Sesenta rapaces, medio centenar de ponis, gallinas, faisanes, burros, caballos..., hasta un total de 156 animales. La pareja de emprendedores formada por Iván Font y Maitane Azpillaga ha constituido una gran familia animal en el barrio de Ianduri de Maruri-Jatabe, donde han impulsado un "aula de la naturaleza", tal y como denominan a esta singular escuela donde los alumnos pueden conocer de primera mano aves tan espectaculares como el búho real, la mayor rapaz nocturna de la Península Ibérica, o el esplendor del águila imperial, al mismo tiempo que montan en ponis appaloosa o aprenden a cultivar productos en la huerta ecológica. Todo ello, en un complejo de 42.000 metros cuadrados con tres grandes áreas: rapaces, ponis y fauna doméstica.
Este era el sueño del catalán Iván Font, natural de Mataró, pero afincado en Maruri-Jatabe, quien aprendió durante su estancia de más de una década en Extremadura todo lo que sabe de las aves rapaces. Allí forjó su pasión por estos animales. "Antes no existía Google y tocaba buscarse la vida. De pequeño me encargaba de cuidar a las gallinas de mi abuela y un día vino un águila y casi se lleva una, me quedé impresionado. Al día siguiente las até a todas por si volvía, pero no fue así", rememora. Su pasión por las rapaces no había hecho más que empezar y, auspiciado por los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, volvió a la carga con 8 años en busca de un águila que vio junto a un árbol y que llevaba unos correajes que posteriormente aprendió que se llamaban pihuelas. "Llevé una hamburguesa, me anudé un trapo de casa y le llamé. Se conoce que tenía mucha hambre y que estaba acostumbrada al trato con humanos y vino enseguida. Me quedé temblando", recuerda sobre esta primera experiencia.
Más tarde, en su vida se cruzó una persona que compartía su misma afición por los animales como es Maitane Azpillaga, apasionada del mundo ecuestre desde bien pequeña. "Monto a caballo desde los 2 años. Mi abuelo me llevaba todos los días a montar en pony al eucaliptal de Laredo y cuando tenía 4 empecé en una hípica. El primer día me caí tres veces, pero mi madre le dijo al profesor que de allí ya no me sacaban", detalla. Y así fue. Con cerca de dos décadas de experiencia como profesora ecuestre, hace cinco años decidió empezar a criar sus propios ponis. "No crío caballos, sino ponis. Porque es muy complicado tener un pony de tamaño pequeño domado desde que apenas se desteta de la madre, para que estén habituados a los niños y niñas", asegura. Además, también cría los ponis para competiciones.
De esta manera, fusionando todos sus conocimientos y experiencia impulsaron Bitxos Maruri-Jatabe, empresa que engloba a todos los animales de los que cuidan en su aula de la naturaleza. En el último lustro han trabajado dando charlas medioambientales y participando en espectáculos de cetrería en mercados medievales por todo el Estado y a nivel internacional.
Sin embargo, durante este tiempo soñaban con materializar el proyecto que verdaderamente les apasiona: crear un centro educativo y divulgativo de la naturaleza. "Queremos que la gente que venga aquí pueda aprender a observar el plumaje de un ave rapaz o a cultivar sus propios productos en la huerta", explica Iván. También organizan talleres, cursos y demostraciones para personas con diversidad funcional, niños con autismo, terapia con rapaces, equinoterapia, etc., para lo cual han adaptado el centro pensando en las personas con movilidad reducida.
EL MÁS VELOZ
En este sentido, en Maruri-Jatabe, Iván y Maitane cuentan con rapaces procedentes "de los cinco continentes" como, por ejemplo, el halcón Harris americano, "el más empleado en la cetrería". Durante las visitas explican cómo construyen sus nidos encima de los cactus, "para que no accedan los depredadores y así tener éxito en todas las nidadas", apunta Iván. También cuentan con ejemplares de halcón peregrino "el animal más veloz de la Tierra", desvela, con el que hacen demostraciones donde se puede ver cómo alcanza los 379 kilómetros por hora, así como aves nocturnas, que no emiten sonido al volar por la noche para no asustar a sus presas. También disponen de águilas, lechuzas y un sinfín de aves depredadoras. "Les explicamos los problemas que tienen y la función que cumplen en la naturaleza", indica. Igualmente, una de las primeras premisas que aprenden en los campus que se imparten en Maruri-Jatabe es qué hacer en caso de encontrar un ave herida. "Llamar al centro de recuperación de Gorliz, no hay que tocarlas ni darles de comer", destaca. Actualmente, su hoja de ruta pasa por volcarse en la educación y divulgación de la fauna de lunes a viernes con escolares y los fines de semana con grupos familiares, además de impulsar distintos campus de verano para que los niños y niñas puedan disfrutar de una experiencia en la naturaleza con talleres como la construcción de casas-nido para las rapaces y su posterior instalación en el bosque, de rastros y huellas o conocimiento de la fauna y flora autóctona. En definitiva, un aula al aire libre donde aprender una valiosa lección sobre la naturaleza.