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Todo a punto en el Athletic para ejecutar la segunda parte del plan ante el Valencia en Copa

Los jugadores del Athletic se ejercitan en Lezama después del partido frente al Barcelona con la mirada puesta en el duelo de Copa de mañana.

La elevada frecuencia de partidos en esta fase de la temporada favorece que enseguida se pase página y la atención se concentre en el siguiente. Poco es el margen de tiempo de que disponen los equipos para recuperarse de los esfuerzos y prepararse para competir de nuevo. El Athletic vuelve a hallarse en esta situación pues solo tres días separan el compromiso anterior del próximo, con la particularidad de que lo que viene mañana miércoles posee la significación suficiente para que sea catalogado como la cita más relevante de la temporada. Un apellido que, la verdad, suele asociarse a distintos encuentros a medida que el calendario avanza, lo cual no quita para que utilizarlo vuelva a estar plenamente justificado porque lo que hay en juego es una plaza en la final de Copa.

Hablar de borrón y cuenta nueva también encajaría con el momento del equipo. La visita al Camp Nou fue cualquier cosa menos placentera: recibir cuatro goles y consumir los noventa minutos sometido al dictado del Barcelona no es plato de gusto. Sin embargo, más que nunca conviene aparcar el regusto amargo de lo recién vivido, no darle más vueltas a una derrota tan contundente y concentrarse en lo venidero. En definitiva, esta manera de pensar estaba asumida de antemano en el seno del Athletic, era el planteamiento conscientemente escogido como pudo comprobarse en cuanto fue anunciada la alineación que se opondría a los hombres de Xavi Hernández.

Podría afirmarse que era un envite amortizado, donde la única esperanza radicaba en que sonase la flauta o, en su defecto, que los daños fuesen menores. Para aspirar a lo primero hubiese hecho falta otro tipo de mentalidad, una que difícilmente podía asomar con los mimbres empleados frente a un conjunto en estado de gracia que, como sucedió, jugó a placer, a lo que quiso. A madurar al adversario desde el convencimiento de que la calidad acabaría haciendo el resto. La segunda posibilidad, lo de obtener un marcador digno, una derrota que no fuese estrepitosa, ciertamente pudo ocurrir. La actitud de los rojiblancos fue intachable, como luego resaltaría Marcelino. No cabía hacer una valoración diferente, menos desde su posición. La gente que sacó al césped trabajó de lo lindo y durante un buen rato funcionó como bloque en defensa, la única faceta en la que estaba en condiciones de mostrar su repertorio.

Tras alabar la implicación de los suyos, Marcelino declaró que desde su perspectiva el repaso sufrido (que conste que esta terminología no es suya, en su opinión el Athletic compitió muy bien hasta el tramo final) en absoluto tiene por qué influir en el comportamiento de mañana miércoles en Mestalla. En efecto, así debería ser. De lo contrario el cálculo realizado se revelaría como un error rotundo.

el físico no será excusa

De entrada, es obvio que frente al Valencia se activará la segunda mitad del plan que englobaba el duelo con el Barcelona. Así, a lo sumo, mañana miércoles comparecerán de inicio dos de los futbolistas que fueron titulares el domingo. Yeray Álvarez, que fue relevado en el descanso sencillamente porque así estaba determinado, y Unai Vencedor, quien sí se mantuvo de principio a fin sobre el campo. Era la primera ocasión en que el centrocampista figuraba en la alineación después de superar una lesión que le tuvo apartado casi seis semanas. Reapareció en el derbi con la Real por espacio de media hora y el técnico quiso que adquiriera ritmo con una generosa ración de minutos del Camp Nou. Vencedor es un diésel, necesita rodaje para lograr cuanto antes el punto de forma que lucía antes de ingresar en la enfermería.

Por lo tanto, el aspecto físico, cuestión prioritaria, no será esgrimible como excusa en la semifinal. La línea que formará por delante de Agirrezabala, el portero que Marcelino quiere foguear en el torneo del K.O., estará compuesta por De Marcos y Yuri en los costados, más Yeray e Iñigo Martínez, ambos con 45 minutos en el Camp Nou. Berenguer y Muniain, inéditos en liga, uno por sanción y el otro por cálculo, serán los interiores, mientras que en el círculo central se ubicará el citado Vencedor al lado de Dani García, que apenas se desgastó en la media hora escasa de que dispuso ante los azulgranas. Y arriba, tiene toda la pinta de que será el turno de Sancet, que jugó medio partido, e Iñaki Williams, que sustituyó a Villalibre en el minuto 78. Nueve novedades son, al menos sobre el papel, garantía de que el Athletic que peleará con la tropa de José Bordalás, soportará sin problemas la exigencia que se presupone conlleva medirse a un cuadro que también atesora un estimable poderío en el plano físico.

Resuelto pues este asunto concreto, luego está el mental, que podría definirse como un conglomerado de factores que inciden en el ánimo, la confianza, la autoestima: el campo, el resultado de la ida, aquello que se ha generado alrededor de la eliminatoria para alimentar el debate y la polémica, pero por encima de todo, el afán de victoria. Esa fuerza interior, individual y colectiva, que permite rendir a tono con las capacidades propias. Y la experiencia, claro. El Athletic ha demostrado que sabe gestionar esta clase de eventos, a vida o muerte. Su asignatura pendiente sería dar la talla con el título en liza, pero lo de Mestalla no es sino el paso previo para meterse en la final.

02/03/2022