Los resultados en la Cámara de Representantes apuntan a que se va a producir una victoria republicana, pero con un margen mínimo, muy por debajo de las predicciones. Por lo que respecta al Senado, ambos partidos han empatado: a día de hoy ambos controlan 48 y 49 escaños. Independientemente de lo que ocurra en Arizona, donde el candidato demócrata va a la cabeza, dos van a ser los estados que van a decidir estas elecciones, Georgia y Nevada.
En Georgia, el candidato demócrata al Senado Raphael Warnock se enfrentaba a una de las noches electorales más reñidas del 2022. Por un lado, la presencia del candidato libertario Chase Oliver mermó en un 2% (un total de 81.000 votos) su candidatura.
Por otro, se le enfrentaba a un oponente de peso, el célebre exjugador de futbol americano Herschel Walker. Este último tenía al estado en el bolsillo, ya que había metido goles con los New Jersey Generals, los Dallas Cowboys, los Minnesota Vikings, los Philadelphia Eagles y los New York Giants.
Básicamente, Walker ha metido muchos goles fuera de casa, muchos de ellos contra equipos de Georgia (pero cómo razona el voto es materia de otro artículo). Walker forma parte del Salón de la Fama del Fútbol Americano Universitario, y eso es lo que cuenta en las urnas. No obstante, después de una larga velada electoral, Warnock logró la victoria con un total de 1.941.792 votos (49,42%). Walker obtuvo 35.439 menos (48,52%). La legislación electoral del estado exige una segunda vuelta ya que ninguno de ambos candidatos ha obtenido el 50%, lo que significa que se enfrentarán de nuevo el próximo 6 de diciembre.
Uno de los peores candidatos
Tal como han observado los comentaristas de CNN y MSNBC News entre otros, el mejor aliado de Warnock ha sido Trump, ya que ha respaldado a uno de los peores candidatos posibles, probablemente el único candidato republicano capaz de perder las elecciones de 2022 en Georgia.
Como muchos de los candidatos MAGA (Make America Great Again), ha hecho de la mentira, la falsedad y la falta de cordura su línea política, y se ha estrellado. Aunque hay que subrayar que no ha perdido por mucho. Otro candidato rojo podría haber derrotado a Warnock por diez puntos. De hecho, Brian Kemp, el gobernador republicano enfrentado a Trump, ha superado fácilmente a la demócrata Stacey Abrams por ocho puntos en Georgia.
En Nevada, la actual senadora demócrata Catherine Cortez-Masto se enfrenta al exfiscal general del estado, Adam Laxalt. Según 270ToWin, “hay casi unanimidad en los pronósticos de que esta carrera es un sorteo”. Laxalt se adelanta en este momento con casi el 49% de los votos, pero Cortez-Masto le sigue de cerca con un 48%. La cuestión es que mucha gente vota por correo en Nevada y las papeletas siguen llegando hasta el sábado posterior al martes electoral, especialmente en las zonas urbanas que es donde Cortez-Masto tiene más votos. Por tanto, lo que está ocurriendo ahora es lo que ocurrió hace dos años: Laxalt va por delante porque los votos en las zonas rurales son más fáciles de contar, pero Cortez-Masto va acumulando votos rápidamente. La cuestión es si va a conseguir ese 1% que necesita para vencer a su oponente.
Y aquí en Nevada está ocurriendo lo mismo que en Georgia. El estado quiere votar rojo, por lo que el sheriff Joe Lombardo ha derrotado a su rival el demócrata Steve Siselack por un margen del 3%. Pero la política abiertamente proTrump de Laxalt le ha costado votos.
fracaso de los amigos de Trump
Lo que ha ocurrido en estos dos estados es una muestra de lo que ha ocurrido a nivel federal. Candidatos republicanos que se asomaron a las elecciones triunfantes, con márgenes de hasta diez puntos sobre sus adversarios han fracasado contra todo pronóstico. Y todos ellos tienen algo en común: son amigos de Trump.
En New Hampshire, el candidato republicano Don Bolduc, apoyado por Trump, ha perdido ante la candidata demócrata Maggie Hassan, 54% a 45%. Pero los votantes han reeligido al gobernador republicano Chris Sununu que ha obtenido quince puntos sobre su adversario. Los votantes querían votar rojo, pero no MAGA-rojo.
En Arizona, el republicano Blake Masters, respaldado por Trump, va detrás del senador Mark Kelly, 52% a 46%. Era una victoria fácil para los republicanos: El candidato republicano Doug Ducey ganó por catorce puntos en 2018. Ducey podría haber ganado el escaño en el Senado, pero Trump lo vetó porque se negó a respaldar sus teorías sobre fraude electoral en 2020.
En Pensilvania, el republicano Mehmet Oz, respaldado por Trump, ha perdido ante John Fetterman, 51% a 47%. Era una victoria fácil para el Partido Republicano: Fetterman es considerado un “demócrata radical” que propone cosas como seguridad social universal, prohibición del fracking, y que se está recuperando de un derrame cerebral. David McCormick habría sido un mejor candidato republicano, pero Trump respaldó a una estrella televisiva, el Dr. Oz, que hizo famoso su dicho “deja que la gente te sorprenda…”
También en Michigan, el candidato republicano respaldado por Trump, Tudor Dixon, ha sido derrotado a la gobernación del estado por el candidato demócrata Gretchen Whitmer. El candidato de Trump para la secretaria de estado, la persona que supervisará las elecciones de 2024, ha perdido ante el candidato demócrata John Gibbs. Según Gibbs, Trump ha sido su mejor aliado, un activo para su causa.
El candidato respaldado por Trump Tim Michels a la gobernación del estado de Wisconsin ha perdido contra todo pronóstico. Y muchos más.
Ron desantis, el ganador
Por contra, el único candidato republicano que ha ganado por un amplio margen en casi todas las candidaturas de su estado ha sido el gobernador de florida Ron DeSantis, abierto opositor de Trump. El pasado martes envió un mensaje a todos los votantes republicanos del país: “mi camino es el camino hacia una victoria nacional, y el camino del expresidente Donald Trump es el camino hacia futuras decepciones”. Hace cuatro años, DeSantis ganó las elecciones por menos de un punto. Su victoria de casi 20 puntos contra el candidato demócrata Charlie Crist ha enviado un mensaje rotundo al elefante rojo: Más Trump, menos votos y más fracasos. Según las encuestas a boca de urna de CNN, el expresidente, con un índice de popularidad del 37%, perdería las elecciones presidenciales de 2024.
Las editoriales del The Wall Street Journal y del New York Times anuncian en titulares que Trump es “el gran perdedor” (the biggest loser) de estas elecciones. Es raro ver coincidencias en estos periódicos, pero los récords del trumpismo las han hecho posibles.
Desde su victoria en 2016 contra Hillary Clinton, a quien ni tan siquiera el caucus demócrata votó, Trump acumula un brillante historial de derrotas electorales. Hundió al Partido Republicano en las elecciones de 2018 debido a su bajo índice de popularidad. Perdió en 2020, y al acusar a los líderes de su partido de no sumarse a la teoría de fraude electoral en la segunda vuelta de las elecciones de Georgia, dispensó a los demócratas el control del Senado en 2021. Ahora Trump ha arruinado la marea roja de 2022 y es posible que haya arruinado el control republicano del Senado por dos años más. “Vamos a ganar mucho”, anunció Trump, “nos vamos a cansar de ganar”. Pero los republicanos están hoy hartos de perder.
No sé si DeSantis conducirá al Partido Republicano a la victoria en 2024. La cuestión es qué gana el país si lo logra. l