9 de octubre de 1983
"Si algo puede salir mal, saldrá mal" (Edward A. Murphy). El Deportivo Alavés se encuentra sumido en una crisis –económica y deportiva– de proporciones gigantescas. Da la impresión de parecerse a un tsunami, a punto de explosionar, que se va a llevar todo por delante. Años atrás se han ido poniendo parches, ahora se necesita una cirugía total.
El equipo encara la sexta jornada liguera –en la cola de la clasificación–, teniendo que visitar al conjunto del Endesa de Andorra (Teruel). En sus últimos cinco partidos –dos del Campeonato de España y tres de la Liga de Segunda 'B'–, se ha conseguido eliminar en la primera competición al Amorebieta (0-2 y 3-0) y se han cosechado tres derrotas en la segunda: Avilés (3-4) –en la tarde aciaga de Iñaki Bergara–; Lleida (2-1) –con un arbitraje bochornoso a favor de los catalanes– y Huesca (0-1), en una derrota sin paliativos.
La victoria del conjunto oscense hace sonar todas las alarmas –malos resultados y peores taquillas– y la Directiva, presidida por Javier Martínez Balza, conoce el peor momento en la gestión del club de sus amores. Llegaron a finales del mes de agosto de 1981 y en las dos temporadas de mandato, en Segunda 'A', el equipo ha descendido. La 1982-83 se puede seguir en la división de plata, por el descenso administrativo del Burgos CF.
El club con una deuda cercana a los 120 millones de pesetas, la inmensa mayoría heredada por la directiva de Balza de temporadas anteriores, y con unas recaudaciones en taquilla muy pobres, está muy tocado. ¡La vida del Deportivo Alavés pende de un hilo!