María Jiménez, fallecida en la madrugada de este jueves a los 73 años de edad en su domicilio, tuvo una larga vida marcada por la tragedia. La bailaora y actriz llevaba meses alejada de los focos mediáticos, a causa de un problema de salud que sufría desde hace ya tiempo. La andaluza debutó muy temprano en los tablaos, con tan solo 15 años, comenzando así su andadura musical hasta convertirse en toda una leyenda en el panorama nacional.
La artista tuvo su primera hija en 1968, María del Rocío, fruto de una relación con un hombre del que se desconocía su identidad. Al parecer, este no quiso saber nada de la bailaora ni de la niña, así que esta se vio obligada a criar a la pequeña en casa de sus padres. En 1985, María del Roció murió en un trágico accidente de tráfico con apenas 17 años. Este suceso fue un golpe muy duro para María Jiménez, siendo el primero de muchos que sufriría en su vida. Unos años más tarde, se pudo saber la razón por la que el misterioso origen del varón con el que tuvo a su hija permanecía oculto: era de ascendencia gitana. “Mi padre renegó del suyo, que era gitano, porque se jugó a mi abuela a las cartas y la perdió”, le explicó antes de morir su padre a la sevillana.
El principal amor de su vida no fue otro que el actor Pepe Sancho, el que supuso “un flechazo, pero después fueron veinte puñaladas”. El intérprete y María Jiménez se casaron en 1980 en la iglesia de Santa Ana de Sevilla. En 1983 nació el único hijo de la pareja, Alejandro, que fue el gran pilar de la bailaora durante toda su vida. No obstante, poco más tarde se divorciaron, dejando atrás una relación llena de violencia, malos tratos, toxicidad e infidelidades. A causa del fallecimiento de su hija María del Rocío, la también actriz se reencontró con quien había sido su marido, volviendo a contraer matrimonio, esta vez en Costa Rica. Sin embargo, esta etapa fue más dura que al anterior. Más adelante se casarían nuevamente en Nepal, en lo que podría haber sido una estrategia de Pepe Sancho para ganar dinero.