Polideportivo

Carrera Las Arenas-Bilbao: todos los estaban deseando

Carrera Las Arenas-Bilbao

EN las caras de los participantes de Las Arenas-Bilbao había un gesto de nerviosismo y emoción. Tanto los más veteranos en las carreras populares como los neófitos tenían ese sentimiento especial. La prueba de ayer domingo no era una más. Fue el regreso de las pruebas multitudinarias después del parón invernal vivido por el covid. Había ganas de ponerse las zapatillas y correr en una de las clásicas del calendario popular y unos 1.500 inscritos disfrutaron de los casi doce kilómetros que separan la localidad getxotarra de la meta situada a la altura del muelle de Pío Baroja de la capital vizcaina.

Lo único gris de la jornada fue el cielo, pero también respetó a muchos de los corredores, sobre todo, a los más rápidos del día. La lluvia, como si de un pacto se tratara, esperó hasta bien lanzada la carrera para hacer acto de presencia y lo hizo con unas primeras gotas que eran más un consuelo que un fastidio. Solo superada la hora se impacientaron las nubes y llegó una tromba que hizo apresurarse a los más rezagados.

Carreras como Las Arenas-Bilbao son un reto contra uno mismo. Cada uno tiene sus propias metas. Las hay de todo tipo. Desde los que luchan por lograr marcas hasta los que terminar es el gran objetivo. Triunfadores en ambos. Una mentalidad común, pero también muchas personas diferentes. Familias y amigos participando juntos, corredores que miraban casi a cada paso el reloj para controlar su ritmo e incluso un valiente que se atrevió a correr descalzo. Múltiples ejemplos en el regreso de las carreras populares.

Un disfrute que fue más allá de los doce kilómetros que duró la prueba. Una vez en meta, era la hora de comentar lo vivido, esperar a amigos y hacer alguna que otro broma entre improvisados competidores. Un fin de fiesta para un día redondo que estuvo amenizado con barritas energéticas, agua y un buen txoripan que hizo las delicias de la mayoría.

22/02/2022