Las gemas son una de las piedras preciosas más codiciadas en joyería. Son minerales, rocas o cristales de origen natural que, después de cortarlos, tallarlos y pulirlos alcanzan una imponente belleza y un enorme valor, y se usan para confeccionar hermosas joyas.
Entre todas las gemas que existen en el mundo, hay una que cautiva por su color único e intenso, difícil de encontrar en la naturaleza. Se trata de la turmalina paraíba, una piedra preciosa con un hipnótico color azul que recuerda al de las cristalinas aguas del mar Caribe. Su color vibrante y llamativo aporta elegancia y personalidad a quien lo lleva.
Esta piedra preciosa fue descubierta en el año 1987 por el geólogo Héctor Dimas Barbosa en las colinas del estado brasileño de Paraíba, un territorio con unas rocas muy resistentes que forman un complejo cristalino el cual favorece la formación de gemas. El hallazgo no fue fácil, ya que el experto tardó 5 años en encontrar esta extraña variedad de turmalina.
Tan hermosa como rara
La turmalina paraíba presenta una tonalidad azul verdosa muy intensa nunca vista antes en ninguna piedra preciosa. Esta se debe a la inusual combinación de cobre y manganeso en su composición, la cual emite unos reflejos deslumbrantes y un brillo incandescente que parece iluminar la piedra desde dentro, incluso cuando hay poca luz y con la piedra en bruto. Por su alto índice de refracción puede mostrar diferentes colores dependiendo del ángulo de la luz.
Esta gema pertenece al grupo de los ciclosilicatos, tiene una dureza de 7 a 7,5 en la escala de Mohs y una densidad de 2,8 a 3,3 g/cm3. Su sistema cristalino es trigonal y se presenta en forma de cristales prismáticos alargados y a veces circulares.
Aunque la turmalina paraíba originaria procede de dicho estado brasileño, en 2001 se halló una gema de similares características en yacimientos de Nigeria y en 2005 en Mozambique. Bulgari, Tiffany y Chopard fueron las primeras firmas de joyería que introdujeron esta exclusiva gema en sus diseños.
Una gema exclusiva
Para entender su exclusividad, los expertos señalan que solo se extrae una turmalina paraíba por cada 10.000 diamantes. Su valor en bruto es tan elevado que se suelen tallar a medida y es difícil encontrarlas con un tamaño superior a 1 quilate. Se usan para la confección de anillos, colgantes, pendientes o pulseras. En 2009, una pieza de alta joyería denominada Ethereal Carolina batió el récord Guinness con una turmalina paraíba de 191,87 quilates.
La turmalina paraíba se mostró al mundo por primera vez, a principios de 1990, en la exhibición anual de gemas de Tucson, en Arizona (EEUU). En aquel momento se pagaron hasta 3.000 dólares (2.700 euros) por quilate, una cifra desorbitada entonces y totalmente ridícula hoy. En tan solo unas décadas se ha convertido en una de las piedras preciosas más buscadas y valoradas del mundo, pudiendo alcanzar los 800.000 euros el quilate.
La diseñadora de joyas británica Kat Florence posee una de las colecciones más grandes de piezas de turmalina paraíba. Junto con la actriz Sarah Jessica Parker, Florence diseñó una impresionante joya que alcanzó los 2 millones de euros en una subasta.
Beneficios físicos y emocionales
Las piedras preciosas se asocian a menudo con beneficios físicos y emocionales para el ser humano. En concreto, la turmalina paraíba simboliza paz y armonía y ayuda a calmar la mente y a aliviar el estrés.
En los poblados en los que se ha descubierto, esta gema es un poderoso amuleto y tiene un significado espiritual y energético, ya que se cree que favorece la comunicación, la creatividad, la intuición y la alegría. Se dice que ayuda a liberar el resentimiento y el rencor, promoviendo el perdón y la paz interior. Además, es una piedra de transformación que puede inspirar a la hora de perseguir sueños o de afrontar desafíos.
Además, en varias culturas tiene propiedades curativas que pueden mejorar el sistema inmunológico, estimular el metabolismo y equilibrar las emociones.