Vida y estilo

“Todos los seres humanos tenemos una naturaleza fundamentalmente buena”

Cuando nos damos cuenta de que el sufrimiento es inevitable porque vivimos en cuerpos y mundos imperfectos, estamos preparados para comprender que la compasión no es un lujo, “sino una necesidad básica”, sostiene Sylvia Comas, fundadora de Mindfulness con
Sylvia Comas acaba de publicar ‘Mindfulness con corazón’.
Sylvia Comas acaba de publicar ‘Mindfulness con corazón’. / S.C.

Actualizado hace 2 minutos

La compasión es la sensibilidad al sufrimiento propio y en los demás, y un compromiso para intentar prevenirlo y aliviarlo. Desarrollar la compasión requiere paciencia y práctica, dejar de lado prejuicios y conocer nuestra historia evolutiva, nuestra mente, cómo gestionar nuestras emociones, lidiar con nuestros patrones y utilizar valiosos recursos como la imaginación y la respiración. En esta línea se sitúa Mindfulness con corazón, la guía elaborada por Sylvia Comas en colaboración con los doctores Erik van den Brink y Frits Koster. Guía que combina la práctica de atención plena con el camino de la compasión.

Quién es

Sylvia Comas es licenciada en Ciencias Empresariales, MBA por ESADE y por HEC (París). Ha desarrollado su carrera en Madrid, Barcelona, París y Nueva York en diversos cargos directivos. Es practicante de yoga desde 1992 y de meditación desde 1998, y profesora certificada de reducción de estrés con el programa MBSR (Mindfulness based Stress Reduction) por el Centro Médico de la Universidad de Massachusetts desde 2012. También es instructora acreditada del protocolo MBCL (Mindfulness based Compassionate Living). En 2018 fundó Mindfulness con corazón, iniciativa personal que promueve la práctica de mindfulness centrada en el desarrollo del cuidado, la amabilidad y la compasión hacia uno mismo y hacia los demás. También es autora de varias publicaciones, la última junto con los doctores Erik van den Brink y Frits Koster.

Mindfulness es conciencia o atención plena. Pero ¿por qué añadir “con corazón”?

Porque al hablar de atención plena, la palabra mindfulness indica el estar presente en la mente; en Occidente, donde las personas somos muy cognitivas y estamos siempre en nuestros pensamientos, se nos olvida esta percepción más amplia de la mente. En Oriente entienden que la mente no es solo la dimensión cognitiva, sino también la emocional, afectiva, de amor y de bondad. Conviene recordar que hay que prestar atención con corazón, porque a la parte cognitiva debemos asociar la emocional.

Estamos diseñados para sobrevivir más que para prosperar, pero ¿esto es compatible con el esforzado día a día para ganar al otro y prosperar?

Es otro estado que, en el fondo, también corresponde a un diseño de supervivencia. El psicólogo Paul Gilbert plantea un modelo interesante que define tres diferentes estados de regulación emocional en el que nos podemos encontrar en relación a la amenaza. El primero nos lleva a huir, a luchar en situaciones de peligro; el segundo es el sistema de impulso, de logro para conseguir cosas, competir y que originalmente estaría diseñado para lograr comida, alcanzar recursos necesarios para sobrevivir. Los dos estados nos activan y aunque ese segundo sistema de logro o de recompensa nos parece menos desagradable e incómodo que el de supervivencia ante el peligro, tampoco es gran fuente de bienestar y felicidad, porque la felicidad y la satisfacción que nos aporta es efímera. Por eso proponemos un tercer estado de regulación emocional, simplemente cuidarnos y darnos oportunidad de recuperar, de volver al sosiego y autocuidado.

Comas habla de la necesidad de para y volver al sosiego.

Comas habla de la necesidad de para y volver al sosiego. S.C.

Sus técnicas y caminos para conseguir la aceptación de uno mismo, errores y frustraciones, ¿no se parecen mucho a los que se proponían en los ejercicios espirituales?

No estoy familiarizada con los ejercicios de las religiones tradicionales, pero por lo que entiendo, todas las religiones han tenido un camino de autoconocimiento, procesos para una mayor conexión con uno mismo y también para desarrollar los sentimientos del corazón: amor, bondad, generosidad, agradecimiento y altruismo. Que cada persona pueda desarrollar la mejor versión de sí misma como manera de tener mayor bienestar y poderlo trasmitirlo a otras personas. En este sentido entiendo que tienen la misma intención, el mismo objetivo.

No estamos diseñados para vivir a 5.000 revoluciones ni para estar conectados 24 horas al día

Su guía de recursos dirige hacia la compasión y la amabilidad. Pero, ¿se puede ser compasivo/amable con los demás sin reciprocidad?

La definición de compasión con la que trabajamos en mindfulness sería la capacidad de ser sensibles a nuestro sentimiento y al de los demás, asociado a un intenso deseo de poder hacer algo por aliviar o incluso por prevenir lo negativo. Es importante destacar que la compasión es algo inclusivo, que no se dirige solo a uno mismo, sino a todos los seres, incluyéndonos a nosotros mismos asociados al deseo de poder hacer algo por aliviar y que no tiene que estar circunscrito solo al entorno más cercano, es decir, concierne a todos los seres humanos.

En una sociedad de hacer y hacer cosas contra reloj, ¿cabe la posibilidad de pararse a meditar, a reflexionar? ¿No mirarán sus propuestas como irrealizables?

