Los primeros refugiados llegaron una semana después de iniciarse la invasión de Ucrania y el goteo de familias que huyen, empujadas por “los problemas de energía, el frío, la inseguridad y el hartazgo”, continúa. A este lado les espera, entre otros muchos voluntarios, Txerra Ordeñana, coordinador en UkraniaSOS, iniciativa que acompaña en su integración social y laboral a más de medio millar de personas en Euskadi.
¿A cuántas familias ucranianas refugiadas están prestando ayuda?
Actualmente estamos acompañando a 238 familias ucranianas refugiadas en Euskadi. En total, atendemos a 556 personas, de las que 161 son menores y 40, personas mayores de 65 años. La gran mayoría son mujeres. El número de hombres no llega al 10%.
Algunos han perdido a familiares, tienen a maridos o hijos en el frente, han derribado sus casas...
Viven situaciones muy duras. Los medios de comunicación hacen un gran papel difundiendo diferentes situaciones de la vida en Ucrania, pero los detalles verdaderamente escalofriantes nos llegan a través de imágenes y vídeos que nos comparten las familias. Familias con nombres y apellidos que pierden o ven mutilar a sus seres queridos, destruidas sus viviendas, abandonadas sus pertenencias, sus trabajos, sus recuerdos... Vivir esta situación a 3.000 o 4.000 kilómetros es aún más desafortunado porque se suman la impotencia de no poder evitarlo y la nostalgia de un tiempo pasado que ciertamente no fue nada bueno en un país desestructurado, pero en camino de un desarrollo social, económico y humano adecuados.
Con esos traumas debe ser muy complicado comenzar de nuevo.
Apenas conocemos a personas refugiadas que no hayan tenido algún drama en su entorno, pero la vida debe seguir y nuestro papel es acompañar en este nuevo camino mientras sea posible. Algunas personas que vinieron de las zonas más calientes, como Bucha, Irpin, Mariúpol o Kherson, han vivido todo tipo de horrores; asesinatos, secuestros, violaciones, maltratos… Todo ello se ha incrustado en sus mentes para siempre y tiene difícil arreglo. Trata de sumarlo a cómo verte en otro país, comenzar de nuevo y desde cero. No hay palabras, solo rabia. Las lágrimas ya no brotan como antes. Desafortunadamente, nos hemos malacostumbrado a vivir con estas y otras realidades.
A nivel personal, ¿qué secuelas les ha dejado la guerra y su desplazamiento? ¿Han necesitado ayuda psicológica, tratamiento médico...?
Las consecuencias están ahí. Algunas impactan al principio de los sucesos y otras van apareciendo con el tiempo. En este sentido, las instituciones vascas rápidamente asignaron recursos asistenciales a disposición del colectivo. El Gobierno Vasco y las Diputaciones no han escatimado esfuerzos y, gracias a ello, se han suavizado muchas situaciones complicadas. También es cierto que, cuando una persona tiene problemas psicológicos, rara vez pide ayuda porque su mente tiende a negar la realidad. Por eso es importante estar cerca y muy atentos a descubrir posibles indicadores de debilidad o malestar.
Será más fácil de detectar si se convive con ellos bajo el mismo techo...
Los mayores problemas psicológicos que encontramos corresponden a personas que no conviven con familias o en sociedad, sino en residencias y albergues. No son a nuestro juicio el mejor lugar para salir adelante, ni para las personas de Ucrania ni para colectivos de otras nacionalidades. Y cuanto más grandes son los centros, peor. Menos personalización. No nos cansamos de recordarlo, esta gente necesita cariño con mayúsculas.
¿Cómo se encuentran los menores?
La práctica totalidad de niñas, niños y adolescentes requieren de una mayor atención psicosocial que, por fortuna, se viene resolviendo a través de los centros educativos. En general, el reto es crear espacios de integración social, comunicación, convivencia, desarrollo personal, profesional, familiar... Siempre serán la mejor medicina en la mayoría de los casos.
¿Cuáles son sus expectativas de futuro, transcurrido un año desde el inicio de la invasión? ¿Confían en poder volver a sus casas?
La esperanza de volver a tu tierra está siempre ahí. Con tu gente, tus paisajes, tu cultura, con tus hábitos y costumbres. Pero también es cierto que en Euskadi ven futuro de paz y convivencia, de evolución y progreso, de calidad de vida... Y quién no quiere que su familia pueda disfrutar de estas ventajas. Quienes ya están viendo aquí crecer a sus hijas e hijos tendrán más difícil querer volver a Ucrania. Podríamos decir que siete u ocho de cada diez tienen inquietudes de futuro en Euskadi: aprender, formarse, trabajar, integrarse y rehacer sus proyectos de vida. La guerra puede alargarse demasiado y la incertidumbre seguirá presente por mucho tiempo.
¿Tienen intención de quedarse en Euskadi o la movilidad es grande?
