mismo tener secuelas que tener covid persistente como es su caso. "Nosotros no hemos superado la enfermedad, tenemos el virus dentro y seguimos con los síntomas como la tos persistente", explica. Por eso pide una unidad integral de covid persistente y no que se les den medicamentos para síntomas aislados. "No queremos ser crónicos", sentencia.
El caso de Marian Martínez es muy distinto. Ella pasó el covid pero fue su marido el que estuvo muy grave. Pasó tres meses en el hospital, 47 días en la UCI. "Fue muy duro. No sabes nada, no puedes ir a verle, ni hablar con un médico en persona, sólo puedes esperar una llamada", relata. "Salió en silla de ruedas, estuvo con máquina de oxígeno meses, lamentable", recuerda. Ahora mira el futuro con esperanza ya que su marido está mejor, ya puede hacer vida normal a pesar de la afección pulmonar. "Es un milagro", resume.