Triunfal comienzo taurino con éxitos de Guillermo Hermoso y Pincha en Fitero

Como casi siempre, desde que el mundo es mundo, los fastos taurinos en la villa de los Baños son los encargados de abrir con éxito la temporada navarra. Eso ocurrió, con talluda y generosa nota, en la corrida mixta de la que salieron a hombros por la calle Calatrava la terna al completo: Guillermo Hermoso de Mendoza, Esaú Fernández y Mario Sotos. Se dio el caso curioso de que el jinete estellés debutaba en el histórico y centenario coso treinta años después de que lo hiciera su padre (presente en el callejón para asesorar a su hijo y pupilo); y que los toreros de lidia ordinaria eran los mismos que por el San Raimundo del año pasado y que volvieron a repetir el éxito de salir a hombros de los capitalistas.

Guillermo no pudo tener mejor aterrizaje este año en cosos forales. En Fitero sumó su tercer rabo consecutivo en escasas fechas. El personal estuvo en todo momento con él y le premió de modo merecido y también generoso. Cuatro orejas y un rabo, casi nada.

Lógicas las líneas del titular, sin duda, para el chaval de Estella. Mas, también es obligado el protagonismo para Ganadería de Pincha, que remendó el festejo mixto sustituyendo a un mermado encierro de José Luis Pereda. El toro Rascatripas, lidiado en tercer lugar, aunque no se chuleó mucho por cuajo, dio un recital de calidad en cuanto a humillación, nobleza, ritmo y duración. Un toro ante el que Mario Sotos demostró las buenas maneras que posee por ambos pitones (también con el capote), aunque sin llegar a romper en glorias artísticas. Algún veterano de la parroquia fiterana se acordó del mejor Julio Aparicio en esta plaza allá por 1997, por el cien cumpleaños de la plaza. Dos orejas para el torero, que se marchó enfadado porque no se le dio un rabo, que no pidió nadie. Sotos, con la anochecida y una tenue luz que no daba para los foteros, cerró la función soportando al peor astado de la tarde, mucho más por una invalidez que le hizo rodar por la arena en varias ocasiones, que por la buenas y nobles intenciones que traía en su carné de bravura.

Por su parte, el sevillano Esaú llamó más la atención en el conjunto ordinario de la tarde y en especial por su entrega y poder. El aficionado pudo llevarse a la boca un bastante más de lo que esperaba del espigado andaluz. Su manufactura ante el segundo, un Almacenero, primero de los tres de Pereda, fue templada y asentada, aunque la falta de trapío y la presencia cariavacada del ejemplar, restaron emociones y, de este modo, méritos. Cortó una trabajada oreja tras un pinchazo previo a una buena estocada. La sorpresa de la tarde, amén de los aldabonazos navarros de Guillermo y el lodosano toro de Pincha, lo conjuntaron el bonito burraco de Pereda que hizo quinto y un poderoso Esaú. El toro tuvo correa, casta y obligó al torero a estar algo más que firme. Toro de exigencia con el que el torero estuvo a muy buena altura. Otra vez con temple y meritoria profundidad. Dos orejas merecidas después de otro buen espadazo.

Lo de Guillermo fue redondo y perfecto. El primero de El Capea se paró algo al ser demasiado sangrado en dos rejones de castigo. Ante el bravo Romerito, segundo sanpelayo, cuajó una emotiva y faena total, con mucha pureza. Dos pares al quiebro en la boca de riego y un tercio final de remates y un par a dos manos rubricaron una genial presentación.