Quienes tienen o han tenido una familia vasca acogedora lo tienen claro. Prueba de ello es que quienes han conseguido un empleo con nuestro apoyo ya alquilan sus propias viviendas y están muy a gusto. Nuestra forma de ser les abraza y así lo sienten. El llamado buen modelo vasco de acogida es consecuencia de una política institucional valiente y una sociedad firmemente solidaria que así lo desea y no solo para el pueblo ucraniano. Aquí hay unas cuantas nacionalidades pidiendo oportunidades y deseando compartir futuro.
Con el invierno han empezado a llegar más refugiados...
La primera oleada fue las primeras semanas. La segunda, en verano, conforme la situación se iba recrudeciendo y las expectativas de que finalizara la guerra se alejaban. Esta tercera oleada está muy relacionada con los problemas de energía, frío, permanente inseguridad y hartazgo. Tienen la suerte de que cuando llegan, además de unos recursos sociales y asistenciales ya consolidados, se encuentran el apoyo de sus compatriotas, de modo que el aterrizaje se da en mejores condiciones. Instituciones, entidades y sociedad ya tenemos bastante experiencia y todo rueda mejor.
¿En qué condiciones vienen tras un año de conflicto?
No sólo vienen de Ucrania. También de Moldavia y Georgia, donde hay una cierta tensión, así como de Bielorrusia y Rusia huyendo por situaciones de persecución ideológica o represión. Todas ellas encontrarán nuestro apoyo porque la solidaridad no disocia fronteras, colores ni culturas. Son personas en busca de paz, convivencia y desarrollo.
¿Qué formación tienen las personas refugiadas acogidas en Euskadi?
El 75% tienen estudios universitarios y el 25%, estudios básicos y formación profesional.
¿En qué trabajaban en su país?
Construcción, medicina, ingeniería, chóferes, hostelería y hotelería, ciencias físicas y químicas, informática, derecho y económicas, psicología y pedagogía, filologías, periodismo, marketing y comunicación y artes son algunos de los sectores y profesiones más representativas de nuestra bolsa de empleo. La variedad es muy amplia. Tenemos personas con enormes capacidades, habilidades y fuerza para salir adelante.
¿Cuáles son las principales dificultades a las que han tenido que hacer frente estas personas a lo largo de este último año?
Todo son dificultades para las personas que deben abandonar su hogar, sus familias, sus amistades, sus pertenencias, su país... Y todo ello bajo la enorme y diaria presión psicológica que provoca una guerra. Cuando comenzamos con la iniciativa UkraniaSOS abordamos cuestiones básicas urgentes, como su salida de Ucrania y transporte a nuestro país, la salud y los alimentos, el alojamiento y la falta de recursos. El miedo, la desconfianza y la incertidumbre son las primeras problemáticas personales que deben superar, pero cuando llegan a Euskadi y pasan sus primeros días, en general, sienten una enorme sensación de alivio, especialmente cuando han tenido la suerte de ser recibidas por una familia acogedora.
Una vez que han atendido sus necesidades más básicas, ¿cuáles son los siguientes pasos?
Trabajar el conocimiento de nuestras lenguas, la adaptación al nuevo medio y su mejor integración en la sociedad vasca a través del cariño y las oportunidades de empleo o emprendimiento. Son las mejores herramientas para todo ello.
¿Les cuesta aprender el idioma?
La comunicación es imprescindible para la convivencia, la integración social, la formación y la búsqueda de empleo. Las personas adultas van resolviendo sus necesidades, pero notamos cierta carencia de refuerzo en txikis y adolescentes, tanto para aprender castellano como euskera.
¿Pueden ejercer sus profesiones?
Personas con formación e interés en hostelería y alimentación solo han necesitado realizar una sencilla formación adicional, manipulación de alimentos o algunos cursos relacionados, pero las personas con formación en materias como medicina, ingeniería, derecho o economía necesitan acreditar y homologar su conocimiento, por lo que muchas de ellas acceden a trabajos de limpieza, mantenimiento, asistencia...
Ellos cuentan que les resulta muy difícil encontrar un empleo.
Para conseguir un empleo todo influye: el estado psicológico –pues el 90% de las personas refugiadas están afectadas con diferentes niveles–, el idioma y nivel de formación profesional, por lo que reforzamos el conocimiento de las lenguas y cursos especiales; currículums adecuados, relaciones empresariales, acompañamiento en las entrevistas y una vez empleadas... Afortunadamente, contamos con el apoyo de las diputaciones y otras entidades. Por otra parte, aproximadamente un 5% de las personas refugiadas tienen dificultades físicas o psíquicas añadidas. Resulta muy complicado certificar sus discapacidades y ello también representa un obstáculo para el empleo. Algunas tienen audición o visión reducida o requieren dispositivos especiales. Nos apoyamos en otras entidades para su integración social y laboral.
También expresan las dificultades que tienen para alquilar un piso.
Es literalmente imposible conseguir una vivienda en alquiler para las personas refugiadas por carencia de contrato laboral indefinido, buen sueldo, fianzas, avales... La oferta de vivienda social es prácticamente inexistente. Esperamos que las instituciones puedan ayudar en esta cuestión.