“Pensaba que aquí íbamos a estar más apartados y que la gente no iba a entrar, pero ha ocurrido lo contrario”. La explotación carranzana María del Rosario Cerro, ganadora del Gazta Eguna del año pasado, figuraba entre los puestos asignados al jardín del palacio La Puente. El espacio se sumó ayer martes al recinto de la feria de Gazta Eguna que registró una afluencia destacada. El 1 de noviembre que siempre sabe a queso en Turtzioz coincidía esta vez en un puente festivo con temperatura veraniega. Otra de las novedades residió en el jurado del concurso con participación de trece queserías. Las puntuaciones de cuatro integrantes de la Cofradía de la Putxera de Balmaseda designaron ganadora a Aguiñiga, de Aiala, por delante de Baskaran, de Markina y Aramburu, de Idiazabal. Además, se concedió una mención especial a la cántabra La Brañuca de Bejes, de Liébana, por su alta calidad.
“Aquí siempre se vende bien”, señaló el cabeza visible de esta granja, Manín Obeso, cuyo puesto también se ubicó en la zona ajardinada que rodea al edificio del siglo XVIII donde el lehendakari Aguirre presidió la última reunión de su ejecutivo en 1937 antes de partir al exilio. Lo recuerdan un mural en una de las paredes de la plaza de toros y un cartel con la reproducción del texto del Manifiesto de Trucíos redactado a máquina. Comenzó a preparar los productos del stand “en torno a las 9.30 horas” y el trasiego de visitantes se incrementó a mediodía. “Casi no nos quedan quesos de mezcla ni de oveja, es una buena señal”, coincidieron desde el stand de María del Rosario Cerro que también llevaron a la feria “quesos de cabra y vaca, aunque a quien le gusta normalmente se decanta por los de oveja o de mezcla”.
La inflación ha impactado de lleno en el proceso de elaboración, obligando a repercutir el aumento de costes en el precio final. Las unidades de Cerro “se venden a nueve, diez u once euros y también disponemos de cuñas que, aunque visualmente parecen de menor tamaño, pesan lo mismo que un queso pequeño”.
Estíbaliz Hernández admite que “hemos estado a punto de tirar la toalla”. En los cinco años en funcionamiento de su quesería Karobi en Inoso, cerca de Amurrio, han afrontado la pandemia encadenada a las consecuencias de la actual crisis y “todavía nos cuesta arrancar”. Cuida de cien ovejas mientras “suben los costes del forraje para invierno, se duplica el precio del gasoil del tractor, crece lo que hay que pagar por la electricidad y hemos instalado placas solares”. Confían en que “traigan un ahorro a largo plazo”, pero “han supuesto una inversión importante”. “Hemos tenido que subir los precios porque no podemos perder más, los márgenes son muy ajustados”, se excusó.
En Miel de Karrantza, que ganó el premio en esta categoría en el certamen zallarra de Gangas Eguna, lo han notado “en el encarecimiento de un 70% en el vidrio” en el que envasan su miel de brezo. Por si fuera poco, la sequía del valle en los últimos meses ha hecho mella en la flor, de forma que el producto final que elaboran en el barrio de San Esteban “se ha reducido a la mitad”. Las lluvias de los últimos días algo han ayudado a la recuperación de las reservas después de que el Ayuntamiento recurriera en septiembre a camiones cisterna de Ramales para paliar la escasez de agua.
Colecta de la residencia
Hay quien apunta a la guerra en Ucrania como causa directa del alza de precios. Turtzioz también ha acogido refugiados que huyen del conflicto. Ayer martes la residencia GSR Emilia Mitxelena puso a la venta artículos elaborados por usuarios en talleres con el doble objetivo de “visibilizar a las personas con discapacidad y ayudar a una familia ucraniana”, explicó su directora, Magdalena Peña.