El billetaje se agotó prácticamente el primer día en que se puso a la venta. Gobela, por tanto, se vestirá de gala esta noche en el encuentro que, a las 21.00 horas (Movistar), mide al Arenas, cuarto clasificado del grupo II de Segunda RFEF, y al Valladolid, de Primera División, en la segunda eliminatoria de Copa. Toño Vadillo (1968), director deportivo del club rojinegro, es consciente de la dificultad de superar al equipo pucelano, pero si ya lo hizo en la ronda anterior con el Lugo, un Segunda División... “Cuando más minutos pasen con el marcador igualado o que no se mueva, las opciones de poder ganarlo van a ir en aumento”, reflexiona.
Llega el día D, un partido histórico en Copa ante un Primera División. ¿Qué le dice el cuerpo?
—La primera palabra, mucha ilusión. Orgulloso de haber llegado hasta aquí, que sea una fiesta y por qué no dar la sorpresa.
En la ronda anterior ya apearon al Lugo, un Segunda. ¿Espera un partido similar o cree que el Valladolid llega con la lección aprendida?
—El Lugo estaba en una situación clasificatoria delicada y afrontaba la eliminatoria sin ningún tipo de ambición. El Valladolid tiene también el objetivo de salvar la categoría, pero el nivel de jugadores de Primera División es estratosférico, no necesitan jugar al 200% para superar al Arenas, pero nosotros sí lo necesitamos. Tenemos que hacer un partido largo, parecido al del Lugo, porque cuando más minutos pasen con el marcador igualado o que no se mueva, las opciones de poder ganarlo van a ir en aumento.
El Arenas no tiene presión. ¿Se siente más liberado el futbolista a la hora de no soportar esa carga?
—Tenemos una plantilla muy joven, de 22 años de media. Ninguno ha jugado un partido de esta dimensión y repercusión, pero también es un reto para estos chavales si quieren ser futbolistas profesionales. El que salga a jugar y lo haga nervioso, no puede ser futbolista. Tiene que salir y decir aquí estoy yo.
¿Les ve ansiosos?
—Más que ansiosos, veo inquietud. Es normal tener ese gusanillo en el estómago, pero hay que disfrutar del partido a tope y competir al máximo. Va a salir un once con garantías.
Gobela, un campo pequeño, de hierba artificial, que ofrece una pequeña ventaja al Arenas. ¿Es así?
—Es un campo peculiar y al estar cerrado el futbolista siente que está más encajonado, no se utiliza toda la anchura del campo porque da la sensación de estar muy cerca de las vallas. Nos beneficia muchísimo. Jugar contra el Valladolid en un campo grande, de césped natural, con espacios, hablaríamos de un reto casi imposible de superar. El Valladolid es el favorito, tiene la obligación de dominar y a nosotros nos viene mejor que lleve la iniciativa.
¿El balón parado será decisivo?
—Siempre es importante. Tenemos buenos lanzadores y rematadores, pero tampoco somos un equipo experto, con mucha envergadura.
El Arenas llega a este partido tocado en liga, tras encadenar tres jornadas sin ganar y sin ver puerta. ¿Es su peor momento de este curso?
—En cuanto a resultados, sí. El derbi ante el Gernika fue un accidente, de hecho hicimos unos primeros 25 minutos en los que fuimos muy superiores, y en tres minutos las dos expulsiones marcaron el partido. En Gasteiz tuvimos un partido muy duro con el Alavés B y ante el San Juan en casa nos faltó un poco de claridad. De cara al gol sí nos está faltando frescura.
¿Como director deportivo, le preocupa esta situación?
—No, en absoluto. El análisis es claro. Habíamos empezado muy bien, pero noviembre y diciembre siempre son unos meses muy difíciles, estamos bien clasificados y en enero tenemos dos partidos asequibles para cerrar la primer vuelta. Estoy tranquilo.
¿Se plantea reforzar la plantilla?
—Sí. Estoy con alguna cosa que ya tenía en mente desde el inicio de pretemporada, se ha retomado y parece que va por buen camino.
Nombres no me va a decir.
—No, pero se tratan de un delantero y un lateral derecho. Tenemos un muy buen lateral derecho, pero solo tenemos uno.
Una plantilla que se entiende que está diseñada por usted. ¿Cuál es el ADN de este Arenas?
—Las plantillas se hacen con un tipo de jugador acorde a un modelo de juego. Nosotros jugamos un 4-4-2, ficho jugadores que se ajusten a ese sistema, donde ellos están cómodos.
O sea, comulga con Marcelino.
—Es el mejor entrenador que juega con el 4-4-2. Es una maravilla cómo lo trabaja.
¿Y qué opina de Valverde?
—Juega diferente, está muy bien. Me nombra entrenadores top, a uno que es amigo mío, como es Ernesto, y a Marcelino, que está entre los tres mejores del Estado.
¿Asume que quizá no venda que un entrenador se blinde en un único sistema?
—No hay jugadores buenos y malos. Hay jugadores adecuados y no adecuados. Cada sistema tiene que contar con jugadores adecuados para ese puesto y ahí está la virtud. Cuando ves a ese jugador sabes que va a rendir en esa posición. No todos los jugadores valen para un sistema. Por ejemplo, en un 4-4-2 si me dan a elegir entre Lampard o Iniesta, me quedo con Lampard. ¿Si es mejor Iniesta? Para jugar donde jugaba, evidentemente, pero para jugar a lo otro, no.
Hablando del curso anterior. ¿No es rocambolesco que se destituya a Iban Fagoaga a falta de cuatro jornadas, con el ‘play-off’ a tiro y sea sustituido por usted, es decir el director deportivo?
—Más que rocambolesco, fue desagradable. La decisión de este director deportivo no era ser entrenador, porque me podía haber puesto desde el inicio. Teníamos que hacer algo, porque no íbamos a llegar. A falta de cuatro partidos, buscar alguien no tenía sentido y la solución estaba en casa. Yo tengo la experiencia de 30 años en los banquillos, he jugado play-offs, ascensos… y conozco a la plantilla al 200% porque los ficho yo. Se trataba de un cambio de urgencia, no había tiempo para más. De h echo, ganamos los cuatro partidos, fuimos al play-off, ganamos a un super equipo como el Espanyol B y a La Nucía, en su campo y hecho a base de talonario, estuvimos muy cerca de superarla.