LA diestra mediática llevaba semanas denunciando que se había cambiado el recorrido habitual del desfile patriotero del 12 de octubre –hasta hace nada, Día de la raza– para evitar el consabido concierto de pitos del populacho a Pedro Sánchez. Pues ni por esas. Incluso accediendo al sarao por un pasillo lateral, según se engolfaban en subrayar las cabeceras ultramontanas en sus respectivas ediciones digitales, el presidente español en funciones no se libró de su ración anual de sapos y culebras. Además de los silbidos de rigor, el grito triunfador de la jornada fue el infecto ripio que lleva haciendo fortuna unos cuantos meses: “¡Que te vote Txapote!”. Como segunda opción, se recuperó un clásico de 2017: “¡Puigdemont a prisión!”. Todo, con el receptor de los gritos luciendo su sonrisa profidén (“Dientes, dientes, que les jode”, como le dijo la Pantoja a su exmarido), dejando ver que después de cinco años aguantando el chaparrón de cagüentales, se ha convertido en un profesional del encaje de desamor de sus administrados.
Besamanos
En el segundo acto del festejo, llamado con la caspurienta expresión Besamanos, la protagonista fue la heredera borbónica vestida con sus galas militares de futura comandante de todos los ejércitos. 2.500 tipos y tipas se inclinaron ante ella y sus orgullosos progenitores en un par de horas, en una demostración de la presunta modernidad de la monarquía española.
Corrillos
Luego vino otra tradición con tufo a naftalina: los conocidos como corrillos, en los que los plumillas acreditados –mayormente, prensa cortesana cuyos miembros son los mismos desde que el emérito sucedió a Franco a título de rey– son alpistados con chismes de diferente calibre. La única condición es que no pueden tomar notas y, mucho menos, grabar. Prevenciones de nuevo antediluvianas que no impiden que las supuestas confidencias se conviertan en titulares. De hecho, el objeto real de esta suerte de patios de portería es servir de altavoz de recados oficiosos que no se pueden comunicar a pecho descubierto pero que hay que colar en el debate público. Ayer, en concreto, Sánchez aprovechó para dejar caer que no descarta (o sea, que tiene decidido) charlar en persona con Carles Puigdemont. Muy pronto lo veremos.