Un metro, un almacén o un pequeño mercado en el extrarradio donde una mujer ya mayor intenta vender un pollo un tanto delgado. Lugares donde el fotógrafo, que viaja solo para poder invertir el tiempo que haga falta en dejar que su experta mirada haga su trabajo, encuentra el retrato de unas vidas tan anónimas e imprescindibles como las de cualquier otra persona. Así lo muestra el artista Aitor Salazar en ¶espazioa, a donde regresa con Ucrania, un instante antes.
La muestra fotográfica se inaugura este sábado a las 20.00 horas en la galería independiente de la calle Costa Rica, donde va a permanecer hasta el próximo 8 de diciembre. De hecho, con esta exposición, la sala recupera su programa de propuestas artísticas en el escaparate, aunque iniciando una nueva etapa. Un camino en el que se quiere prestar especial atención a la creación emergente, para lo que se ha creado una convocatoria específica que estará abierta hasta el 31 de mayo de 2023.
A la espera de ir recibiendo proyectos (las bases se pueden consultar en espazioa.org), Salazar es quien, a propuesta de la galería fundada y dirigida por José Cos, pone en marcha la agenda con 24 imágenes –la mitad en blanco y negro– que se reúnen para la ocasión tras los viajes realizados a Ucrania por parte del autor en 2017 y 2018. “Ya entonces me pareció un país cansado”, a medio camino de muchas cosas.
Con la muestra, el autor dibuja lo que podría ser un día cualquiera, desde que sale el sol hasta que anochece, sirviéndose de las fotografías tomadas tanto en Kiev como en otras partes del país, sobre todo del Oeste y el Sur. “En realidad ya se estaba en guerra” e ir a las zonas del Este no era recomendable. Aún así, el artista no desiste puesto que dice sentir fascinación por esta parte del mundo. “Tengo que entrar en Rusia” cámara en mano.
Todo llegará. De momento, en plena invasión, autor y sala quieren con esta propuesta poner el foco en la ciudadanía, en los modos de vida, en las pequeñas miserias y grandezas de una jornada cualquiera. “Fui buscando otra luz, otros colores, otra manera de ver el mundo” para reflejarlo, en la medida de lo posible, en unas instantáneas que devuelven a Salazar a un espacio que conoce bien, desde el que ya se ha encontrado con el público en ocasiones anteriores, bien en solitario bien junto a otras firmas. Ahora sus obras son visibles tanto desde la propia calle como en el interior de la galería, donde es más que posible que a lo largo de estas semanas se organice un encuentro a modo de debate sobre la situación actual de una Ucrania marcada por la guerra.