Las personas con discapacidad se han enfrentado históricamente, y lo siguen haciendo, a múltiples prejuicios, como esa falsa y generalizada creencia de que son personas asexuadas.
Una tendencia a la infantilización que ejerce como barrera para los deseos que todas ellas sienten, que las invisibiliza, y que se convierte en una doble discriminación si, además, pertenecen al colectivo LGTBIQ+. "Si estos mitos son ya generales para todo el colectivo, cuando se juntan con una sexualidad que no es normativa el tabú y el desconocimiento son todavía mayores. Como algo mucho más incompresible".