FUE todo un mirarse a los ojos con soltura, un cara a cara entre el flamenco de Andrés Marín y las dantzas vascas de Jon Maya, una llamada al arte que se entremezcla y luce en todo su esplendor. Todo tuvo logar en la Sala BBK, con Koldo Bilbao como maestro de ceremonias en la sombra, acechante, vigilante para que todo fluyese. Les hablo de una nueva producción propia de Sala BBK en coproducción con la Bienal de Flamenco de Sevilla bautizada con el sobrenombre de Yarin que ayer tuvo un preámbulo en el que Andrés y Jon despelgaron sus alas para el baile.
Según dice el programa de mano Yarin es el mañana que imaginamos juntos; la ventana hacia la mirada del otro, donde asoman las hojas encendidas por el diálogo. Yarin es raíz. Yarin es encuentro.Yarin es dialogo. Yarin es sinónimo de mañana y la mirada cómplice a la ventana del otro. Hablan de raíz, profundidad, apertura, universalidad.... Son características muy unidas a las trayectorias y personalidades de Andrés Marín y Jon Maya. La raíz flamenca de Marín y la danza vasca de Maya son las herramientas desde donde parte la creación de ambos; y a partir de ahí, los dos se sumergen en un diálogo constante de encuentro con otras culturas, disciplinas y realidades artísticas. Eran dos universos hablándose si perder el norte. Cada cual con su ritmo, cada cual con su son. Y, sin embargo entendiéndose, ambas artes, a las mil maravillas.
Digamos que la idea original y la coreografía que hizo que todo se moviese fue de Jon y de Andrés. La voz y la percusión pertenecían a Julen Achiary, mientras que la asistencia de coreografía y la mirada exterior era propiedad de Sharon Fridman. Visto todo el espectáculo que verá la luz para el público durante este fin de semana habrá que explicarles que el diseño del espacio sonoro correspondía a Xabier Erkizia, el diseño de iluminación era obra de David Bernués y el diseño de vestuario corría a cargo de la firma Sinpatron.
Antes de contarles cómo se fue construyendo este espectáculo he de decirles cuáles fueron sus orígenes. Yarin es un nombre que nace de unir los apellidos de ambos creadores (observe los finales de Maya y Marín...) y que conforman una palabra que, en turco, significa “mañana”. Ese futuro es sobre el que trabajan Jon y Andrés.
Permítanme que a esa puesta de largo de primer despegue acudieron, entre otros, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar; la diputada foral Lorea Bilbao; la directora de Obra Social de la Fundacion BBK, Nora Sarasola, Iñigo Zubizareta, Begoña Atxalandabaso, Nekane Alonso, Begoña Ibarra; gente de la escena como Loli Astoreka, Genma Martínez, Felipe Loza, Itziar Lazkano, Esther Velasco, Mayba Zabala, Karmele Larrinaga, María Goirizelaia, Ane Picaza, y Guillermo Royo entre otros nombres propios; Iñigo Alberdi, voz cantante de la Sociedad Coral de Bilbao y de Musikene, Mireia Zarate, Jokin Oregi, Ane Meabe, Unai Izquierdo, Koldo Narbaiza, Mercedes Rodríguez, Iñaki López de Aguileta, Andoni Aldekoa, recién llegado de Madrid, aún con la maleta en la mano casi; Iñaki Bilbao, Idoia Merodio, Ibone Bengoetxea, Izaskun Mendizabal, Ibon Olabarri, Ager Alonso, Miren Azkarate, Aintzane Bengoetxea, Izaskun Ortiz, Nekane Santamaría y otro puñado de gente que se sumergió en esa atmósfera, casi en blanco y negro, donde los dos artistas cruzaron sus saberes y sus pericias para el baile.
Escuchemos de primera mano lo que cuenta de Yarin sus protagonistas. “Dibujamos, respiramos, intuimos, ofrecemos una mirada hacia una mano tendida. Ofrece y recoge. Comparte. No rehúye de las raíces. Mira hacia ellas, profundiza, siembra. Dialoga, converge, comparte. Es nuestro arte”. Basta con oírles para que a uno le entren ganas irrefrenables de verles.