Por la vida en la que estamos inmersos es cada vez más necesario hacer una pausa de vez en cuando y no esperar al fin de semana o a las vacaciones para hacerlo. No estamos diseñados para vivir permanentemente a 5.000 revoluciones ni para estar conectados 24 horas al día. Nuestro sistema no está diseñado para esa hiperconectividad e hiperactividad; de ahí ese cansancio que tenemos, sobre todo los jóvenes. Aunque no resulte nada fácil parar, cada vez más personas se dan cuenta de su necesidad y por eso se acercan a formaciones o procesos que les ayuden a parar. Parar no significa hacerlo durante cinco horas; para un médico de AP que tiene pacientes cada cinco minutos, parar puede significar hacer tres respiraciones conscientes entre un paciente y otro, una micropausa que no llega al minuto. Es difícil parar, pero si somos razonables caeremos en la cuenta de que podemos ir haciéndolo poco a poco, y si experimentamos los beneficios de las micropausas, es probable que paulatinamente tengamos más espacios de pausa, que no es nada parecido a holgazanear. Simplemente cuidarnos y darnos oportunidad de recuperar, de volver al sosiego y autocuidado tan imprescindibles como poder responder a la amenaza o poder conseguir cosas.

Nos atrae la bondad, amabilidad y compasión, pero con solo estos principios ¿no caeríamos en el buenismo?

No hay que confundir la compasión con la autoindulgencia ni con el buenismo. Un padre compasivo con sus hijos no tiene que ceder a todos sus caprichos. La compasión con uno mismo no quiere decir que todo valga. A veces la compasión implica también una dimensión de fuerza o de valor para poner ciertos límites; particularmente en situaciones de abuso, físico o psicológico, ser compasivo con el otro no significa tolerar malos comportamientos. No todo vale.

¿Seguir sus lecciones puede servir para aliviar el sufrimiento producido por algún fracaso, por un duelo o por una enfermedad?

La compasión es la cualidad que nos permite entrar en contacto con el sufrimiento y darle una respuesta positiva; poder hacer algo por aliviarlo y transitarlo. Algo imprescindible en situaciones de pérdida, de duelo y de enfermedad grave que generan mucho sufrimiento a la propia persona o a las personas del entorno. Es la mejor manera de poder acercarnos a esas experiencias, de entrar en contacto con ellas, porque, a veces, en situaciones difíciles, las negamos o luchamos contra ellas y nos lastimarnos a nosotros mismos; eso no soluciona nada ni nos hace sentir mejor. En cambio, la compasión nos permite sostener una atención consciente, suave, amable y comprensiva.

No hay que confundir la compasión con la autoindulgencia y el buenismo

Los problemas de salud mental van in crescendo, ¿servirían sus propuestas para aliviar o incluso curar esta epidemia del siglo XXI?

Pueden contribuir; hay numerosas evidencias científicas que muestran el impacto positivo de la compasión y la autocompasión en la salud mental. Este protocolo/programa de vida compasiva fue diseñado por los dos coautores del libro, Enrik van den Brink y Frist Koster, que trabajaban en entornos de salud mental y oncológicos, donde el cáncer generaba problemas de malestar psicológico. Crearon este protocolo porque veían el sufrimiento de esas personas; fomentaron la práctica de mindfulness poniendo énfasis especialmente en las dimensiones del corazón observando que ayudaban muchísimo a las personas a poder establecer una relación diferente, tanto en su experiencia interna como en la externa que tenían con otras personas o con el mundo en general.

Salvando las distancias, su libro me ha recordado al buen Emilio de Rousseau. ¿La naturaleza bondadosa humana y la educación bastan para lograr la (auto)compasión y vivir mejor?

Todos los seres humanos tenemos una naturaleza fundamentalmente buena y eso se ve en los niños pequeños, donde de manera intuitiva lo que aflora en ellos son comportamientos altruistas, de generosidad, etc. Después, en nuestro proceso de socialización se activan otros tipos de mecanismos, de competencia, de lucha y nos vemos asaltados por diferentes emociones afectivas que al activarse nos imposibilitan poder conectar con la amabilidad y la compasión. Alguien que está estresado es muy difícil que pueda conectar con la compasión. Por eso tiene un gran valor entrenarse y ser consciente de que es necesaria la práctica constante basada en la atención consciente, en mindfulness, y no es algo que ocurra espontáneamente si vivimos en estrés o metidos en competencia feroz por conseguir cosas. Hay que tomar conciencia de que otros estados mentales son deseables y de que se pueden favorecer deliberadamente, para lo que se requiere un entrenamiento consciente.

¿A quién dirigiría su libro?

Está a mano de cualquier persona; lo más importante para entrenar estas cualidades de la mente es tener la intención de hacerlo, querer. Por eso, las personas en sufrimiento intenso o en estrés van a tener una motivación mayor, porque es posible que conecten con el sufrimiento; el conectar con el sufrimiento es el primer paso para desear aliviarlo. El libro puede ser interesante para cualquier persona que esté experimentando sufrimiento y que esté interesada en encontrar solución, no solo en la medicación, que podría ser una opción, sino en otras maneras con evidencia científica, que llevan mucho tiempo practicándose y que quizás no tengan los efectos secundarios que puedan tener ciertas medicaciones.

2025-02-03T19:52:29+01:00
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